domingo, 17 de septiembre de 2017

Paisaje y Región en la Tierra del Café


CONGRESO REGIONAL DE MITIGACION
AL CALENTAMIENTO GLOBAL
  
Paisaje y Región en la Tierra del Café
Parte 1: La construcción del territorio.
Parte 2: El desafío ambiental del agua.
Por Gonzalo Duque – Escobar*
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Manizales, Septiembre 13 de 2017
Portada: El loro multicolor, ave emblemática de Caldas. Fuente: http://www.ornitologiacaldas.org
 
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Presentación:
  • El Paisaje y su importancia para la Región Caldense y la Ecorregión Cafetera, en la construcción de este Territorio biodiverso, multicultural y mestizo de Colombia, donde los desafíos ambientales asociados al cambio climático, pasan por el tema del agua.
  • El Paisaje como un texto que va expresando las dinámicas del medio transformado con su base natural y los procesos culturales, es el carácter mismo de cada Región como contexto de un espacio geográfico específico, con sus múltiples contenidos, y por lo tanto de cada Territorio entendido como una construcción social e histórica.
  • Este trabajo a nombre de la SMP de Manizales y la U.N. de Colombia, que ha sido elaborado haciendo uso de documentos previos citados en la bibliografía, se ha presentado, en el marco del CONGRESO REGIONAL DE MITIGACIÓN AL CALENTAMIENTO GLOBAL, programado en el Teatro 8 de Junio de la Universidad de Caldas entre los día 11 a 13 de septiembre de 2017, en Manizales.
Imagen: Finca cafetera. Darío Augusto Cardona | LA PATRIA
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Parte 1: La construcción del territorio
 
Premisa:
Un territorio, es una construcción social e histórica.
Imagen: Rama del cafeto. Adaptado por GDE.
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La sociedad cafetera
 
Los habitantes de la “Tierra del café”, poseemos una cultura donde inciden determinantes de la caucanidad y la antioqueñidad, relacionados con los modos de producción de la minería en la Colonia y con los de la actividad agraria que florece en el Siglo XX, en ambos escenarios.
Primero, en la minería aurífera los modos de producción fueron diferentes: en la Provincia del Cauca se soportaba en la esclavitud, mientras en la de Antioquia dependía del trabajo del minero independiente. Segundo, mientras el modelo agrario caucano era el latifundio soportado en un régimen de servidumbre, el modelo de producción cafetera, surge del trabajo asalariado y del minifundio propiedad del colono.
No obstante, el cafetero también se enriquece del aporte librepensador del caucano de clase media, fruto de una apertura cultural que lo orienta al comercio: el payanes que al explotar el oro de Barbacoas recibía información de la Capitanía de Panamá, también recibía información del Virreinato del Perú por depender de Quito, e información de la Nueva Granada con quien finalmente comerciaba.
Pero tras décadas de verdaderas proezas cafeteras, abandonamos un modo de producción que engrandeció a Colombia entre 1900 y 1970, por apostarle a la Revolución Verde con el monocultivo del café y renunciar a la caficultura orgánica: los campesinos con solo dos años de escolaridad, al no poder asimilar el modelo financiero y tecnológico de la caficultura moderna, vendieron su tierra para emigrar a la ciudad generando una inversión demográfica en la que el país rural se urbaniza.
Hoy las estadísticas señalan que la proporción de población con Necesidades Básicas Insatisfechas en Caldas, es 17.76%, contra 0.99% en Manizales donde se concentra más del 50% del PIB caldense. Esto simplemente obliga a considerar nuestra pobreza campesina no sólo bajo parámetros de pobreza monetaria, sino de otros factores para plantear soluciones a la inequidad regional y social, y a las deficiencias en el desarrollo de las capacidades humanas de la población.
Imagen: Manizales en el alba de los años 20. Obra del Maestro Luis Guillermo Vallejo.
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El territorio del Eje Cafetero
 
La Ecorregión Cafetera es un territorio complejo, mediterráneo, biodiverso, pluricultural y mestizo, que ubicado en el sector más septentrional de los Andes de Sur América, en el centro del occidente de Colombia y sobre las cordilleras Occidental y Central, v el corredor del Rio Cauca, está conformado por el Norte del Valle y Noroccidente del Tolima, y por los departamentos del Caldas, Risaralda y Quindío.
Esta ecorregión, donde habitan cerca de 2,7 millones de habitantes, cuenta con cuatro Parques Naturales Nacionales PNN: el de los Nevados con sus volcanes activos que se encumbran hasta 5311 msnm y una extensión de 583 kilómetros cuadrados; el Tatamá, un lugar indómito de 519 kilómetros cuadrados ubicado sobre el parteaguas de la confluencia entre el Pacífico Biogeográfico y el Eje Cafetero; la Selva de Florencia, un frágil relicto de bosque fluvial declarado PNN en 2005, que con 100 kilómetros cuadrados de superficie y altitudes entre 850 y 2400 msnm sobresale por un endemismo que involucra al 71% de sus especies de ranas, y poseer más de la mitad de estos anfibios registrados en la Cordillera Central; y el Santuario de Fauna y Flora Otún-Quimbaya ubicado sobre la vertiente occidental de la Cordillera Central, un área protegida para el departamento de Risaralda con sólo 489 hectáreas declarada PNN en 1996, que se integra al Parque de los Nevados en la cuenta alta del río Otún.
La construcción de un territorio de paz, obliga a acuerdos regionales sobre acciones integrales, en función de objetivos estratégicos que generen sinergias culturales y ambientales, buscando resolver los conflictos y las problemáticas socio-ambientales de la ecorregión, a partir procesos participativos que propendan por la equidad en el gasto público, el empoderamiento del territorio, como del diseño de políticas públicas en materia social, ambiental y económica y de la transformación de las ventajas comparativas culturales y naturales, en factores de competitividad, implementando estrategias de C&T imbricadas con la cultura.
Imagen: el Triángulo de Oro de Colombia
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Los desastres acechan
 
