Por Gonzalo Duque Escobar
Cuando va cayendo el telón de un año signado por desastres que desnudan la flaqueza de las políticas ambientales de esta ciudad y sus problemáticas humanas, a pesar del dolor por las víctimas de Cervantes, el trágico evento de la quebrada La Mula, o la indignación por haber quedado por días sin agua y gas y en repetidas ocasiones con la ciudad sitiada, con la inversión de la marcha del Sol hacia el norte y después de haber vivido la noche más larga del año y concluir la temporada de lluvias, celebramos una de las fiestas más importantes del cristianismo, en una temporada propicia para prometer que nos reconciliaremos con la madre naturaleza y el medio ambiente, y sobre todo para reflexionar sobre la importancia de la solidaridad como valor para acentuar el espíritu humanitario y de la civilidad como atributo de la cultura urbana, puesto que ahora como pocas veces la ciudad nos requiere.
A modo de diagnóstico, las problemáticas son múltiples y complejas: la decadencia de los valores en que nos cimentaron a generaciones de manizaleños, la fragmentación social que corroe cualquier proyecto colectivo de ciudad, la guetificación que desestructura el territorio citadino, o la degradación del centro histórico por la degradación del espacio público; además, la pauperización de una población sin competencias laborales frente a una economía competitiva, sumada a las asimetrías económicas y de oportunidades que no surgen del trabajo honorable o que hacen gala del consumismo desmedido en medio de la miseria humana, y la ocupación conflictiva del territorio tras haber deforestado verdes cuencas y presionado impunemente la base natural, lo que explica la falta de soporte en que se erige esta mediana y frágil jungla de concreto sobre un ramal de los Andes más septentrionales de América.
Pero a pesar de los aires premodernos que aún rondan nuestra sociedad, algo puede hacerse para superar los conflictos sociales y ambientales y emprender los procesos de cambio estructural, largos y tortuosos pero necesarios, para ir resolviendo sus causas primeras. La clave para esto, que obliga hacer uso de nuestra identidad de manizaleños tal cual se ha hecho a lo largo de nuestra historia cuando las empresas más nobles nos convocaba, está en el trabajo planeado y orientado a metas estratégicas, que empiezan por la educación (formación e instrucción), siguen por la cultura ciudadana (cultura política y gobernanza) y desembocan en el medio ambiente (ecosistema y cultura). Y como se trata de recomponer el tejido social bajo el contexto de una nueva sociedad y corregir los excesos sobre el modelado del ecosistema con los nuevos desafíos del cambio climático, necesariamente habrá que humanizar la dimensión económica.
Sea entonces la oportunidad para ofrecer todo lo que tenemos: el nuevo Alcalde ya le ha propuesto a la ciudad la Secretaría del Medio Ambiente, donde se centrarán funciones y acciones del municipio y liderarán programas de esta competencia, puesto que la ciudad a pesar de importantes logros en el tema de la prevención de los desastres sucumbió por imprevisiones en políticas públicas ambientales y fallas estructurales en el ordenamiento territorial. Y el nuevo Gobernador de Caldas, igualmente, con su apuesta por encauzar las decisiones que tomen las poblaciones mineras del occidente caldense en defensa de un patrimonio cultural con raíces coloniales, soporte fundamental para la preservación de este territorio hoy amenazado por enclaves mineros que desmantelarían el poblado y arrasarían las montañas de Marmato, de darse paso a proyectos de gran minería a cielo abierto tras borrar el pasado y futuro de nuestras comunidades indígenas y afrodescendientes.
Igualmente, los gremios deberán consolidar su apuesta por una educación que privilegie la formación de capital social sobre el crecimiento económico, donde los académicos, el Estado y demás actores vinculados con esta propuesta entendamos que la apuesta va más allá de priorizar la matemática, la ciencia y el lenguaje que se pregona desde las visiones cartesianas que no abrigan las humanidades, las artes y el desarrollo del cuerpo humano, dado que el viejo modelo anacrónico precedente, inspirado en la sociedad industrial de ayer para sus propósitos desarrollistas, solo permite castrar la creatividad y frustrar la formación integral de las personas.
Y en esta compleja agenda, todos nosotros como parte de la sociedad civil jugamos el papel más primordial: asumir una nueva actitud que sea consonante con los valores más profundos del ser humano y de su responsabilidad frente a la naturaleza, dado que en la raíz del problema están las decisiones que estamos tomando, no solo en el trabajo, sino también en la familia y en la vida personal. Feliz Navidad para todos y todas. .
Ref: La Patria, Manizales, 2011_12_26.
Relacionados:
Problematicas y potencialidades en Caldas: Girasoles para un programa verde, en http://www.galeon.com/cts-economia/sello-verde.pdf
Movilidad y desarrollo en el eje urbano y periurbano de Manizales, en http://www.bdigital.unal.edu.co/1667/
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