lunes, 3 de junio de 2019

Las nuevas rutas de la seda y el viraje geopolítico



Por: Gonzalo Duque-Escobar *

Este, el proyecto de infraestructura más grande en la historia de China, a través del cual los flujos comerciales del mundo que irán ahora de Oeste a Este, extenderán el poder e influencia del gigante asiático a un nivel global sin precedentes, consiste en una red de nuevos puertos, ferrocarriles, carreteras y parques industriales, que además de integrar a Europa y Asia, contempla desarrollos en África y América Latina, lo que evoca la historia de los corredores de la legendaria ruta comercial transcontinental por mar y tierra entre Oriente y Occidente en tiempos de la Edad Media, en la que no sólo se comercializaba oro, jade, especias e incluso seda, sino también ideas, costumbres y religiones.
 
En la Unión Europea, dicha estrategia para la expansión del comercio, el transporte y la logística global es vista por muchos con escepticismo, puesto que los críticos advierten sobre la amenaza para los intereses de la región, argumentando que los países financieramente vulnerables mediante el endeudamiento, al aumentar su dependencia de Pekín pondrán en riesgo el mercado interno europeo, dado que el liderazgo de la nación asiática apunta a fortalecer sus vínculos políticos a través de la expansión de la infraestructura de transporte, al vincular más estrechamente sus mercados a la China.

Pero no solamente el proyecto en curso explica la nueva línea de ferrocarril que conecta la costa oeste de Malasia con sus áreas rurales del este, o una inversión por mil millones de euros en África para financiar el corredor vial que China construirá con sus propios trabajadores sin generar empleos en los países africanos, sino también el impulso a proyectos conjuntos en Arabia Saudita, o con Rusia buscando una revolución del transporte en Eurasia, o de inversiones a punto de realizar en Italia para los puertos de Trieste y Génova, además de  contratos comerciales por 40 mil millones de euros con Francia, y la participación de compañías chinas en obras de Panamá como el cuarto puente del Canal y la tercera línea del metro.

Aún más, hoy, las declaraciones desde China del presidente Xi Jinping y el vicepresidente de Brasil quien reconoce al país asiático como su principal socio comercial, en medio de la batalla entre Beijing y Washington, subrayan la importancia de la sociedad entre estos dos países que representan las mayores economías en desarrollo de oriente y occidente, no sólo para ampliar la cooperación en materia de comercio, ciencia, tecnología e innovación que busca el gobierno de Bolsonaro, o de permitir la iniciativa china de expandir la infraestructura de las nuevas rutas de la seda en Sudamérica, sino también para  desarrollar un potente vínculo comercial entre ambas naciones, como mercados emergentes con un gran potencial.

Y si lo anterior es por ahora sólo la intención de Brasil, país que por sus condiciones de vecindad pasaría a convertirse en el eje de la expansión de las nuevas rutas de la seda en Suramérica, como otra opción a las relaciones comerciales precedentes de un mundo unipolar bajo la hegemonía norteamericana, también, mientras Ecuador, Panamá, Venezuela, Chile, Perú y Uruguay han firmado el memorando para unirse a la iniciativa China de inversión e infraestructura, y Antigua y Barbuda, Bolivia, Costa Rica, El Salvador, Guyana,  Surinam y Trinidad y Tobago han hecho oficial su ingreso al programa, contrariamente Colombia que tiene en la mesa el acuerdo, no se ha decidido a su firma que le abriría más las puertas a la segunda economía global.

Mientras la guerra comercial entre Estados Unidos y China actualmente amenaza el crecimiento global, tal cual lo advierte el FMI, contrariamente la iniciativa China que pondría fin a la supremacía norteamericana en la economía planetaria, gracias al desarrollo de infraestructura vinculando continentes, caso Europa y Asia gracias a la creación del corredor Norte a través de Rusia, y del corredor Sur a través de Irán, o al interior de ellos en África e incluso de América Latina, podría promover la paz y el desarrollo mundial en la medida en que en lugar de expoliar los recursos naturales, se traduzca en un medio de desarrollo y en oportunidades de cooperación para los países, partiendo del respeto a la soberanía de los pueblos.

* Profesor Universidad Nacional de Colombia y Miembro SMP Manizales http://godues.webs.com [La Patria. Manizales, 2018-06-03] Imagen: Nuevas rutas de la seda (Elordenmundial.com) y Corredores bioceánicos por Sudamérica (S3.amazonaws.com).
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