Tras la erupción del Ruiz y desaparición de Armero en 1985, el país logra implementar el Sistema Nacional para la Prevención y Atención de Desastres SNPAD que institucionaliza la gestión del riesgo; y aunque inicialmente se diseñó una dependencia del Ministerio de Gobierno para atender las fases de emergencias, y luego a raíz del terremoto del Eje Cafetero de 1999 para abordar la fase de reconstrucción, posteriormente tras las Niñas 2007/8 y 2010/11, el SNPAD  fortalece su desarrollo organizacional para ocuparse de la prevención y mitigación de los desastres, al tiempo que se crea el Fondo Nacional de Calamidades.
Según el Departamento Nacional de Planeación DNP, entre 2006 y 2014 uno de cada cuatro colombianos resultó afectado por desastres climáticos conexos a factores antrópicos como la deforestación y el calentamiento global. Esto significa un total de 12.3 millones de damnificados en dicho período, de los cuales 9.4 se vieron afectados por deslizamientos e inundaciones.
Ahora, en el marco territorial, dado la alta exposición de las zonas pobladas a las amenazas y deterioro ambiental causado por actividades conflictivas, según el DNP, la más afectada en esos catorce años fue la Región Andina, seguida de otros departamentos.
Las mayores consecuencias invernales de dicho período, las sufrieron Antioquia, Cundinamarca, Caldas, Tolima, Cauca y Santander con el 52% de las 3181 vidas perdidas; en cuanto a viviendas destruidas, el mayor nivel con un 47% de las pérdidas, se dio en Nariño, Chocó, Bolívar, Boyacá, Cundinamarca y Santander; y por infraestructura vial afectada, puntearon Huila, Nariño, Cundinamarca, Santander y Cauca, con el 66 % del total.
La deforestación que se expresa en el descontrol hídrico y pluviométrico, y en sequías y desabastecimiento, obliga al desarrollo de políticas públicas ambientales, que le apunten a un modelo urbano más humano y más verde, implementando una planificación con un enfoque biocéntrico y previsivo, donde se desarrollen instrumentos que permitan enfrentar la problemática socio-ambiental del riesgo asociado al cambio climático.
Imagen: Volcán Nevado del Ruiz. Archivo particular http://www.eltiempo.com Imagen: Tala y quema de árboles, en Monografias.com.
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La dimensión socio-económica 1
 
Fundado Manizales (1849), el poblado de bahareque y de caminos de arriería, vive un primer período de economía de subsistencia y guerras civiles que llega hasta la guerra de los Mil días (1900-03).
En los albores del siglo XX la aldea entra a un segundo período de acumulación gracias al café; es el de los cables y ferrocarriles que llevan dicho producto más allá de los mares.
Sigue un tercer período de verdadero desarrollo económico, el del los Jeepaos y las Chivas, cuando se abren los caminos rurales para electrificar el campo y dotarlo de acueductos, escuelas y puestos de salud, con el concurso de la Federación Nacional de Cafeteros (1927) y sus Comités de Cafeteros.
Finalmente, a partir de 1970 entramos a un cuarto período de crisis, en el que palidecen los poblados cafeteros y el campo, no sólo por el deterioro de los términos de intercambio, sino también por las consecuencias demográficas y ambientales de la Revolución Verde.
Y tras palidecer la sociedad industrial de ayer y haber desmontado el Estado solidario, nuestra sociedad ahora fragmentada entra a un quinto período, el de la globalización de la economía y la cultura.
Imagen. Papal de Murillo, Tolima. Óleo GDE.
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La dimensión socio-económica 2
 
Además de una desaceleración de la economía colombiana en el 2016, caracterizada por una tasa negativa en la inversión y una tendencia a la baja en el consumo final, En Caldas la inflación nuevamente estuvo por encima del promedio nacional, y el desempleo sube ubicándose en una tasa de dos dígitos.
Mientras el Eje Cafetero participa con el 4,1% del PIB nacional, el PIB de Caldas que entre 2004 y 2014 creció en promedio 2,6%, contra una media nacional anual del 4,8%, al año 2013 sólo llegó al 1,4% del total del país, con un per cápita de U$ 5500, contra U$ 8100 de la nación.
La estructura del PIB en Caldas, que en 2016 participa con el 1,5 del PIB nacional, muestra la siguiente participación por sectores: Sector primario: 12,4% (Agro y ganadero 11,4%, Minas y canteras 1%); Sector secundario 27,4% (Industria manufacturera 11,9%, Electricidad, gas y agua 5,5%, Construcción 10,9%); Sector terciario 51,9% (Servicios sociales, personales y comunales 19,4%, Bancas Seguros e Inmobiliario 16%, Comercio 10,5%, %, transporte, almacenamiento y comunicaciones, 6%.); Impuestos: 8,3%.
Caldas, con 984.000 habitantes, participa con el 1,5% del PIB, del cual más del 50% se concentra en Manizales cuya población de 393.000 representa el 40% de los habitantes, y el 35% restante del PIB se genera en los otros 26 municipios donde habita el 60% de dicha población.
Una oportunidad para resolver esa brecha, puede surgir de un nuevo modelo urbano “más verde e incluyente” que descentralice la infraestructura social y económica, y que contemple la conurbación del Eje Cafetero, además del aprovechamiento de proyectos estratégicos como la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero PCC, siempre y cuando se apliquen estrategias de C&T que incluyan la Cultura y se orienten las políticas públicas hacia la consolidación de un territorio más justo, equitativo y soberano, y al desarrollo del capital social en la ecorregión.
Imagen: NBI de Caldas según datos del DANE al 2012.
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La dimensión ambiental 1
 
La Ecorregión Cafetera entendida como un territorio mestizo, biodiverso y pluricultural, según el Museo Samoga se puede representar con cuatro escenarios:
– El Mundo de la Tierra: El alto occidente, que como tierra de resguardos donde se conservan la lengua Umbra y Embera, y se preservan territorios de negritudes, con el Currulao como ícono musical, además de ser una subregión panelera, es una preciosa tierra minera: en el oro de Marmato y Riosucio existe más novela y poesía que en el café.
– El Mundo del Agua: El Magdalena centro, que es tierra de ranchos de hamacas, de chinchorros, de subiendas de bagres, nicuros y bocachicos, del bunde y la guabina, este territorio ubicado aguas arriba del magdalena medio, ha forjado su historia no solo en los vapores por el río, sino también en la expedición botánica.
– El Mundo del Aire: La región cafetera, tanto la que empieza en Neira y llega hasta el norte del Valle del Cauca, como la que avanza por Manzanares, es la de las chivas, el bambuco, el bahareque, los cables aéreos, los Ferrocarriles Cafeteros y la música de carrilera; la historia de dicho territorio se remonta a la Colonización Antioqueña del siglo XIX.
– El Mundo del Fuego: La región San Félix-Murillo y Ronsesvalles, de fértiles tierras y de paisajes andinos, que tiene sus propios íconos en el cóndor, el pasillo, la ruana de Marulanda, la palma de cera, el bahareque de tabla y el sombrero aguadeño; es la zona fría de la alta cordillera con sus caminos de arriería, donde se emplazan el segmento norte de los volcanes de Colombia que abriga el PNNN y la Mesa de Hervéo.
Imagen: Los mundos de Samoga, en http://www.bdigital.unal.edu.co/50853/
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La dimensión ambiental 2
Si Colombia alberga el 50% de los páramos del planeta, en la Ecorregión contamos con varios de esos páramos: de un lado, el del PNN de los Nevados en vecindad de la Mesa de Hervéo y una ceja de Páramo de Sonsón, ambos ubicados sobre la Cordillera Central y a más de 5.000 msnm; adicionalmente, el continuo de farallones de la Cordillera Occidental ubicado al sur de los Complejos Paramillo y Frontino-Urrao, con sus notables alturas como el Cerro Caramanta del Complejo Citará y el Tatamá del Macizo Tatamá.
Además, en este territorio verde donde existen conflictos severos entre uso y aptitud del suelo, y los eventos extremos por el calentamiento global acechan, se debe avanzar en el ordenamiento de las cuencas, emprender acciones de adaptación al cambio climático, asegurar el suministro de agua potable y preservar los frágiles ecosistemas.
Al igual que, Santa Marta y Valledupar lo deben hacer de cara a la Sierra Nevada, o Manizales, Ibagué, Pereira y Armenia pueden lograr importantes desarrollos articulando los beneficios de la economía verde a la economía del conocimiento, pero de forma sostenible. En el caso de la Sierra Nevada, porque Santa Marta al desconocer los saberes de las comunidades ancestrales locales ha sufrido inundaciones urbanas en temporadas invernales, consecuencias del uso indebido de las cuencas. Y en el caso del Complejo Volcánico Ruiz Tolima, donde vimos el desastre de Armero  y Chinchiná en 1985, porque al afectar la estabilidad de esos ecosistemas andinos, en especial con actividad minera y de urbanismo en su zona de amortiguamiento se ponen en severo riesgo los ecosistemas estratégicos sin importar la biodiversidad ni la amenaza del Calentamiento Global que compromete los servicios ambientales y el patrimonio hídrico vital para las conurbaciones de las capitales cafeteras e Ibagué.
La mega-minería que amenaza los ecosistemas andinos y el agua en toda la alta cordillera, ha desestructurado el patrimonio cultural del occidente caldense en Marmato – Riosucio.
Como principio debe plantearse que mientras el oro y el carbón como recursos pueden ser explotados, el agua y la biodiversidad son un patrimonio. Mientras los recursos son una mercancía objeto de explotación por el mercado, el agua, el suelo y la biodiversidad como bienes patrimoniales que deben preservarse, sólo deben ser objeto de aprovechamientos responsables.
Imagen: Bambusa Guadua. En Villegas Editores.
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El PCC: un macroproyecto integrador
 
