lunes, 10 de diciembre de 2012

Un nuevo modelo urbano




Por: Gonzalo Duque-Escobar *

Entre los desafíos regionales y locales que deberán enfrentar nuestros planificadores, está el de estructurar la subregión Centro-Sur, en el marco de un nuevo ciclo de 12 años de los Planes de Ordenamiento Territorial que obliga a pensar dicho territorio al año 2024, y de la nueva Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, la LOOT, que pasa del enfoque municipal al de regiones y asociaciones de municipios, contemplando aspectos estructurales como la gestión integral del riesgo y el manejo responsable del medio ambiente, temas en los que nuestra ciudad muestra una notable dicotomía cuando vemos el deficitario manejo de nuestras cuencas y bosques, a pesar de los notables desarrollos en el tema de los riesgos.

Al respecto, los cinco municipios que comprenden la capital caldense y su entorno, donde la principal asimetría parte de la concentración del PIB y la población en Manizales, los entes territoriales ya han explorado temas estratégicos para sus comarcas y las formas de organización posibles, tras meses de actividades ininterrumpidas de varios actores sociales estratégicos, entre los que han brillado por su encomiable labor, concejales y consejeros territoriales atentos a honrar la responsabilidad que se les ha encomendado.

No obstante, temas sustantivos para resolver la integración, como son el agua, las cuencas, la inversión, los servicios públicos, la movilidad y la vocación de los entes territoriales como elementos clave para decidir sobre la asignación de las funciones metropolitanas y usos del suelo, dependerán del modelo urbano, más que de la figura de integración para la cual la Ley, que ofrece alternativas insuficientes, urge cambios estructurales, razón por la cual habrá que desplegar fundamentos conceptuales y mucha creatividad.

Ya no son los tiempos de la ciudad industrial de la primera mitad del siglo XX; ahora las economías que siguen siendo fundamentalmente urbanas, se han tercerizado, al tiempo que las zonas rurales sobre el eje Pereira-Manizales, desde los años 70 se han rururbanizado, mientras el modelo urbano difuso se fue acentuando: a la par que se especializaban las funciones urbanas demandando cuantiosas inversiones en avenidas para su articulación, en la periferia los predios rurales, antes fincas con clara vocación agropecuaria, se destinaron al recreo, la plusvalía o la especulación, por comerciantes y profesionales como nuevos dueños, cuya actividad económica fundamentalmente resulta urbana.

Pero la tendencia en el medio citadino, ahora cuando las grandes superficies comerciales con sus equipamientos tecnológicos y variada oferta de servicios dispuestos de forma estética, segura y confortable, se multiplican capturando el interés de ciudadanos que van mutando al campo del consumo, es el de la ciudad insolidaria donde el espacio público usurpado por la informalidad se ha degenerado, y en la que proliferan los guetos, tanto para los pobres de las conflictivas barriadas populares, como para las clases pudientes que se encierran en exclusivas unidades residenciales, unos y otros como máxima expresión de una sociedad profundamente fragmentada.

Mientras no entendamos las relaciones entre ciudad y campo, entre lo rural y lo urbano, y no comprendamos que la suerte de Manizales igual pasa por Neira que por Pereira, nuestra ciudad continuará postrada a esas leyes del mercado dominante propias del actual modelo de desarrollo, que en nombre de la competitividad, tras haber debilitado al Estado, agotará el agua disponible, envenenará suelos de cultivo y concentrará la riqueza hasta niveles francamente insostenibles.

Así las cosas, surge la necesidad de repensar el modelo urbano en que se soportará la subregión Centro-Sur a la luz de las nuevas visiones y teorías de la planificación no cartesiana, para abatir los profundos conflictos del ordenamiento que han dado cuenta de las limitaciones de la ley colombiana, en pro de un territorio sostenible, solidario y competitivo, en el que las tradicionales áreas metropolitanas concebidas como una capital hegemónica, autosuficiente y autocontenida, sitiada por poblados satelitales subordinados, de segunda categoría y erróneamente considerados como funcionalmente inocuos, deben dar paso a territorios equivalorados con competencias complementarias vitales, con identidad cultural, donde se priorice el desarrollo humano, y en el que los entes territoriales articulados hacia adentro y hacia afuera, respondan a una estructura sistémica.

De surtir efecto el nuevo modelo, bajo la premisa de un buen diagnóstico como línea de base y unas visiones regionales afortunadas, antes que competir entre sí las ciudades capitales y marginar comunidades rurales del entorno metropolitano cafetero, con el desarrollo de una red de núcleos urbanos autosuficientes, gracias a la democratización de la infraestructura de servicios y productiva, tanto a nivel de comunas como de los pequeños poblados, surgirá un sistema de movilidad que reduciendo los tiempos de transporte de la casa al trabajo y por lo tanto los viajes motorizados, acercará las oportunidades citadinas a la provincia y facilitará la expansión de servicios de alta complejidad, en virtud de la complementariedad de las economías regionales.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://gonzaduque.es.tl [Ref: La Patria/ Manizales, 2112-12-10]

Imagen: Plaza de Bolívar de Manizales. Metrópilis Graphic.com

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