jueves, 20 de noviembre de 2008

MANIZALES FRENTE A UN DESAFÍO AMBIENTAL


Por Gonzalo Duque-Escobar*

Hemos asistido a uno de los desastres más severos de la capital caldense, relacionado con los fenómenos hidrometeorológicos de mediados de noviembre de 2008. Y esto preocupa porque se trata de una ciudad ejemplar en materia de prevención de desastres, donde se ha desarrollado una tecnología para el manejo de aguas y control de la erosión, además de un notable y exitoso sistema de monitoreo para anticipar la evacuación de pobladores en zonas críticas advirtiendo la probable ocurrencia de eventos geodinámicos causados por las lluvias de las temporadas invernales.

Ahora que se da inicio a la reconstrucción de los escenarios afectados, para actuar sobre las causas reales, es importante señalar que la lluvia torrencial solo ha sido el detonante de tales eventos, que la alta susceptibilidad del suelo en el perímetro urbano a los deslizamientos ha sido el principal factor contribuyente, y que la causa real y estructural de semejante desastre pasa por el modelo ambiental urbano y compromete seriamente a la sociedad en su conjunto.

A modo de reflexión, los deslizamientos causados por las lluvias y los flujos de lodo que les sucedieron, en virtud de las graves consecuencias sociales y económicas que han llevado a declarar en alerta roja a Manizales, invitan a examinar dos temas como son el clima y los bosques, donde gravitan causas antrópicas y se infieren acciones de los entes planificadores y ambientales, para procurar un modelo urbano que, antes que presionar el medio circundante, opte por la densificación del espacio ya ocupado.

Asuntos del clima

El desastre ambiental observado en Manizales ha ocurrido como consecuencia de las intensas lluvias de esta temporada, a pesar de que actualmente en el Pacífico tropical prevalecen condiciones casi neutras de interacción de la atmósfera y el mar, las que probablemente prevalecerán hasta inicios del año 2009, dado que los episodios de El Niño o La Niña suelen darse de marzo a mayo.

El calentamiento global, advertido en el deshielo de los nevados colombianos, y que podría alcanzar a 2º C en la zona andina y a 3º C en las regiones costeras colombianas y de la amazonía y oronoquia, durante las próximas décadas, probablemente se estaría expresando con la ocurrencia de lluvias torrenciales y de seguro lo hará con ellas en los próximos lustros.

El clima en toda la zona andina de Colombia es bimodal: las lluvias se inician en Marzo 21 y Septiembre 22 con los equinoccios, y los veranos en Junio 21 y Diciembre 22 con los solsticios. Pero ambas temporadas, la seca y la húmeda, están condicionadas por la temperatura del Pacífico ecuatorial y por lo tanto por los fenómenos recurrentes y no periódicos de enfriamiento (La Niña) y calentamiento (El Niño), en este océano. En las últimas décadas se ha observado una mayor frecuencia de fases cálidas, la que alcanza a entre una o dos veces por década.

Para el caso de Colombia, durante los años de El Niño cuando las temporadas veraniegas son en promedio más secas, arrecian los incendios forestales pero también las depresiones tropicales y los huracanes en el Caribe, alterando con lluvias intensas las temporadas secas de Julio y de Enero. Y una reaparición del fenómeno de La Niña, proceso inverso al de El Niño, hace que de la temporada veraniega y de sequía se pase a una en que las lluvias y deslizamientos sean el común denominador, lo que se refleja en aumentos inusitados de los caudales de los ríos e inundaciones en las zonas bajas mal drenadas.

El rol de los bosques

Es que los bosques, además de retener las aguas lluvias para prevenir el descontrol hídrico, también descargan las nubes y mitigan el descontrol pluviométrico.

Pero lo preocupante ahora, es que en los medios urbanos se empieza a padecer los efectos de la deforestación de los medios rurales y periurbanos. Por el “efecto de pavimento” asociado a los potreros que se conforman en las vecindades de las quebradas se hacen breves los tiempos de concentración de las escorrentías. Y tras los enormes caudales y la erosión de los causes, resulta inminente la conformación de los flujos de lodo y las inundaciones que complementan la desgracia.