El Pasaje Cultural Cafetero de Colombia, conformado por 47 municipios en su área principal y 4 más de su área de influencia, comprende 340.000 hectáreas de la zona rural en 858 veredas cafeteras donde habitan cerca de 500.000 personas, y 3.500 hectáreas de zonas urbanas de los municipios de Aguadas, Belalcázar, Chinchiná, Neira, Pácora, Palestina, Risaralda, Salamina y San José en Caldas; Montenegro, Salento y Filandia en Quindío; Apía, Belén de Umbría, Marsella y Santuario en Risaralda; así como El Cairo en el Valle del Cauca.
La declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero como patrimonio de la humanidad, representa una oportunidad para hacer de dicho instrumento un factor de desarrollo rural integral, mediante la implementación del “bioturismo”- concepto que incorpora cultura y medio ecosistémico -, apalancado con un programa de vías lentas que cruce poblados lentos.
Lo anterior supone recuperar la economía campesina, y la reconversión del modelo agrario cafetero, uno y otro soportados en una agroindustria que en lugar de aportarle valor agregado al café, con los monocultivos y el uso de productos químicos, ha destruido la biodiversidad y convertido la caficultura en una economía de enclave.
Con el Paisaje Cultural Cafetero, la suerte de los pequeños poblados cafetaleros dependerá del papel del transporte rural como catalizador de reducción de la pobreza, del bahareque como arquitectura vernácula, de la salud del suelo y del agua, del sombrío para la biodiversidad, de las sanas costumbres, y de un cúmulo de elementos tangibles e intangibles de nuestro patrimonio cultural y natural.
Pero el bioturismo que se soporta en lo autóctono y en la biodiversidad, exige una revolución educativa, para hacer viables la reconversión productiva, el desarrollo de la identidad cultural, el fortalecimiento del tejido social y la solución de la brecha de productividad entre ciudad y campo, y eficaz el apoyo institucional.
Imagen: Paisaje Cafetero. Por Luis Guillermo Vallejo.
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1.
La integración urbano-regional
 
Si bien cada capital cafetera independientemente considera legítima su economía basada en actividades diversas, dada su proximidad, en lugar de competir, deben complementar sus economías e implementar un sistema de conectividad y movilidad interna para conurbar sus áreas metropolitanas buscando consolidar un clúster urbano: articular esfuerzos hacia la consolidación de la Región del Eje Cafetero, es la única estrategia para resolver la limitación de su pequeña participación frente al PIB de la Nación.
Además de atender las demandas ambientales de las cuencas blindando los ecosistemas estratégicos de la ecorregión cafetera, y de priorizar la acción del Estado en la formación de capital social frente al crecimiento económico, se debe avanzar en los procesos de identidad cultural en las diferentes subregiones, y en un nuevo modelo urbano que redistribuya la infraestructura social y económica, para lograr ventajas asociadas a la construcción de sinergias territoriales a partir de diferencias naturales y culturales.
Si Manizales y Pereira logran la articulación de un la Subregión Centro Sur y el Área Metropolitana del Centro Occidente, abrazando a Santa Rosa de Cabal y Marsella para llegar hasta Cartago y Armenia, se conformaría un mercado interno de 1,5 millones de habitantes con grandes beneficios derivados de impactos económicos, ambientales y sociales, fruto de unas nuevas dinámicas como la complementariedad de la economía risaraldense y caldense, las economías de escala para inversiones que aprovecharán el nuevo escenario de oportunidades, de un sistema integrado de transporte que dinamice la movilidad a nivel de la ciudad región, y de la prestación de servicios públicos entre los municipios de la subregión, entre otros beneficios.
Imagen: Antiguo Ferrocarril de Caldas, cuyo corredor puede albergar un tren de cercanías Fotografía del C de H de Manizales.
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Agenda y estrategias
 
El Eje Cafetero debe resolver su condición mediterránea y la articulación territorial, mediante cinco estrategias:
Primero con los corredores viales para acceder a los mercados internos sobre el Eje Cali-Medellín y el Altiplano (Transversales y Autopistas);
Segundo encontrando una salida al mar más expedita (la Navegación del Magdalena y el Corredor Férreo del Cauca entre Urabá y Buenaventura);
Tercero materializando un aeropuerto de gran tamaño como Aerocafé para hacer viable el Paisaje Cultural Cafetero, complementado con Matecaña;
Cuarto fortaleciendo el transporte rural por ser un catalizador de la reducción de la pobreza, en especial mejorando la conectividad Norte –Sur del Oriente Caldense con Tolima y Antioquia;
Quinto expandiendo las TIC por toda la geografía regional, para una estrategia educativa que fortalezca la identidad cultural y la cultura ciudadana, y que incorpore la ciencia y la tecnología a los saberes ancestrales;
Sexto integrando el Transporte Urbano de las áreas metropolitanas de Pereira y Manizales, en el marco de un proyecto de Ciudad Región, impulsando además del transporte autónomo interno, el tren de cercanías entre las capitales cafeteras.
NOTA: Dado que un Jumbo puede levantar desde Palestina un 49% más de carga que desde Rionegro y un 3% más que desde el Altiplano, el Aeropuerto del Café al desempeñarse como aeropuerto Low cost y de Caga pesada complementando al José María Córdoba y El Dorado, conformaría un nodo aéreo que no solo dimidiaría la distancia entre Norte América y el Cono Sur, sino que por su mayor alcance admitiría vuelos transoceánicos que harían viable el Paisaje Cultural Cafetero.
Imagen: Flujo aéreo global mostrando tres nodos con protagonismo en Latinoamérica, en los aeropuertos de El Dorado, Sao Pablo y México, donde cada uno moviliza cerca de 30 millones de pasajeros por año.  en.wikipedia.org
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Posición geoestratégica
 
