Imagen en: http://caleidoscopiosurbanos.blogspot.com/
Por: Gonzalo Duque Escobar *
La galería de Manizales es el fragmento de un territorio urbano en una ciudad intermedia que, tras seis décadas expresando las contradicciones de la vida citadina, exige repensarse e intervenirse para acceder a la modernidad: ya no puede seguir siendo el centro de abastecimiento para esa sociedad industrial de ayer, pues debe prepararse para sobrevivir manteniendo dicha función en medio de una sociedad cada vez más exigente y competitiva, donde el Estado solidario le ha cedido responsabilidades al mercado, y la economía se ha globalizado y deshumanizado. Mientras las grandes superficies de mercado son a la galería lo que la industria y agroindustria es ahora a los productores rurales y artesanales, también los escenarios urbanos con sus propias dinámicas van redefiniendo sus funciones para las actividades comerciales, de servicios, residenciales e industriales, y cambiando conforme evoluciona la propia sociedad.
Tal cual lo advertimos en Manizales, el histórico lugar cuyo singular trazo delata la construcción urbanística de mediados del siglo XX, exige un diálogo entre los actores sociales de la galería, donde gravitan pequeños comerciantes, artesanos y productores rurales, centrado bajo el concepto de que el territorio es una construcción social y por lo tanto que la galería como tal debe ser la consecuencia de un proceso de ordenamiento incluyente, participativo y concertado, que parta del presupuesto de que dicho escenario además de ser el principal referente de la Comuna San José, ha servido a lo largo del tiempo como articuladora del conjunto de zonas y funciones de los medios rurales y urbanos de Manizales.
En efecto, dichas funciones en Manizales se reparten entre una zona industrial mal ubicada en relación a los medios del transporte regional y que debe entrar al tema de la producción limpia; la zona residencial cuya fracción más costosa se ha ubicando sobre el paisaje de chimeneas, cuando los cánones urbanísticos obligan a valorar su función por el carácter paisajístico; la zona de servicios cuyo centro de gravedad es Palogrande, que debe velar por mejorar su nivel de equipamiento y prevenir su “artrosis” funcional; y finalmente, la zona comercial donde entra la galería como parte del centro histórico, hoy un lugar amenazado por procesos de lumpenización que exigen una acción socioambiental profunda, dado que en ella se materializa el sentido y valor cultural e histórico de la ciudad.
En virtud de lo anterior, es evidente que la galería hace parte de los viejos inmuebles donde algunos moradores vigilan del lugar y cuidan su territorio: es que las zonas comerciales de los medios urbanos ya no son sitio para los grandes almacenes y centros mayoristas de antaño, sino que deben ocuparse de servicios culturales y nutrirse de espacios agradables, donde el productor rural y el artesano realicen su trabajo, que no es justamente el resultado de la actividad industrial. En efecto, mientras la industria se ocupa de bienes generados con economías de escala y producción en serie cuyo destino es la gran superficie comercial, la producción artesanal y rural de mayor impacto por su extensión social, tiene como destino otros lugares como la galería y las tiendas de barrio, pues en ellas prima el soporte de las cadenas productivas ligadas a organizaciones de pequeños productores que hacen la oferta de bienes y servicios con soporte cultural, y de haberes y saberes ancestrales, sin la intromisión perjudicial de intermediarios.
Lo anterior, supone avanzar en la defensa de la galería procurando la intervención del Estado, para mejorar la calidad del hábitat, la organización de los pequeños productores y comerciantes, implementar el banco de oportunidades para empresas sociales, y sobre todo para la valoración, protección y recomposición del tejido social, so pena de dejar en manos del mercado a los pequeños productores rurales y artesanales, y a los pequeños negocios en que rematan sus cadenas productivas, y con ellos a las comunidades más vulnerables. Es que el futuro de la galería también depende de una economía rural cada vez más deprimida, donde urge una reconversión agropecuaria orientada hacia la producción limpia con el apoyo del Estado centrado en políticas de ciencia y tecnología, para que el usuario de la ciudad encuentre diferencias estructurales entre esta oferta, y la proveniente de empresas industriales y agroindustriales intensivas en agroquímicos, pesticidas, fungicidas y abonos de base química.
* Profesor Universidad Nacional http://www.galeon.com/gonzaloduquee
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