jueves, 20 de abril de 2017

La dureza de una tragedia

La dureza de una tragedia
LA PATRIA. EDITORIAL. Jueves, Abril 20, 2017

Fecha de publicación:
Jueves, Abril 20, 2017

Cerca de 156,4 milímetros de lluvia durante la noche del 18 y el amanecer del 19 de abril, que es el promedio aproximado de precipitaciones en un mes en tiempo normal en Manizales, llevó a que se produjera una emergencia que aún nos tiene sorprendidos a todos. De acuerdo con el más reciente informe oficial 16 personas murieron y 7 siguen desaparecidas, mientras que hubo 23 lesionados, 100 viviendas afectadas y unas 400 familias evacuadas en forma preventiva en 25 barrios. En la capital de Caldas es de ingrata recordación la madrugada del 5 de noviembre del 2011, cuando 48 personas perdieron la vida en un gran deslizamiento de tierra en el barrio Cervantes.

En otros crudos inviernos, como los del 2008, 2010 y 2012, también se tuvieron situaciones complicadas por numerosos derrumbes e inundaciones, pero sin víctimas mortales, por fortuna. Ahora volvemos a padecer el dolor que deja la muerte en este tipo de hechos, que nos remontan a épocas como las de mediados de los 80 y principios de los 90, cuando barrios como San Fernando, La Carolita, La Sultana, 20 de Julio y otros más, casi siempre habitados por personas humildes, se convirtieron en tristes cementerios. Esta vez ya fue necesario declarar la alerta roja y la calamidad pública.

Ahora el llamado más urgente es por la solidaridad con quienes han tenido que sufrir en carne propia el rigor del invierno. Además de las ayudas ciudadanas que llegarán por varios canales, que ojalá se unifiquen a través de la Cruz Roja, se requiere que el Gobierno Nacional apoye en forma decidida a Manizales para que los sectores afectados renazcan y que los damnificados reciban la mejor atención posible mientras pueden echar a rodar de nuevo sus proyectos de vida. Quienes lo perdieron todo, inclusive familiares, deben recibir un apoyo más allá de la triste coyuntura que hoy padecen. El presidente Juan Manuel Santos que ayer visitó los lugares de la tragedia ya se comprometió a entregar una ayuda efectiva a la ciudad.

Es cierto que el Municipio y Corpocaldas han construido importantes obras de estabilización en todo Manizales, y que así se han podido mitigar los efectos del invierno durante varios lustros, pero lo ocurrido ayer nos pone de frente ante la realidad de que seguimos siendo muy vulnerables, y donde menos se espera es posible que se produzca una emergencia causada por el invierno. Esto nos deja como lección que en ningún momento podemos relajarnos y creer que si pasa el tiempo sin tragedias es porque ya estamos lejos de todo riesgo por lluvias.

Ante hechos tan palpables como que el Cerro de Sancancio parece derretirse, que lugares que no estaban en el inventario de alta vulnerabilidad ahora están en esa lista, es clave que reflexionemos como ciudad acerca de la relación que tenemos con el entorno y la cada vez más apremiante necesidad de no solo construir más obras públicas de estabilidad, sino de fortalecer la protección del medio ambiente, los bosques, las riberas de los ríos y demás lugares que al ser maltratados son punto de arranque de desastres. Son lecciones que deben quedar claramente traducidas en herramientas de planificación como el Plan de Ordenamiento Territorial (POT).

Los niveles de humedad del suelo en la ciudad son bastante altos, y esperamos que no ocurran más aguaceros como el de antenoche. En las actuales condiciones podrían venir nuevas emergencias de dimensiones incalculables, ojalá que no. En el mediano y largo plazo se requerirá que de manera juiciosa la Administración Municipal y Corpocaldas, con el apoyo del Gobierno Nacional, ejecuten más obras de estabilización de laderas y trabajen en trasladar a lugares seguros a las familias que hoy están en zonas de riesgo.

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