Con la Hidrovía del Magdalena y con el sistema ferroviario cruzando la cordillera a baja altura por Caldas, aprovechando el estrechamiento de la cordillera y las rocas estables para perforar un túnel por el norte de Cerro Bravo, el país podría tener un sistema intermodal de carga viable, si la inversión en infraestructura se soporta en la locomotora del carbón andino para hacer viable el modo férreo y la hidrovía del Magdalena.
Según la Cámara Colombiana de Infraestructura (CCI), mientras el sistema multimodal en Europa moviliza el 60% de las mercancías, en Colombia por falta de articulación entre los modos fluvial y ferroviario, solo se alcanza el 1,5%.
Si en la cuenca del Magdalena se genera el 30% de la carga de la región Andina y el 40% del PIB, el centro de gravedad se localiza en el Altiplano. Entretanto en el occidente colombiano donde se genera el 40% de la carga y el 30% del PIB, el centro de gravedad está localizado al norte del Valle.
Con la extensión del sistema ferroviario detonaría el desarrollo de condiciones favorables en sus dos nodos de conectividad sobre el Eje Cafetero, al surgir las mayores plataformas logísticas de la Región Andina de Colombia, cuando se desarrollen los Corredores Logísticos del Altiplano a los Mares y el de Buenaventura con Urabá, pasando por el Km 41.
Imagen: Red ferroviaria de Colombia estableciendo los corredores logísticos para la salida del Altiplano hasta Urabá y Buenaventura, y un paso interoceánico entre Urabá y Cupica mediante el Ferrocarril Verde complementado con la hidrovía del Atrato.
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Plataformas logísticas 2
 
Las dos plataformas logísticas a implementar, deberán dotarse de Puerto intermodal, Polígono industrial y Zona franca, como infraestructura complementaria ubicada en los nodos donde se cruzan los nuevos corredores logísticos.
Dado lo anterior, con trenes y la hidrovía soportadas en la locomotora del carbón andino, dichas plataformas logísticas pueden ser viables al contar con medios de transporte a gran escala y económicos, energía y agua suficientes, y grandes volúmenes de carga.
El carbón andino saliendo a Buenaventura, cuyo potencial permitiría exportar hasta 30 mil toneladas por día, sería el puntal para la viabilidad económica del desarrollo ferroviario y el desarrollo de las hidrovías, dos medios que sin carga suficiente no resultan viables. Dado el calentamiento global, Colombia solo cuenta con 40 años para exportar sus abundantes reservas de carbón térmico andino de alta calidad.
Gracias a un potencial de 210 yacimientos mineros existentes en el Eje Cafetero, se podrían aprovechar, entre otros minerales las jaguas y fraguas del oro de las explotaciones de Marmato y del oriente de Caldas, las calizas que afloran en Neira y en Victoria, las arenas silíceas de Pueblo Rico y Cerro Bravo, y el manganeso de Apía y Viterbo, para exportar commodities estratégicos.
De dichas industrias, según Gabriel Poveda Ramos, estos serían los productos a obtener: de los desechos auríferos, sulfuros de varias clases, ácido sulfúrico y zinc metálico; de las rocas calcáreas, fertilizantes, acetileno, cianamida, cloruro y cemento; de las citadas arenas, silicato de sodio, sílice gel y carburo de silicio; y del manganeso, bióxido de manganeso electrolítico.
Imagen: Reservas medidas de carbón, en Millones de Toneladas. UPME.
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PARTE I: Conclusiones
 
Una región debe soportarse en un territorio, entendido como un sujeto con identidad cultural resultado de procesos sociales e históricos. El transporte rural como catalizador de la reducción de la pobreza y las TIC, son fundamentales para consolidar el territorio.
Entre los asuntos fundamentales, se requiere fortalecer la identidad bajo el presupuesto de que la Ecorregión Cafetera es un territorio Mestizo, Biodiverso y Pluricultural.
Deben implementarse políticas públicas soportadas en procesos de C&T y cultura, para construir un territorio ambientalmente sustentable, socialmente equitativo y económicamente viable.
Urge un nuevo modelo urbano soportado en sinergias territoriales y en acuerdos para resolver la integración regional, abordando temas sustantivos como: pobreza, ruralidad, agua, cuencas, inversión pública, servicios públicos y movilidad urbana.
De implementarse un sistema de transporte que abrigue las áreas metropolitanas y rur-urbanas de las capitales cafeteras, crecerán la economía y las oportunidades sociales de la población.
Mientras la infraestructura sugerida para implementar un sistema modal del transporte para la zona andina, permitirá el desarrollo de nodos estratégicos en Honda-La Dorada, y en La Felisa – Km 41- La Virginia, Aerocafé será la fórmula para apalancar la apertura del Paisaje Cultural Cafetero.
Además, la integración del Eje Cafetero que empieza por consolidar las áreas metropolitanas de sus capitales y obliga a diferenciar competencias en las funciones urbanas, para a consolidar nuestra Ciudad Región, también será la fórmula para estructurar un eje de desarrollo en el Occidente Colombiano entre Medellín y Cali.
Para el desarrollo del Eje Cafetero, se hace necesaria la integración de los entes territoriales departamentales, y de la articulación de estos a la RAP del Pacífico, como estrategia para lograr además de la autonomía institucional, la descentralización de los recursos de la Nación y la gestión de los macro proyectos regionales.
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Parte 2: El desafío ambiental del agua
 
Premisa:
Urge un enfoque biocéntrico en la adaptación al cambio climático y la
gestión del agua.
Imagen: Los mundos de Samoga, en http://www.bdigital.unal.edu.co/50853/ 
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Efecto invernadero
 
