Por Gonzalo Duque Escobar *
Señala Ban Kin-moon, que el
planeta está en peligro por el cambio climático y la explotación insostenible
de recursos. En el fondo, sabemos que las fuerzas del mercado privilegian el crecimiento
económico sobre los temas ambientales y sociales, lo que se revierte en efecto negativo para la ecología del planeta
a través del cambio gradual del clima, y también sobre sociedades vulnerables a
eventos climáticos extremos, como
sequías e inundaciones consecuencia del calentamiento global, quienes deben
soportar los crecientes costos ambientales en que se soporta el modelo de
desarrollo y el confort de élites consumistas y rentas de países desarrollados.
En dicho escenario la creciente urbanización con el transporte motorizado
soportado en automóviles y las plantas termo-eléctricas e industrias basadas en
el uso desmedido de combustibles fósiles, contribuyen al calentamiento global,
y con él a la problemática de economías rurales del planeta.
En
el caso de Colombia, donde agua, suelo y biota no son patrimonios, sino
recursos, ciertas áreas sensibles ecológica y culturalmente vitales para
algunas comunidades, legalmente terminan cediendo paso por la riqueza del
subsuelo en beneficio de una empresa minera foránea o ilegal. Nuestra economía
ayer soportada en el cultivo del café, ahora se fundamenta en minería
extractiva y petróleo crudo, uno y otro: productos primarios de origen natural,
escaso grado de transformación y sin valor agregado. Para el efecto, la Ley
ambiental y las políticas ambientales se han acoplado más a los desafíos del
mercado, que a los retos del desarrollo sostenible: en las áreas de alto valor
por su biodiversidad, aunque ya se ha avanzado en la protección enfocada al
tipo de compensación a que se obliga una industria extractiva, la actividad
continúa gozando de reducidos gravámenes en Colombia.
Visto
el cambio climático como un fenómeno gradual, a través de una investigación de
la Academia de Ciencias de California, el Instituto Carnegie de Ciencias, la
Institución Central Clima y la Universidad de California en Berkeley, se conoce
la velocidad a la cual los ecosistemas tendrán que adaptarse durante los
próximos 100 años. El estudio advierte sobre la amenaza para algunas especies
animales y vegetales individuales, con baja tolerancia a las variaciones del
clima, dado que los hábitats naturales se han fragmentado como consecuencia de
la acción antrópica. Dicha investigación que se publica en Nature, estima las
velocidades en metros por año del cambio climático durante el siglo para
diferentes ecosistemas, así: en bosques de coníferas tropicales y
subtropicales, 80 metros; en bosques templados de coníferas, pastizales y
matorrales de montaña, 110 metros; en zonas más llanas, incluidos desiertos y
matorrales áridos, 710 metros; en manglares, 950 metros; y en pastizales
inundados y sabanas, 1.260 metros.
Y
respecto a los eventos catastróficos asociados al cambio climático, el
Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague, informa que las tormentas
extremas son muy sensibles a los cambios de temperatura; y advierte que el
número de huracanes como el Katrina, el más destructivo del 2005, podría no sólo
duplicarse sino incrementarse gracias al calentamiento de los océanos. Los desajustes
de la máquina atmosférica trasladando los costos ambientales del modelo
económico a escenarios rurales, como el Cuerno de África con la muerte de seres
humanos por hambre y falta de agua potable en 2011, los hemos advertido en
Colombia con la tragedia de decenas de poblados rivereños y de la sabana,
anegados por los eventos climáticos extremos durante las Niñas 2007/8 y
2010/11.
Todo
esto invita a revisar políticas y estrategias, acometiendo acciones de largo
plazo acordes a las limitaciones de
nuestro desarrollo, para avanzar en la adaptación al cambio climático y
viabilizar el aprovechamiento de nuestros recursos estratégicos, implementando
procesos ambientales y sociales responsables de cara al desarrollo sostenible
de nuestros territorios. Esto, buscando entre otros objetivos: convertir las
rentas de los recursos primarios en capacidades humanas, fortalecer el quehacer
de las instituciones ambientales y la sociedad civil, ordenar las cuencas y
blindar el patrimonio hídrico y la biodiversidad en áreas estratégicas,
implementar la construcción de paisajes resilientes en los ecosistemas,
proteger las comunidades rurales y artesanales de agresiones industriales,
enclaves mineros y actividades extractivas ilegales, y fortalecer los procesos
culturales endógenos.
* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://galeon.com/cts-economia [Ref. La Patria,
Manizales, 2013-04-29] Imagen del 2010, en: http://www.tusemanario.com
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