Ecorregión Cafetera: Minería y Medio Ambiente
Por: Gonzalo
Duque-Escobar*
Ahora que avanzan las consultas populares mineras en Caldas,
como instrumentos que deben garantizar la autonomía territorial y la democracia
participativa, ¿por qué no exigir la institucionalidad del proceso de consulta
creando un órgano técnico consultivo departamental de carácter participativo y
permanente, donde concurran expertos representativos de los actores sociales
del territorio? Lo anterior para incorporar de forma adecuada en el POT las
áreas de actividad minera que resulten viables y para prevenir los mecanismos
de consulta sin base social representativa en procesos que temporalmente
superan un mandato.
***
Imagen. Colombia: Territorios indígenas V.S. Títulos mineros. https://geoactivismo.org / y Yacimientos mineros, en www.mpdi.com
Preámbulo
Sabemos
que, desde el punto de vista del bien explotado, la minería no es sostenible,
dado que el recurso extraído no se recupera; no obstante, podemos hablar de una
minería limpia, socialmente responsable, y que sea productiva transformando la
materia prima, si en lugar de enclaves económicos optamos por apalancar el
desarrollo, y como tal por el respeto de los derechos bioculturales del
territorio y por el desarrollo tecnocientífico de nuestras fuerzas productivas.
Esta premisa, que resulta fundamental para el caso de América Latina y
Colombia, dado que la región tiene una participación relevante en las reservas
mundiales de los principales minerales metálicos, también aplica al Eje
Cafetero donde, según el inventario minero de Ingeominas (1974), se da razón de
120 yacimientos distribuidos así: 124 en Caldas, 60 en el Quindío y 36 en
Risaralda.
América
Latina se ha convertido en destino importante de inversiones para la
explotación minera. Junto con la abundancia de minerales, la región ofrece
condiciones atractivas para empresas extractivas, lo que explica el crecimiento
de las exportaciones de materias primas mineras, que en peso casi se duplicaron
en los últimos 20 años. De acuerdo con datos de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe -CEPAL, Chile es el principal productor de cobre,
Brasil el tercero de hierro, México el mayor productor de plata, y Perú está
entre los primeros de plata, cobre, oro y plomo. No obstante, con la pandemia
han caído las inversiones extranjeras en Latinoamérica un 45%, por encima del
35% de la media mundial según la ONU.
***
América Latina
Imagen: Izq. Incidencia económica y potencial
de la minería en América Latina. https://revistas.udca.edu.co/
Der: producción de minerales 2005-2018, en millones de toneladas métricas. https://es.statista.com/
En
Latinoamérica, donde la extracción ha aumentado 6 veces entre 1970 y 2017,
Brasil, Chile, México y Perú concentran el 85% de las exportaciones de
minerales y metales a nivel global; y así se haya ganado participación en las
reservas de oro, plomo, níquel, plata y zinc, y se haya perdido en cobre,
litio, hierro, estaño, bauxita y alúmina, a nivel mundial cuenta con el 61% de
las reservas de litio (Chile 48,2% y Argentina 12,8%). Adicionalmente el flujo
de ingresos de inversión extranjera directa IED en minería, se concentró en
Chile (40%), Brasil (24%), México (15%) y Colombia (14%).
Ahora,
así en la producción aurífera el rol de América Latina sea discreto, para
entender el caso colombiano, aunque el país aparezca sólo en el puesto 21 como
productor del preciado metal, se requiere conocer el contexto regional del
sector, ya que entre 2016 y 2019 con 45 toneladas de oro como promedio anual, a
nivel de Latinoamérica somos el quinto productor, superados sólo por Perú,
Brasil, México y Argentina, lo que significa que contamos con un PIB minero
donde el sector metalífero no sólo ofrece posibilidades significativas, sino
que también enfrenta grandes desafíos.
En
primer lugar, así como en América Latina y el Caribe las nuevas tecnologías de
extracción minera, especialmente las que conllevan cianuro y ácido sulfúrico
son las que más afectan territorios y comunidades por el alto impacto sobre
recursos vitales como el agua y la biodiversidad, en Colombia con el mercurio
en actividades extractivas ilegales ocurre lo mismo; de ahí la represión de las
protestas comunitarias ante proyectos mineros que generan conflictos
socio-ambientales en América Latina, donde las manifestaciones se enfrentan con
represión, criminalización y judicialización de la protesta.
Segundo,
para advertir las características del subdesarrollo, basta mirar la composición
promedio 2015-2017 del valor de las exportaciones de minerales y metales, por
grado de elaboración y por regiones, para comprender la vulnerabilidad al
deterioro de los términos de intercambio. Para América Latina y Caribe:
Productos Primarios (PP) 37%, Productos Semielaborados (PS) 43% y Productos Elaborados
(PE) 20%; para África: PP 21%, PS 57% y PE 23%; contrariamente para EE UU y la
Unión Europea PP 6 y 3%, PS 43 y 26% y PE 51 y 71%; y para el mundo: PP 9%, PS
38% y PE 53%.
Y
tercero, las fluctuaciones fiscales por la volatilidad de los precios de
productos con bajo nivel de transformación en estos países minero-dependientes.