A lo largo de los 4.600 millones de años de historia de la Tierra, se han dado  fluctuaciones climáticas de enormes dimensiones. Igualmente entre 1550 y 1850 hubo una “pequeña glaciación” a nivel global, asociada a un periodo frío en el que se presentaron tres picos fríos (1650, 1770 y 1850); dicha pequeña edad del hielo acompañada de lluvias, coincidió con un período de baja actividad en las manchas solares. Para entonces, la superficie de los glaciares del PNNN alcanzó cerca de 100 kilómetros cuadrados, cuantía cerda de 10 veces superior a la extensión actual.
Dado que Colombia es un país con una alta vulnerabilidad al cambio climático, por sus características físicas, geográficas, económicas, sociales y de biodiversidad, veamos los fundamentos del actual cambio climático:
El calentamiento global es la teoría que predice el crecimiento futuro de las temperaturas del planeta, durante las próximas décadas, a partir del incremento en el valor medio de la temperatura observado en la atmósfera terrestre y en los océanos del planeta.
El clima del planeta siempre ha variado, el problema del cambio climático es que el ritmo de estas variaciones se ha acelerado durante las últimas décadas, de manera anómala. El efecto invernadero se da como consecuencia de actividades antrópicas que incrementan la presencia de gases como Metano, Dióxido de carbono y Nitrógeno, en la atmósfera.
Estos gases que permiten la vida en la Tierra, atrape parte del calor del Sol que se refleja por el planeta. El calor atrapado por la atmósfera de la Tierra, mantiene la temperatura media global en +15º Celsius; si se incrementa ese valor hasta 18ºC, se causan fenómenos nocivos.
La Imagen muestra la pérdida de energía de la energía radiante. Al cambiar la frecuencia de la radiación y no poder escapar, se genera el efecto de invernadero. En amarillo se muestra el efecto sobre la luz solar incidente; y en rojo, sobre la radiación infrarroja reflejada.
Imagen: Efecto del Dióxido de carbono y del Metano al reemitir la radiación en onda larga a la superficie terrestre, causando el efecto Invernadero. Fuente: fvsa.org.ar.
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El clima bimodal
 
En la región andina de Colombia, el clima es bimodal: cada año tenemos dos temporadas secas que parten desde los equinoccios (junio 21 y diciembre 22), y dos húmedas a partir de los solsticios (marzo 21 y septiembre 22). Los mayores niveles de precipitación media anual, se registran en el Chocó Biogeográfico, a causa de la evaporación del Océano Pacífico y el efecto de brisa entre el mar y el continente.
Contrariamente, en la zona Norte y Oriental del país el clima es monomodal: mientras en la Amazonía contamos con dos períodos de invierno, uno mas intenso que el otro, en la Orinoquia se da una temporada húmeda de 3 meses que finaliza entre septiembre y octubre, y otra seca el resto del año. Mientras en la Orinoquía el clima es tropical seco de sabana con altas temperaturas todo el año, en la Amazonía es de tipo cálido ecuatorial y en extremo húmedo, con oscilaciones térmicas poco significativas; dado que su temperatura media mensual se aproxima a los 26°C y las abundantes precipitaciones promedian 2.500 mm anuales durante todo el año.
Al interior, el sistema montañoso andino ofrece una variedad de climas determinados por los cambios de altitud y pisos térmicos, donde las ciudades ofrecen un clima cálido y en menor proporción templado en las ciudades a más de 2000 metros de altitud y frío por encima como en el caso de Bogotá (2,600 msnm) y otras ubicadas en los Altiplanos Cundi-boyacence y de Túquerres e Ipiales.
La Ecorregión Cafetera, gracias a su ubicación mediterránea en el centro y occidente de los Andes más septentrionales de América, donde la interacción de la atmósfera de la zona ecuatorial en conexión con el Pacífico y en menor grado con la altillanura y la Amazonía, proveen un ciclo hidrológico dinámico, cuenta con un patrimonio hídrico abundante aunque asimétricamente distribuido.
Allí, donde el agua puede convertirse en un notable factor de desarrollo y de bienestar social para la región, también el modelo agroindustrial cafetero soportado en monocultivos y en el uso de productos químicos, se constituye en una amenaza creciente como consecuencia del cambio climático y el avanzado estado de deforestación de sus cuencas.
Mapa: Precipitaciones en Colombia. Fuente: Toda Colombia
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El Niño y La Niña
 
Urge reflexionar en Colombia sobre el desafío de la amenaza relacionada con el cambio climático, tema que deben enfrentar los planificadores urbanos y autoridades. Si la superficie de bosques existente en el mundo  alcanzaba a 3.870 millones de hectáreas en 2001 según la FAO cada año se pierden 14,2 millones de hectáreas a causa de la deforestación, una cifra que representa hasta un 20% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
El fenómeno meteorológico del ENSO conocido como El Niño y La Niña, se explica por anomalías de temperatura en el Océano Pacífico, que se constituyen en freno para el desplazamiento natural y regular de la Zona de Confluencia Intertropical ZCIT,  esa  franja de bajas presiones en la zona Ecuatorial que con su dinámica explica el clima bimodal colombiano. Cualquiera de ambas condiciones, cuyos registros se remontan a épocas prehispánicas, se propaga y mantiene por meses  sobre las regiones tropicales causando cambios notables en las temperaturas y regímenes de lluvias a nivel global.
En los períodos de El Niño, las temporadas de invierno y verano del año son más secas para la zona andina colombiana, y más frecuentes e intensos los huracanes del Caribe. Durante La Niña, ocurre lo contrario: temporadas más húmedas a lo largo del año, con menos tormentas tropicales.
Aunque el desarrollo del ENSO es de carácter cíclico y comportamiento errático, a largo plazo la fuerza de este fenómeno puede cambiar como consecuencia del calentamiento global, generando eventos climáticos extremos como inundaciones o sequías en diferentes regiones del planeta.
Imagen: ZCIT en Wikipedia
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Cambio climático
Al subir la temperatura del planeta este siglo, entre 1,8º y 4º C de acuerdo a las características que presenten diferentes zonas, como consecuencia de la fusión de los glaciares también se incrementará el nivel medio de los océanos entre 18 y 59 centímetros dependiendo de la gravimetría de cada lugar. Para no exceder el límite de 2°C antes del 2050, a nivel mundial habrá que reducir: el 80% del carbón, la mitad del gas y un tercio del petróleo que se destina como combustible.
Con los compromisos actuales en reducción de emisiones, al 2100 el calentamiento superaría los 3 °C y con 20% de probabilidad sobrepasaría los 4 °C, cuantía suficiente para intensificar los eventos climáticos extremos como precipitaciones inusuales, severas sequías, aumento en el nivel del mar y desaparición de glaciares, y sus correspondientes fenómenos colaterales: inundaciones, deslizamientos, incendios forestales.
Además de un incremento alto del nivel del mar en el Caribe, las cuantías del calentamiento esperadas para Colombia son del orden de +3º C en la Región Andina y de +4º C en nuestras regiones costeras y de la Orinoquia y la Amazonía. Cada variación en 1ºC en el régimen de temperatura media, altera la base climática de los ecosistemas en 170 metros de altitud.
En los últimos 20 años los damnificados por desastres naturales en el mundo, sumaron en promedio cerca de 200 millones por año, cifra que triplica los 65 millones de víctimas anuales causadas por epidemias, adversidades tecnológicas y conflictos armados a nivel global.
Imagen: Pronóstico global de incremento de la temperatura para el cambio climático, en: apod.nasa.gov
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Colombia biodiversa
 
