Por
Gonzalo Duque-Escobar
Resumen:
partiendo del pensamiento de Henri Lefebvre, autor
de “El derecho a la ciudad”, veamos cómo podemos fortalecer los procesos de
apropiación social de la ciudad con enfoque integrales, interdisciplinarios y transversales,
para enfrentar desde la sociedad civil los desafíos socioambientales, si para
el efecto partimos del presupuesto de que es en el territorio, como
construcción social e histórica, donde surge la cultura como resultado de las complejas
relaciones dialécticas que se dan en el hábitat, entre los sistemas natural y
social que interactúan.
Manizales, la capital de Caldas, una ciudad intermedia con cuatrocientos mil habitantes, ubicada a 2150 msnm sobre un ramal de la Cordillera Central de los Andes más septentrionales de América, emplazada en el centro occidente de Colombia y cerca del Nevado del Ruiz, es una preciosa urbe que, tras su monumental Catedral Basílica de estilo neogótico, emblema de la ciudad que comparte plaza con el Palacio de la Gobernación de estilo neocolonial, debe enfrentar los grandes desafíos socioambientales del presente siglo.
Manizales, la capital de Caldas, una ciudad intermedia con cuatrocientos mil habitantes, ubicada a 2150 msnm sobre un ramal de la Cordillera Central de los Andes más septentrionales de América, emplazada en el centro occidente de Colombia y cerca del Nevado del Ruiz, es una preciosa urbe que, tras su monumental Catedral Basílica de estilo neogótico, emblema de la ciudad que comparte plaza con el Palacio de la Gobernación de estilo neocolonial, debe enfrentar los grandes desafíos socioambientales del presente siglo.
Para el efecto, partamos del pensamiento de
Henri Lefebvre autor de “El derecho a la ciudad”, obra que cumple 50 años, y
donde el filósofo y sociólogo
francés, al considerar el impacto de la economía
capitalista en las ciudades convertidas en una mercancía, plantea elementos
teóricos que posibilitan estrategias para el mejoramiento de la calidad de vida
de sus habitantes, garantizar la distribución equitativa de las cargas y
beneficios del desarrollo y la preservación del patrimonio cultural y natural,
y asegurar el hábitat humano frente a las amenazas naturales. Existe consenso
al considerar que el medio urbano, al hacer parte del espacio geográfico,
también es un espacio social, y como tal no un producto preexistente a la
acción humana, sino que se produce socialmente; de ahí que el territorio sea una
construcción social e histórica.
En el caso de Manizales, cuyo territorio se
ocupa desde mediados del siglo XIX: la ciudad no puede ser comprendida si no
tenemos como puntos de partida, 1- el que en sus primeros cincuenta años,
fueron los caminos que cruzaron la agreste geografía
del occidente colombiano y los conflictos asociados a la colonización antioqueña, quienes
favorecieron la aldea de bahareque y tapia pisada, por ser la atalaya desde
donde se dominaba el cañón el Cauca; y 2- el que posteriormente, durante la
primera mitad del siglo XX, fue el acelerado crecimiento forjado en la economía
cafetera, lo que le permitió al poblado convertirse en una próspera ciudad de
agrestes y frágiles laderas, cuyos pasivos ambientales y contradicciones
soportan las barriadas colgadas de sus empinadas calles.
Pero hoy, no sólo la ciudad es otra, sino
también la expresión de su entorno social, económico y ambiental; veamos: 1-
gravitan, además de la rotura espacial urbana, la fragmentación social
favorecida por profundas brechas económicas y educativas que padecen los
sectores más pobres y marginados; 2- la informalidad de una economía vinculada
con la pobreza, agravada por la carencia de una política pública con estrategias y
metas tendientes a la inclusión laboral, en especial para las mujeres y los jóvenes;
y 3- la vulnerabilidad del hábitat debida pasivos ambientales
relacionados con la separación de costos y beneficios en la explotación del
medio ambiente, favorecida por un modelo conflictivo de ocupación del territorio.
Sabemos de los esfuerzos por hacer de
Manizales una ciudad amable y de calidad, pero también de las falencias para
emprender una gestión eficiente del suelo a la luz de la Ley 388 de 1997, razón
por la cual el acceso a las vías públicas y demás espacios vitales para el
disfrute del derecho a la ciudad, aún palidece frente a la proliferación de los
guetos urbanos, máxime cuando la privatización de la plusvalía
urbana acentúa la carencia de la inversión en infraestructura para los sectores
deprimidos de la ciudad, y los procesos de cambio en el uso del suelo
expandiendo la jungla de concreto, que favorece el mercado inmobiliario, atenta
contra el interés común representado en los servicios ambientales y los
ecosistemas a preservar en procura de un uso racional en armonía con la función social de la propiedad.
Para garantizar el derecho a la ciudad, los
manizaleños, deberemos emprender un proyecto intelectual y político de largo
alcance, orientado a su sustentabilidad, nutrido de procesos participativos en
términos del espacio material del hábitat, y de la relación campo-ciudad; que
mediante la apropiación del territorio por los colectivos urbanos, las organizaciones
no gubernamentales y redes de la
sociedad civil, comprometidas con la ciudad, transforme el ejercicio de la
política; un proyecto cuyo objeto sea un modelo urbano verde y más humano, el
fortalecimiento del tejido social y la descentralización de la infraestructura
social y económica.
* Profesor de la Universidad Nacional de
Colombia y Miembro de la SMP de Manizales. http://godues.webs.com [Ref.: La Patria. Manizales, 2018/03/12]
Imagen: Panorámica del centro
de Manizales, con el Nevado del Ruiz al
fondo. Fuente: RCN Manizales.
Imagen de complemento:
Manizales. Clasificación del Suelo. POT
Manizales: El transporte por cable, para el acceso al hábitat en la
abrupta topografía…In: RCN.
Barrio Bajo Andes en Manizales: cultivos de pan coger y
viviendas sobre las laderas… In: revistainvi.uchile.cl
Manizales… In: viajaporcolombia.com
ENLACES U.N.:
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