lunes, 31 de enero de 2011

Nuestro corredor logístico para el PND 2010-2014

Por Gonzalo Duque Escobar *

Dada la posición geoestratégica de Colombia y el surgimiento de una ciudad región sobre el Eje Cali-Medellín con el Eje Cafetero como Centro, conurbación sin precedentes sobre la costa oeste de Latinoamérica, están dadas las condiciones para transformar el occidente colombiano en un corredor logístico de talla internacional e interoceánica, siempre y cuando se logren enlazar las economías de las Américas y de las cuencas del Pacífico y Atlántico, acudiendo a estrategias para la implementación de una infraestructura y superestructura, que respondan a los requerimientos del comercio global y continental y a las condiciones ambientales, sociales y económicas de Colombia estimadas en función de las oportunidades y desafíos que ofrecen dichos escenarios. Hoy los corredores logísticos de Colombia que le apuntan al eje del río Magdalena y al actual sistema portuario en Buenaventura y Cartagena, no ofrecen un impacto como el de los ferrocarriles cafeteros de la década de 1920 comparable al del Canal de Panamá en su momento, deben repensarse con los elementos de esta nueva visión de un corredor logístico en el occidente colombiano.

Si bien la columna vertebral de esta propuesta que enmendaría el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014 buscando consolidar ese nuevo escenario urbano para entrar a la cuenca del Pacífico, la estructuran los corredores viales de una troncal de occidente que va evolucionando conforme incorpore las dobles calzadas del Valle del Cauca y las Autopistas de la Montaña previstas para unir las capitales cafeteras con Cali y Medellín, también es cierto que los desarrollos previstos en dicha carta de navegación no ofrecen posibilidades de articular al país a las rutas del comercio planetario, como consecuencia de las limitaciones del actual sistema de transporte: uno, nuestros puertos supuestamente modernizados para admitir naves medianas del tipo Pánamax no ofrecen condiciones competitivas, como tampoco las ofrece el actual Canal de Panamá, razón por la cual se amplía para resolver su obsolescencia y admitir barcos mayores cinco veces más económicos; dos, nuestros fletes del sistema troncalizado terrestre no son competitivos al soportarse en el modo carretero que resulta tres a cuatro veces más costosos para llegar a los puertos; tres, las exportaciones del occidente colombiano que van al Caribe, salen por Cartagena pagando sobrecostos de un 30 % al comparar los fletes con otra opción cercana como Urabá.

Esta visión de corredor logístico, que exige revisar el programa de inversiones en infraestructura portuaria, ferroviaria y de vías troncales y transversales en Colombia, para ajustar y redefinir el desarrollo de las instalaciones y servicios logísticos previstos en función de un nuevo canal económico que integre el comercio internacional, por tierra y por mar, exige reconsiderar el destino norte previsto para el Tren de Occidente para que en vez de salir de la cuenca del Cauca por Medellín hacia el Magdalena con destino a Cartagena, continúe por el occidente colombiano con destino a Urabá. Y también obliga a decir que Tribugá solo nada hace y nada impacta, dado que su funcionamiento exige otro puerto profundo en Urabá al cual esté unido por ferrocarril para establecer el comercio interoceánico y convertir la región en una zona de actividades logísticas con una oferta de la importancia de Panamá.

Entonces, ¿por qué no hemos visto la importancia del eje Urabá-Tribugá funcionando como un canal interoceánico alterno a Panamá y Suez e integrando las Américas por Colombia? En primer lugar, porque Colombia no ha tenido visión marítima, y como prueba basta ver la precariedad urbana de Buenaventura como puerta a un océano por el cual se movilizan 2/3 del PIB mundial; en segundo lugar, porque los proyectos de Nación siempre han palidecido frente al regionalismo dominante, razón por la cual el subdesarrollo del Pacífico colombiano y del Chocó a pesar de su riqueza maderera y aurífera objeto de expoliación, y otros recursos naturales y culturales, contrasta con los desarrollos del Valle del Cauca, Eje Cafetero y Antioquia.

Sobre la identificación de la territorialidad de esta Ciudad Región que va de Cali a Medellín, cabe señalar que el Eje Cafetero, es la expresión ambiental de elementos culturales y naturales, y procesos de desarrollo del occidente colombiano. Aquí convergen en lo cultural el carácter laborioso heredado de la antioqueñidad y la mente abierta adquirida de la caucanidad, y en su variada geografía los ecosistemas andinos de la hoya hidrográfica del Cauca. Y en cuanto al desarrollo, porque luego de la colonia y primeras épocas de la república, primero con la colonización y luego con el advenimiento del café y los ferrocarriles, se cruzan las culturas, se consolida la ecorregión y se da la primera apertura económica y cultural de Colombia.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://economiaytransportes.galeon.com / [Ref: La Patria/ Opinión/2011-01-31]

jueves, 27 de enero de 2011

Manual de Geología para Ingenieros (MANUALGEO)

TEXTO: Manual de Geología para Ingenieros. Gonzalo Duque Escobar





Manual de Geología para Ingenieros
Gonzalo Duque Escobar
Manizales, 2003 (Actualizado 2014)

http://www.bdigital.unal.edu.co/1572/

TEXTO PARA LA ASIGNATURA DE GEOLOGÍA
PROGRAMA DE INGENIERÍA CIVIL
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA - SEDE MANIZALES

Contenido:

Presentación
Contenido
Cap01 Ciclo geológico
Cap02 Materia y Energía
Cap03 El sistema Solar
Cap04 La Tierra sólida y fluida
Cap05 Los minerales
Cap06 Vulcanismo
Cap07 Rocas ígneas
Cap08 Intemperismo ó meteorización
Cap09 Rocas sedimentarias
Cap10 Tiempo geológico
Cap11 Geología estructural
Cap12 Macizo rocoso
Cap13 Rocas Metamórficas
Cap14 Montañas y teorías orogénicas
Cap15 Sismos
Cap16 Movimientos masales
Cap17 Aguas superficiales
Cap18 Aguas subterráneas
Cap19 Glaciares y desiertos
Cap20 Geomorfología
Bibilografía

Descarga el Libro free en :
http://www.bdigital.unal.edu.co/1572/

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domingo, 16 de enero de 2011

EDUCACIÓN CON-CIENCIA PARA EL DESARROLLO

Por Gonzalo Duque Escobar *

Las posibilidades de avanzar en productividad y competitividad desarrollando al tiempo las dimensiones social y ambiental de Colombia, exigen algo más que potenciar un sistema educativo que requiere cualificarse y fortalecerse estructuralmente, empezando por modernizarlo en los términos que señalara la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo en Colombia: “Al filo de la oportunidad” (1994); también debemos construir la identidad de unas regiones que le impriman a Colombia un carácter acorde con su base pluricultural y medio biodiverso, para consolidar la Nación y lograr el aprovechamiento sostenible de nuestra oferta cultural y natural, sin detrimento de nuestra soberanía.

En lo primero, la tarea que tenemos exige cuatro acciones fundamentales: apostarle a la calidad de la educación para resolver las deficiencias en formación e instrucción en los procesos y resultados de la básica, elevar el promedio de escolaridad de la población llevándolo más allá de los 10 años para ingresar a los niveles profesional y tecnológico, impulsar programas de ciencia y tecnología para resolver el atraso del sector productivo, y fortalecer la cultura del emprendimiento para articular a los colombianos al mercado laboral. Esta tarea debe incluir estrategias locales para implementar los necesarios procesos de apropiación y traducción de los saberes de la cultura popular y de las comunidades rurales y culturas ancestrales, al lenguaje y la racionalidad de la ciencia moderna.

En lo segundo, las prioridades se relacionan con la necesidad de continuar el legado de las dos mayores hazañas de la historia científica de Colombia, como son la Expedición Botánica de la Nueva Granada (1783-1810) y la Misión Corográfica (1850-1859), con una segunda versión de cada una. Si bien la Botánica de Mutis logró la recolección y clasificación de 20 mil especies vegetales y 7 mil animales, aún desconocemos nuestro patrimonio biótico. Y si la Corográfica de Codazzi aportó no sólo la elaboración de nuestra cartografía sino también la identificación de las grandes regiones naturales de un país por entonces rural y desarticulado y en el que solamente se concebían los poblados bajo el concepto de la “Ciudad Estado” de Plutarco, hoy resulta lamentable el déficit de una Cartografía temática y de detalle, y la falta de reconocimiento e identidad de muchas bioregiones y culturas.

Y para entender la urgencia de esta doble propuesta, solo basta reflexionar no solo sobre el abandono y postración del campo, sino también sobre el desempleo crónico que afecta la estructura del empleo en Colombia y sobre la violencia juvenil urbana que se va propagando en las ciudades intermedias, hechos en los cuales la falta de oportunidades para los jóvenes como causa, se relaciona con factores más profundos y determinantes, relacionados con el surgimiento de una nueva sociedad en la que el Estado solidario se ha desmontado y la estructura del empleo ha cambiado, todo consecuencia de una revolución tecnológica compleja y de la globalización de la economía y la cultura, entre otras causas.

Como evidencia de las dificultades por resolver y soportado en cifras del DANE, así en el último lustro el PIB de Colombia haya crecido el 60%, basta mirar la participación del sector agropecuario donde excluyendo el café y como consecuencia de su baja productividad, apenas alcanza el 8,5% del PIB nacional: en este sector carente de políticas y desarrollos en ciencia y tecnología, las tierras ganaderas superan ocho veces la extensión de la agropecuaria e invaden de forma conflictiva sus espacios con prácticas menos productivas, para no hacer mención de la deforestación que agrava las amenazas hidrometeorológicas, ni de la pérdida de casi la mitad de los productos perecederos del agro gracias al deterioro de vías y a problemas de manejo pos cosecha y de mercadeo. Como muestra, esta brecha: mientras las tres mayores ciudades que conforman el “triángulo de oro” de Colombia presentan un indicador de necesidades básicas insatisfechas del 17% y en proceso de reducción, el de las regiones Caribe con el 46% y Pacífico con el 62% resulta preocupante y se resuelve más lentamente.

Y en la economía del frágil y contradictorio medio urbano, donde pobreza extrema, fragmentación social, desempleo crónico y cultura de la corrupción, facilitan la informalidad, la violencia y la delincuencia; allí donde los modernos hipermercados hacen lo propio de esa apertura económica que desvertebra los procesos de la pequeña economía local tradicional: la precaria industria anuncia su retraso tecnológico con una participación de tan solo el 13,2% en el PIB nacional, gracias a una preocupante obsolescencia que no se ha resuelto acometiendo su necesaria reconversión, posiblemente porque la clase empresarial, acostumbrada al ritmo fácil del proteccionismo, aún desconoce las ventajas y oportunidades de la sociedad del conocimiento.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://gonzaloduquee.galeon.com
[Ref.: La Patria, Manizales, 2011.01.17]

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