Con 9.153 especies endémicas y 56.343 registradas en 2016, entre los doce países biodiversos del mundo Colombia es el segundo, al tiempo que es el primero en aves y en orquídeas. También somos segundos en plantas, anfibios, mariposas y peces dulceacuícolas; terceros en palmas y reptiles, y cuartos en mamíferos. Sí en anfibios poseemos más de 700 especies de ranas, y en vertebrados terrestres unas 2.890 especies de las cuales 456 son mamíferos y 520 de reptiles, también poseemos cerca de 55.000 especies de plantas, de las cuales 1/3 son endémicas.
Si Colombia alberga 4.812 especies protegidas por la Convención Internacional sobre el comercio de especies en peligro, además de haber perdido el 18 % de la riqueza natural en las últimas décadas, presenta un sombrío panorama ya que cerca de 1.200 especies están amenazadas, entre ellas 66 que están en alto riesgo de extinción, entre las cuales se incluyen 11 especies de orquídeas, 31 de mamíferos y 10 de aves.
Pese a lo anterior, aunque contamos con el 60 por ciento de los páramos del planeta y con 59 áreas protegidas a nivel nacional, la biodiversidad está en riesgo en 38 de 81 ecosistemas por factores antrópicos que los destruyen, explotan o contaminan. Adicionalmente, por la tala indiscriminada y la presión sobre los ecosistemas, contamos con alrededor de 1.200 especies en peligro crítico, e introducimos 922 al país, 22 de ellas clasificadas como invasoras.
Según el Reporte de Estado y Tendencias de la Biodiversidad de Colombia, presentado por el Instituto Humboldt en 2017, no solo el 50 % de los cocodrilos están amenazados, seguidos por las tortugas con el 37 %, sino que también para el 20 % de los reptiles no existe la información suficiente que permita categorizarlos.
Imagen: Especies Endémicas de Colombia, en https://www.sibcolombia.net
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Humedales
 
Los humedales, como zonas de alta productividad en las que el agua es el principal factor que controla el ecosistema, son fuentes de diversidad biológica. La Convención Ramsar tomó en cuenta las funciones ecológicas fundamentales de los humedales colombianos como reguladores del ciclo del agua, hábitat de animales y plantas características, especialmente de aves acuáticas y mitigación del cambio climático.
Según el Instituto Alexander von Humboldt, en 20 millones de hectáreas equivalentes a cerca del 17% de nuestra superficie continental, tenemos 31.702 humedales, de los cuales el 48% están en nuestras Orinoquia y Amazonia. Pero cerca del 93% de estos ecosistemas, al estar amenazados por acciones antrópicas y por el cambio climático, requiere figuras de conservación.
Al observar la extensión de los humedales de Colombia, no se visibilizan en los mapas por la escala, ecosistemas valiosos como turberas y otros humedales de páramo y bosques andinos que regulan los caudales de las regiones más pobladas de Colombia y que contribuyen a las dinámicas del clima.
Sobresalen por su extensión varios reservorios, como marismas y manglares en la costa del Pacífico desde el sur de Tribugá hasta el río Mira, y en especial sobre el delta del Patía donde aparece Tumaco; o ciénagas y madre viejas en corrientes de meandros, como las comprendidas entre el río Meta y el piedemonte de la Cordillera Oriental; o las rondas del río Guaviare y en parte del Vichada e Inírida; además de las vaguadas del Putumayo, Caquetá y Vaupés; y el valle del Atrato aguas abajo de Vigía del Fuerte, y en parte del San Juan; o en regiones como el Magdalena Medio y Bajo y el Bajo Cauca, donde a pesar de ecocidios agroindustriales, mineros, etc., sobresalen, además de la Ciénaga Grande de Santa Marta, La Mojana, la Depresión Momposina y el área del Sinú-San Jorge.
Los seis humedales emblemáticos de Colombia son: 1. La Ciénaga Grande de Santa Marta, Sistema Delta Estuarino del Río Magdalena. 2. El Sistema Lacustre de Chingaza. 3. El Complejo de Humedales de la Laguna del Otún. 4.  El Delta del río Baudó. 5. El Complejo de Humedales de la Estrella Fluvial del Inírida. Y 6. La Laguna de la Cocha.
Imagen: Coberturas según ocupación y uso del territorio en Colombia. IDEAM.
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Bosques en Colombia
 
Colombia está dividida en seis regiones naturales: dos costeras en sendos océanos, dos más sobre el naciente de cara a las cuencas de la Orinoquía y Amazonía, una insular de pequeña extensión, y la región andina que soporta la mayor proporción de la población del país.
Para combatir los dos flagelos que podrían acabar con los recursos forestales del país en cien años, como lo son la ilegalidad forestal y la pérdida de los bosques naturales, se requiere avanzar en el desarrollo de una cultura forestal, del suelo y del agua que abarque a todos los miembros de la cadena forestal, e incluso a los consumidores finales.
En el primer semestre de 2016, Colombia empezó a negociar bonos de carbono. En dicha estrategia para combatir el cambio climático, al estimar cuánto carbono acumulan los bosques del país, el IDEAM estimó nuestro potencial en el mercado de los bonos de carbono, calculando el potencial de carbono almacenado en la biomasa aérea, así: si en Megagramos de carbono por hectárea, según el instituto tenemos entre 79,1 Mg C/ha y 168,9 Mg C/ha, entonces la reserva de carbono nacional total expresada en Petagramos de carbono, oscila entre 4,7 Pg C y 10,0 Pg C y representa 17,1 Pg CO2 equivalentes y 36,6 Pg CO2 equivalentes, que no han sido emitidos a la atmósfera. Para el efecto, 1Mg son 1000 Toneladas y 1 Pg son 1000 millones de Toneladas.
Si en la gran cuenca del Amazonas, se utilizan para fines medicinales y culturales más de 1 300 especies de plantas forestales, en Colombia, que es el tercer país de Sudamérica en cobertura boscosa, se aprovechan cerca de 500 especies forestales. Si los bosques capturan el carbono mitigando el calentamiento global al absorber el dióxido de carbono (CO2) y fijarlo en forma de biomasa, también son el hogar del 80% de la biodiversidad mundial de plantas y animales.
Debemos hacer un llamado sobre el deterioro de nuestros bosques andinos y selvas tropicales, consecuencia de la deforestación y del comercio ilegal de la madera, entre otras acciones que se constituyen en severa presión antrópica sobre estos frágiles y vitales ecosistemas.
En dos siglos la extensión de guaduales en Colombia se redujo de unos doce millones de hectáreas a sólo cincuenta mil. En la ecorregión cafetera donde el patrimonio arquitectónico se soporta en el bahareque, en lugar de llevar los cafetales hasta la quebrada, se deberían recuperar los bosques de galería sembrando guaduales para proteger los cauces.
Si bien la región Andina presenta el 26 % de su superficie deforestada, en Colombia donde  la tasa de deforestación alcanza al doble del promedio mundial de acuerdo con las cifras de la ONU, en los departamentos de Chocó, Vichada, Caquetá, Meta y Casanare, se presenta la mayor incidencia.
Imagen: Mapa mostrando en verde las coberturas boscosas de Colombia. IDEAM.
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La Ecorregión Cafetera
 
