Por Gonzalo Duque-Escobar *
Los 60 años de la Galería de Manizales, lugar donde la administración avanza con un plan parcial como parte del macro-proyecto de Renovación Urbana de San José que hace uso de un instrumento del Plan de Ordenamiento Territorial de la ciudad, ameritan una mirada al significado de dicho lugar en la perspectiva del pasado, también a examinar la naturaleza y enfoque de los procesos del presente, y por último a encontrar en el contexto el significado de los cambios urbanísticos para su futuro, por tratarse de uno de los sectores más representativos y al tiempo más olvidados y deteriorados de la ciudad, a pesar de que, desde antaño como en culaquier lugar, la plaza de mercado ha sido el destino primordial de los caminos rurales que alimentan la ciudad de productos frescos del campo, cuya oferta al lado de bienes artesanales, saberes y haberes culturales que alternan con ventas de baratijas y segundas, convocan y confunden en medio del bullicio, los regateos y los olores, a campesinos y habitantes de diferentes clases sociales.
Como referente urbano, la galería, por cumplir un uso fundamental del suelo como plaza de mercado a lo largo de la historia, presenta las características relevantes y diferenciales propias de un activo del patrimonio cultural de la ciudad que se inserta en el escenario con funciones comerciales vitales para su desarrollo, acompañando sus dinámicas y mutando con sus cambios en todos los tiempos: en los de Manizales cuando era la aldea de caminos de arriería, su lugar natural fue la plaza principal que funcionaba en días festivos; y creado el Departamento (1905) cuando Manizales contaba con unos 30 mil habitantes, tras el crecimiento del comercio, consecuencia de la explosión de la economía cafetera, hacia 1910 ese escenario separa funciones quedando las del comercio para la Plaza Alfonso López, donde toldos y tenderetes se van transformando en barracas, y estas en pabellones tras secar la cañada del lugar y adecuar el terreno, para mutar hasta conformar unas galerías propias de una plaza de mercado al llegar a contar con siete pabellones en dos manzanas, entre el Colegio de la Presentación (1905) y los Agustinos (capilla en 1903 y templo en 1923). Pero pasada la mitad del siglo XX, cuando la ciudad superaba los 125 mil habitantes, se diseña y construye la actual Plaza de Mercado, por José María Gómez M., Alfonso Carvajal E. y Jorge Arango U., dotada de un magnífico edificio emplazado en un novedoso trazo acorde con la época.
En cuanto al proceso, cualquier transformación urbana de carácter fundamental, como el de la comuna San José en atención a su carácter de proyecto de interés social, no sólo debe estar mediada por mecanismos de planeación participativa y concertación ciudadana, sino que también debe mostrar una acción profunda de recuperación del tejido social y coherencia entre los problemas y soluciones que plantea, tal cual se propuso en la formulación que hiciera la Universidad Nacional para el proyecto primigenio (2008). De lo contrario el esfuerzo fiscal y económico con las enormes posibilidades del proyecto, pueden subyacer frente al natural costo social y ambiental, consecuencia del traumatismo de las obras. Esto para prevenir la exacerbación de un potencial conflicto en caso de darse la frustración de las visiones, expectativas y sueños colectivos, por ser asuntos susceptibles de enmendarse, a pesar de las falencias estructurales de la gestión que parecen advertirse de los esfuerzos por socializar el proyecto con quienes debieron ser actores responsables de su construcción.
Finalmente, en relación al contexto en que debe darse la transformación del epicentro del sector constituido por la Plaza de Mercado, no solo se debe reconocer el valor urbanístico y funcional del lugar y potenciar la organización social, para proyectarlo adecuadamente al futuro como principal referente de la comuna, sino y sobre todo para que al lado de las tiendas de barrio y abundancias de la ciudad, continúe siendo el eje articulador entre una función de abastecimiento vital para el medio urbano y la función productiva más primordial del medio rural de Manizales, sino también para que separe y especialice sus funciones diferenciándolas de la otra oferta de bienes industriales adecuada para las grandes superficies de mercado. Además, admitiendo que la necesaria modernización del lugar exige dotarlo de equipamientos y espacios públicos adecuados para mejorar las nuevas funciones misionales, adecuando su rol histórico como elemento constitutivo del centro urbano, habrá que cuidar con la renovación urbana la naturaleza y funciones complejas de las viviendas, para no desnaturalizar las actividades vitales de los moradores del lugar, privilegiando artesanos, pequeños comerciantes y oferentes de oficios menores especializados, como actores esenciales de la economía urbana que se complementa con la del campo en el citado lugar.
* http://www.galeon.com/gonzaloduquee Imagen: capturada de video de La Patria TV
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