martes, 16 de noviembre de 2010

200 años de ciencia

La Patria, Opinion/ Jorge Raad Aljure/ 2010-08-24 00

El profesor de la Universidad Nacional de Colombia y actualmente su rector, doctor Moisés Wasserman Lerner, hizo una serie de reflexiones sobre la ciencia en Colombia durante la etapa republicana en el marco de la Cátedra del Bicentenario de la Universidad Nacional, en Manizales, en los que analizó 200 años de historia en una extraordinaria conferencia.

Pocos rectores como él. La rectoría, designación justa, ha sido para él la culminación de una larga y productiva vida académica que le permite una visión especial de la ciencia en Colombia, por cuanto el profesor Wasserman ha sido uno de los investigadores importantes de la Universidad. No llegó para escamparse, y menos para utilizar su cargo como un trampolín, de lo cual el país tiene ejemplos dolorosos.

El rector Moisés Wasserman dividió sus consideraciones en cinco momentos: La independencia; los primeros años de la República; la Comisión Corográfica y la Universidad Nacional; la consolidación de la institucionalidad científica refiriéndose a la Academia e Institutos de Investigación y finalmente, Colciencias y el Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología. Cada punto fue tratado magistralmente, como él lo sabe hacer, con la ecuanimidad que acostumbra y con los énfasis que él considera necesarios y oportunos.

El documento leído por el profesor Wasserman merece ser conocido por todos aquellos que transitan por la academia, por quienes desde afuera tienen lazos con ella, o por aquellos que indirectamente observan y analizan los proyectos y resultados de la ciencia y la tecnología en Colombia.

Entre las seis conclusiones del profesor Wasserman, se debe señalar la primera en la cual anota la importancia de las personas, hombres y mujeres, de ciencia en la conducción del Estado. Es enfático en afirmar que la exterminación sistemática de los científicos de pensamiento avanzado en los inicios de la nación, no se puede revertir. En cambio, a ellos hay que aprovecharlos ahora porque tienen mejores instrumentos tanto para la dirección estatal como para el asesoramiento. Hay que agregar como colofón que sus acciones deben estar dirigidas a quienes ostentan el poder administrativo, financiero, legislativo y político.

Esta posición no es nueva pero adquiere caracteres trascendentales por venir de él. Wasserman no es proclive a las complacencias. Por lo tanto, tiene el conocimiento, la experiencia y el respaldo moral para pronunciarse como lo ha hecho.

Hay que agregar que también en la empresa privada el mecanismo debe ser igual, y que cuando lleguen los hombres de ciencia ya no será únicamente el sistema de mercado el que maneje la vida de los colombianos, pues existirán otras probabilidades para el futuro, sin las limitaciones de lo inmediato y sin la tardanza de un tiempo tan prolongado que las generaciones que hoy se estructuran, o las que vengan enseguida, no se beneficien de ello.

El país y sus regiones no pueden menospreciar a sus científicos. Ellos se han preparado para una actividad en donde sus criterios son eminentemente técnicos y les corresponderá a otros las decisiones, pero con el fundamento de que se debe hacer bien todo lo que se les encomiende. Ahora, no todos los que pretenden ser científicos lo son. Entre los que se autodenominan así, hay charlatanes y embaucadores que buscan otros objetivos.

Las grandes decisiones nacionales, regionales y locales, serían más fáciles, de mayor proyección y estabilidad, si se consultan con quienes poseen el conocimiento y la experiencia de ciencia y tecnología, las cuales no son propiedad exclusiva de unos pocos o de una que otra entidad. El abanico de las posibilidades es muy amplio.

El país no puede regresar al pasado ni mantener en el olvido a sus verdaderos científicos. Son necesarios, pero para ello debe exigir una cualificación excelsa en sus hombres de ciencia. Los verdaderos investigadores no se hacen en fines de semana, ni en investigaciones de minutos, ni de coyunturas.

Otra conclusión demoledora y verídica radica en su anotación que una cosa es el discurso de los mandatarios, aquí hay que hacerlo extensivo a todo el país, va por un camino y los resultados en presupuestos para ciencia y educación van en sentido contrario. Es la diferencia entre el populismo y el gobierno serio.

Nota: La nueva reglamentación sobre Hospitales Universitarios es compleja, pero no por ello la Universidad de Caldas debe ignorar su deber institucional.

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