Mientras que por superficie, la cobertura de bosques del país llega al 53.5% y la de humedales al 17%, cada año deforestamos cerca de 300 mil ha, 100 mil de ellas en la región Andina que con el 24% de la superficie continental y el 75% de la población, solamente posee el 13% de la oferta de agua superficial y subterránea del patrimonio hídrico de agua dulce del país. De las cincuenta mil hectáreas de extensión de guaduales existentes en Colombia, cerca de 20 mil hectáreas están en la zona cafetera y 6 mil en Caldas.
Y en cuanto a la Ecorregión Cafetera, donde los paisajes están dominados por potreros, cafetales, plantaciones forestales, plataneras y cañaduzales, también la infraestructura y uso de agroquímicos, le pasa factura a los ecosistemas boscosos. Al año 2002 en este verde y deforestado territorio, mientras el suelo apto para potreros es el 4%, la cobertura en dicho uso alcanza el 49%; y mientras su potencial forestal es el 54%, sólo posee el 19% de su superficie en bosques; y en 2002 de unos usos agrícolas y agroforestales cuyo potencial es del 21% y 20% en su orden, la cobertura agrícola subía al 30%.
Así como hemos visto la migración de los cafetales conforme el clima ha venido cambiado, avanzando 170 m en altitud por cada grado centígrado de incremento en la temperatura, también en el PNNN ya se advierte el calentamiento global con la pérdida de los glaciares: entre 1979 y 2010 la superficie de los hielos perpetuos en el Complejo Volcánico Ruiz – Tolima ha pasado de 32 o 29 a 12 o 10 kilómetros cuadrados.
Aunque tanto en el Oriente de Caldas como en el alto San Juan, gracias a la alta precipitación existe un patrimonio hídrico excedentario susceptible de aprovechamientos responsable, se tiene un potencial riesgo para el suministro de agua en el Corredor del Río Cauca y Norte de Tolima asociado al déficit severo de precipitación en temporadas de El Niño y a la limitación por la precariedad de los acuíferos, consecuencia de las rocas impermeables, morfología y deforestación entre Irra y La Pintada.
Imagen: Coberturas potenciales y actuales en la Ecorregión Cafetera, según SRI-Alma Mater.
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El agua subterránea
 
Mientras en grandes regiones como Australia y EE.UU. el 60% del agua utilizada proviene del subsuelo, en Colombia, donde el 31% del agua dulce está contenida en acuíferos y la Ley ha tenido que legislar para proteger los páramos, hace falta garantizar el carácter patrimonial y de bien público del agua subterránea.
Para el IDEAM, el estudio de este tema de las aguas subterráneas del país ha sido fundamental, no solo porque para muchos lugares se constituye en una fuente alterna de abastecimiento de agua sino también porque, en otras regiones es la única fuente disponible. De ahí que también recomiende, además de la evaluación de acuíferos y protección de las zonas de recarga, su monitoreo para definir estrategias y lineamientos de política pública y programas orientados al planeamiento, desarrollo, uso, protección y manejo de dicho bien estratégico y patrimonial.
Aunque en el país las cuencas hidrogeológicas con posibilidades de aprovechamiento abarcan el 74% del territorio, según el estudio “Zonas hidrogeológicas homogéneas de Colombia” del IDEAM (2005), mientras el 56% de dicha área corresponde a la Orinoquía, Amazonía y Costa Pacífica, y el 31,5% a la región Caribe e Insular, sólo el 12,5% está en la Región Andina, que es la más densamente poblada.
En la Ecorregión, Cafetera mientras la copiosa precipitación del oriente caldense contrasta con las rocas impermeables que hacen deficitario el agua subterránea en el deforestado cañón del Cauca con su precaria precipitación y morfología del relieve desfavorable, para el sistema subterráneo sobresalen las zonas de recarga de páramos y bosques de los PNN y reservas forestales de la alta cordillera, de la Selva de Florencia, y de la zona del Roble y el alto del Nudo. Y como acuíferos, el extenso valle magdalenense, los valles de los ríos La Vieja y Risaralda, y la Región de Santagueda.
Imagen: Regiones Hidrogeológicas de Colombia, según la aptitud hidráulica de las Rocas, IGAC.
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Seguridad hídrica
 
Aunque seguimos siendo uno de los países con más abundancia hídrica del planeta, en las zonas con mayor población el patrimonio hídrico, además de recurso ser cada vez más escaso, presenta menor calidad, sólo le llega al 15 % de las personasen buenas condiciones.
Con precipitaciones anuales promedio de 1.800 mm y unas 720 mil cuencas hidrográficas, Colombia alcanza una oferta de 7.859 kilómetros cúbicos de agua superficial y subterránea, de los cuales el 25% son las aguas de las escorrentías anuales.
Colombia requiere implementar una política de “seguridad hídrica”, soportada en tres objetivos: factores. El primero, garantizar la disponibilidad de agua suficiente para el abastecimiento humano; el segundo, fortalecer la capacidad para manejar este recurso de forma sostenible y con participación de los sectores que la usan, y tercero, mantener un nivel de riesgo que sea aceptable para los habitantes, la economía y el ambiente.
Según el Estudio Nacional del Agua, ENA, nuestro rendimiento hídrico estimado en 56 l/s/km2, es 5,2 veces superior a la media mundial y 2,7 veces a la de América Latina; de ahí la necesidad de fortalecer el Sistema Nacional de Áreas Protegidas que alberga el 62% de los nacimientos de agua, ya que abastecen al 50% de la población y al 20% del sistema de generación hidroenergética.
El país vierte 9 mil toneladas de materia orgánica contaminante por año a los acuíferos y cuerpos de agua, provenientes del sector agropecuario y residencial, a las que se suman 200 toneladas anuales de mercurio proveniente de la actividad minera.
Imagen. ENA: rendimiento hídrico de Colombia, en litros por segundo por kilómetro cuadrado.
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No todo lo que brilla es oro
 
