Por Gonzalo Duque-Escobar
Aunque un siglo atrás el meridiano económico de Colombia pasaba por el Eje
Cafetero, hoy, cuando padecemos una crisis que se explica por no haber
incursionado en la transformación y mercadeo de la rubiácea, y quedar solo
aplicados al desarrollo de una eficiente caficultura cuyos beneficios
capitalizan las multinacionales que controlan el negocio del producto símbolo
de nuestra economía, para salir de la actual crisis podríamos intentar acciones
y estrategias de desarrollo a partir de acuerdos regionales, si aprovechamos
las ventajas naturales y culturales del medio biogeográfico, articulando y
reorientando las fortalezas académicas y culturales en la ecorregión cafetera
para construir sinergias en el escenario de dos nuevas tendencias globales: la
de la sociedad del conocimiento, que emerge conforme palidece la sociedad
industrial de ayer, y la del surgimiento de una economía verde asociada a la
biomasa, que llevará gradualmente al declive la economía de los combustibles
fósiles causantes del calentamiento global.
Evidentemente, las materias primas biológicas, antes que comercializarlas
en bruto, deberán ser transformadas por nosotros mismos empleando las
capacidades locales para desarrollar plataformas tecnológicas complejas basadas
en la bioingeniería, propiciando un desarrollo autóctono que debe empezar por
la transformación del café colombiano, tal cual lo hacemos ahora en la planta
de café liofilizado en Chinchiná. A modo de reflexión, mientras promovíamos en
tiempos de Lucho Herrera con la camiseta tricolor nuestro café pergamino, un
producto que no aparecía en los supermercados, países no productores tomaban
ventaja transformado y comercializando el café venido de nuestros países: hoy
aparecen como primer productor de café soluble en el mundo Alemania, y como el
más notable por los cafés exquisitos de variados y reconocidos sabores, Italia.
Pero podemos integrar la economía verde y la economía del conocimiento,
primero porque en cuanto al medio biótico, contamos con 38 cuencas
pertenecientes al medio tropical andino biodiverso, que en medio de zonas de
reserva como los parques naturales nacionales de los Nevados, Tatamá y Bosque
de Florencia, ecosistemas acuáticos y de páramo, bosques alto andinos húmedos y
secos, y manchones de guaduales, aunque fuertemente fragmentados pueden ser
complemento de estrategias de conservación y desarrollo sostenible. Y segundo,
dado que en lo cultural, además de la herencia asociada al carácter triétnico
del territorio, gracias a la conurbación del Eje Cafetero hacen presencia
instituciones como Cenicafé, importantes universidades públicas como la U.N.
sede Manizales, U. de Caldas, U. Tecnológica de Pereira, U. del Quindío y U.
del Tolima, y otras instituciones privadas de educación superior donde existen
programas clave para incursionar en el terreno de la biotecnología, aplicada a
procesos industriales, médicos, agrícolas o ambientales.
Esta tarea no resulta fácil, por dos razones: en lo interno, por
dificultades humanas no solo para articular esfuerzos entre sectores
productivos, académicos y gubernamentales, sino y sobre todo entre grupos de
trabajo académico aplicados a la investigación, que perteneciendo a una misma
institución o a la misma ciudad, no comparten recursos complementarios, sin
pensar que desatender las demandas sociales en materia de desarrollo conduce a
una postura ética cuestionable por tratarse del uso de recursos públicos. Y en
lo externo, por el colonialismo que se ejerce a través de las fuerzas del mercado
por poderosas multinacionales que están invirtiendo en nuevas plataformas
tecnológicas para transformar la biomasa, afectando derechos y culturas de
comunidades vulnerables del planeta, caso Monsanto, Wal-Mart, Solazyme, Evolva
SA, Amyris y otras, tal cual lo señala el Grupo ETC en múltiples documentos
publicados en www.etcgroup.org
Además del Paisaje Cultural Cafetero, que es una propuesta verde, entre
otras para el Eje Cafetero, he creído en el desarrollo de la química del
carbono en el campo de los alcoholes, complementando los enfoques de Santander
en la UIS y Ecopetrol aplicados a la petroquímica, y de las universidades de
Antioquia a la química del carbón mineral. En el marco de esa idea la
Universidad Nacional presentó un portafolio de proyectos a la Industria
Licorera de Caldas (2012), para abordar su reconversión empresarial y
tecnológica, con estrategias como transformar productos de la región, por
ejemplo la papa en vodka, y avanzar más allá de los licores, dado que en la
química de los alcoholes las opciones pasan por biocombustibles, sucroquímica,
alimentos, medicamentos y productos industriales.
*
Profesor Universidad Nacional de Colombia http://galeon.com/cts-economia [Ref.:
La Patria. Manizales, 2013.12.30] Imagen: Colombia Biodiversa Mincultura.gov.co
& Samoga Unal.edu.co
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