En general, la preservación del medio ambiente, invita a intensificar las políticas y los planes forestales, para blindar de paso los efectos sobre el recurso hídrico y la erosión, y en especial para mitigar el riesgo de sequías prolongadas y lluvias más intensas. Lo nuevo es que esto deberá incluir el efecto sobre el hábitat urbano, para no mencionar que la combinación de lluvias torrenciales y procesos de erosión hídrica, afectan también el recurso ictiológico, desde el medio fluvial hasta el marino.

De un lado, con los bosques se garantiza la existencia de las aguas subterráneas y por lo tanto la de los manantiales que le dan estabilidad al caudal de los ríos; sin ellos las corrientes de agua se desbandan en invierno y se secan en verano. Y también con los bosques las lluvias resultan más moderadas y bien distribuidas, dada la condensación de la humedad atmosférica en su ámbito, fruto de la descarga de las nubes que se advierte en el ambiente húmedo de los musgos y en el fresco del aire bajo el follaje. Pero lamentablemente las precipitaciones resultan más copiosas, puesto que ya no existen bosques que puedan condensar la humedad incorporada en las masas de aire que durante el día avanzan desde los valles hacia la montaña.

Epílogo

Sabemos que las laderas de la empinada morfología tropical andina en el territorio vecino a la ciudad de Manizales, por su juventud geológica, al estar afectadas por un intenso ambiente tectónico y expuestas a los fuertes contrastes del clima: en estado natural son altamente inestables; y por lo tanto, que su estado de equilibrio crítico es altamente susceptible de desmejorarse con las talas y los modelados.

Por lo tanto, salvo que se recurra a prácticas con tecnologías que recuperen la estabilidad de largo plazo de las laderas, en el escenario construido y también su periferia inmediata y mediata, los importantes esfuerzos que se han venido haciendo para hacer de la ciudad un escenario ambientalmente viable, como la tecnología desarrollada en Corpocaldas y el Padem, serán infructuosos.

Y de cara al futuro, al estimar que el crecimiento urbano previsto en los próximos 25 años para Manizales, es de tan solo unos 50 mil habitantes- lo que significa que mantendremos el conveniente carácter de una ciudad intermedia y conurbada interactuando con las capitales del Eje Cafetero-, podremos pensar, antes que en cantidad, en calidad de vida, y optar desde ahora por un modelo urbano denso o compacto, más compatible con el medio ecosistémico y con la cultura; y de no persistir en los complejos urbanos cerrados de la periferia citadina que además presionan con su extensión el medio natural, por un modelo mucho más humano.

Manizales, 20 de Noviembre de 2008.

* Profesor Especial Universidad Nacional de Colombia sede Manizales.

Fuente de la imagen: http://img98.imageshack.us/img98/8771/manizales31nx6re6.jpg

2 comentarios:

WINSTON CABRERA S. dijo...

Estimado Gonzalo: Es muy interesante tu escrito, sobre todo que devela la problemática ambiental de Manizales. Es muy cierto que los suelos son muy recientes geológicamente hablando, pero no es menos cierto que la intervención antrópica es el desencadenante principal de lo que hoy sucede en esta querida ciudad. A la naturaleza se obedece respetándola.
Cordial saludo,
Winston Cabrera S.

el papa dijo...

Hola Gonzalo, si es muy preocupante y uno de los problemas más grandes que tenemos aparte de de eso, son las malas condiciones de las vías que nos circundan.
Llenas de huecos, parches mal puestos por otros lados y una pesima interconección de vías en varios sectores de la ciudad, hacen que los camiones y volquetas caigan sobre ellos, aflojando con su peso caido, toda esa estructura de tierra, para al primer aguacero derrumbarse, echándole la culpa los señores de Invias al clima presente. Que lástima, en lo personal ya son varias las veces que he ayudado a sacar personas semitapas por los derrumbes en la ciudad, asi que tenemos que seguir trabajando, para que los eñores del estado se rigan bajo las leyes ambientales de protección, al ejecutar las obras y que realmente funcionen, por que por mas plata que se les invierta, nunca se hará nada, por el contario desmeritar una ciudad, donde la gente por miedo y desconfianza no quiera invertir y el que más mal librado saldrá, es la población común caldense.
Robinson Salazar Martínez
Dirctor, Fundación Selva de Niebla Andina. S.N.A F