Según el PNUD y el Ministerio de Ambiente, no solo las fuentes de agua, reservas naturales y zonas protegidas del país están en riesgo por el incremento de las explotaciones mineras, que amenazan con recrudecerse por el crecimiento en la concesión de títulos para la explotación, sino también los pobladores por los daños a término indefinido que genera esta actividad en los territorios intervenidos.
A diferencia de una minería artesanal y limpia que puede coexistir con la minería industrializada subterránea si se practica con responsabilidad social y sin comprometer biomas estratégicos, la mega minería y la minería ilegal, son dos flagelos que amenazan el frágil ecosistema andino en la Ecorregión Cafetera.
Si en el siglo XVI la Nueva Granada producía el 39% el oro del mundo, y hasta el siglo XX Colombia participaba con el 30%, hoy con 56 toneladas por año ocupa el puesto decimocuarto a nivel mundial y el segundo en Sudamérica.
La mayor proporción de la minería aurífera estimada en el 80% del oro del país, es de la minería ilegal. En nombre de esta actividad empresarial, a las fuentes de agua del país se vierten 200 toneladas de mercurio al año, 100 de ellas en Antioquia.
En una inédita sentencia de la Corte Constitucional de Colombia, el caudaloso Atrato del Chocó biogeográfico, fue declarado un sujeto objeto de derechos que el Estado debe proteger: gracias a esta histórica decisión, al verificar en el lugar la depredación ambiental del río y de sus afluentes, se  ordena la protección y recuperación de su territorio, mediante un plan de acción que neutralice y erradique las actividades de la minería ilegal y otras desgracias socioambientales.
A la Depresión Momposina donde los ríos Cauca, Cesar y San Jorge desaguan al río Magdalena, convergen las aguas servidas llevando el mercurio de 1.200 minas de aluvión y los vertimientos de la Región Andina donde habita el 70% de los colombianos.
Imagen: Marmato, Caldas, en Así Es Colombia  WordPress.com
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Las cuentas azules
 
Colombia, cuenta con 2.011 kilómetros cúbicos de aguas de escorrentía y 5.848  kilómetros.
Pero a pesar de dicha abundancia, el deterioro ambiental causado por procesos como la  deforestación, la destrucción de humedales, la urbanización y los estragos de la minería ilegal, que cada año cobran una fuente de agua. A dicha problemática del agua también agravada por una gobernabilidad débil, se suma el costo económico de los frecuentes desastres naturales de origen climático.
Si el coeficiente Gini (en donde 0 significa distribución con igualdad y 100 concentración de la propiedad), para la tierra según el IGAC es del 88%, en el agua es del 90%. Si más de la mitad de los departamentos presentan un mayor coeficiente de Gini para el agua que para la tierra, las concesiones de agua también debería ser objeto de una reforma para atenuar la desigualdad en Colombia, dado que el derecho al agua es un derecho humano fundamental, y un requisito esencial para la concretar otros derechos humanos como el derecho a la salud.
En Colombia, al año en 2008 la participación del agua en el PIB nacional fue del 10% (incluido un 2% por la hidroelectricidad), además los costos económicos de la contaminación hídrica ascendieron al 3,5% del PIB, y según el Banco Mundial el costo oculto de la mala calidad del agua y de los servicios de saneamiento, podría ascender al 1% del PIB.
A este panorama se añade que, como consecuencia del calentamiento global, mientras en los años secos nuestra oferta hídrica ya se ha reducido el 38%, en las épocas invernales de La Niña sufrimos las consecuencias de graves inundaciones que dejan cerca de 2 millones de damnificados por temporada.
Según la Defensoría del Pueblo, en Colombia, de 1122 municipios 521 consumen agua sin tratamiento alguno, el 70% de ellos con riesgo para la salud y en el 21% sanitariamente inviable.
Imagen: Emberas-Chamíes, en Espacios Vecinos.
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PARTE II: Conclusiones 
 
Señala el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, que “El clima es un bien común, de todos y para todos…. La humanidad está llamada a tomar conciencia de la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de producción y de consumo, para combatir este calentamiento”.
El Desarrollo de dichas políticas públicas ambientales, será fundamental para enfrentar la problemática del riesgo asociado al del cambio climático, y a la crisis del agua que se expresa en descontrol hídrico y pluviométrico, y en sequías y desabastecimiento de agua., lo cual obliga a emprender una reconversión productiva que permita corregir los usos conflictivos del suelo.
En la Ecorregión Cafetera, un territorio biodiverso que alberga al 7% de las especies de plantas y animales del país donde el paisaje estuvo dominado por bosques, ahora solo se conserva menos del 20% de dicha cobertura.
En la ecorregión, se deberán emprender políticas públicas para darle coherencia a las acciones ambientales y sociales del PCC, incluyendo el tema del calentamiento global. Para corregir el uso conflictivo del suelo, y en particular para resolver la enorme problemática de la deforestación y potrerización, el sector agropecuario deberá implantar la agroforestería, y el ganadero emplear las practicas silvopastoriles.
El Nuevo Ordenamiento Territorial en cada Plan de Desarrollo, deberá  Implementar políticas de ciencia y tecnología imbricadas con la cultura, para resolver la brecha de productividad que sume en la pobreza a los medios rurales que en el caso de Caldas suma 270 mil habitantes.
Habrá que hacer ajustes y trazar nuevos enfoques en las políticas públicas del país y en el ordenamiento territorial en materia de adaptación al cambio climático, dotándolas de una orientación socio-ambiental, y redefiniendo el verdadero carácter del agua, el suelo y la biodiversidad, erróneamente considerados un recurso y como tal un objeto de mercado, y no un patrimonio inalienable.
De lo contrario, además de hacer inviable el territorio, en uno o dos siglos como máximo, en nombre de un modelo de desarrollo deshumanizado y centrado en el crecimiento económico, y por lo tanto en el consumo, en virtud de las falencias de un Estado débil y de una sociedad indolente y no previsiva, habremos agotado la biodiversidad del país.
Entre las medidas de adaptación al cambio climático, además de implementar una política pública orientada a la seguridad hídrica, se combatir la corrupción como factor que reduce la eficiencia de la acción del Estado, y urge una reforma estructural que corrija la concentración de la propiedad del suelo y del agua.
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GRACIAS
 
Este documento que se soporta en dos trabajos: CALDAS EN LA ECORREGIÓN CAFETERA (2014) y AGUA Y CLIMA (2016), ambos de autoría propia, se ha elaborado a nombre de la U.N de Colombia y la SMP de Manizales, para ser presentado en el CONGRESO REGIONAL DE MITIGACION AL CALENTAMIENTO GLOBAL. Teatro 8 de Junio de la Universidad de Caldas. Manizales, 30 de Agosto de 2017.
* Gonzalo Duque Escobar Profesor Universidad Nacional de Colombia y Miembro SMP Manizales https://godues.wordpress.com
Manizales, 13 de  Septiembre de 2017.
Contraportada: Barranquillo o Barranquero. Ave emblema de Manizales. Fuente: en.wikipedia.org
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