Según la CEPAL, los ingresos tributarios y no tributarios por explotación de
minerales en lo corrido del siglo variaron dramáticamente, alcanzando mínimos
de 0,20% en 2002 y 0,25% en 2016, y máximos de 1,58% en 2007 y de 1,35% en
2011. Como referente, durante el boom de 2007, dichos ingresos en Colombia
tuvieron una participación del 0,5% en el PIB, y en el caso de Chile donde las
concesiones son regresivas al privilegiar el mercado por sobre la propiedad del
Estado, aportaron 8,1% al PIB.
***
El caso de Colombia
Imagen: Colombia Izq. Regalías por producto minero. Der:
Exportaciones y PIB Minero 2010-2020. https://www.valoraanalitik.com/
Entonces:
¿qué hacer en el país para sortear los devenires en materia fiscal, prevenir
situaciones de enclaves mineros, y evitar conflictos en los que las
explotaciones ilegales pasan factura al medio ambiente y comunidades que sufren
desplazamientos y la desaparición de sus líderes? La respuesta es simple; habrá
que fortalecer el Estado para lograr metas en crecimiento, pero con desarrollo,
lo cual exige no sólo una minería legalizada con equidad social y
ambientalmente responsable, sino también con valor agregado, y que parta de la
gobernanza minera y del respeto de los derechos bioculturales en los
territorios.
El
conflicto en la minería asociado a confrontaciones entre modelos de
sostenibilidad ambientales, puede ser visto desde perspectivas sociales,
ambientales y políticas, entre otras. Así, por ejemplo: los grandes conflictos
de Colombia, pasan por los temas energéticos, mineros y de infraestructura.
Igualmente, una de las locomotoras del Plan de Desarrollo “Prosperidad para
todos”, contempla la minería. Y dado que en las últimas décadas el sector minero
se ha caracterizado por sus graves problemáticas ambientales y sociales, tras
haber “ablandado la legislación ambiental” para atraer la inversión extranjera,
en Colombia se presenta por el gobierno como fórmula concesionar las áreas
mineras del país.
Con la
hidrovía del Magdalena extendida al Tolima Grande, y el Ferrocarril del
Pacífico entre Urabá y Buenaventura transitando por el Corredor del Cauca,
ambos sistemas articulados con el Ferrocarril Cafetero, es viable desarrollar
las hidrovías y trenes en la región andina, para exportar commodities en lugar
de materias primas por sendos corredores logísticos de Colombia, gracias a la
calidad y abundancia del carbón colombiano que podría ser exportado, pese a un
escenario de precios bajos en los energéticos, del agotamiento del petróleo y
de las restricciones a los combustibles fósiles por el calentamiento global.
Si en
razón al cambio climático a nivel mundial habrá que reducir durante las
próximas décadas el 80% del carbón, la mitad del gas y un tercio del petróleo,
como quiera que en Europa sólo quedan las turberas tras décadas de explotación
y agotamiento, Colombia tiene una oportunidad para exportar un carbón de
calidad dadas sus voluminosas reservas, por lo menos en los próximos 40 años.
En la
oferta mundial exportable de carbón térmico durante 2013, Colombia ocupó el
sexto lugar con un volumen exportado de 46 Mt, correspondiente al 8,61% del
total mundial exportado. Ya en 2020, por factores como la pandemia con 49.5
millones de toneladas pasó al quinto lugar, contra 82.4 millones de toneladas
del año 2019. Según la UPME, las reservas medidas del país suman 6.648 millones
de toneladas (MT) medidas: en efecto se trata de un carbón duro, de alto poder
calorífico y bajo contenido de azufre. De ellas, la del carbonífero de
Antioquia que involucra a la Ecorregión
Cafetera, cuenta con 90 MT de un carbón de 5000 calorías por kilogramo, mineral
subbituminoso que se califica como combustible térmico clase 1A; las de la
costa norte colombiana explotadas por el Cerrejón (3.670 MT) y la Drummond
(1538 MT), empresas que juntas exportan 60 MT año, al igual que las existentes
en Córdoba estimadas en 381 MT, son de 6000 calorías por kilogramo, y
finalmente el mineral de Boyacá–Cundinamarca cuyas reservas suman 412 MT, es
aún mejor: 7000 calorías por kilogramo.
***
El caso del Eje
Cafetero
Imagen: Dinámica del PIB en
el Eje Cafetero 1976-2010. JI Morales G. In Blog de GDE.
En
Caldas, donde al 2021 se han otorgado 367 títulos mineros en 26 de los 27
municipios, y actualmente se tienen 262 solicitudes de propuestas de concesión,
para la Agencia Nacional de Minería 42 equivalentes al 16 % de las propuestas,
que tienen viabilidad técnica, fueron viabilizadas. Actualmente los principales
minerales explotados en el departamento, son metales preciosos, materiales de
construcción y, en menor proporción, asfaltita, piedra caliza, mármol y
arcillas: los escenarios que históricamente han
merecido atención, son: Marmato, un pueblo colonial anclado en la
montaña y situado en la vertiente occidental del río Cauca sobre el macizo de
los Mellizos de la cordillera Occidental, y el sector de la mina de Tolda Fría
ubicada en la Vereda Montaño, adscrita al Distrito Minero Manizales-Villamaría,
vecina al PNNN y a la Reserva Forestal Protectora de Chec, cuyo sistema de
explotación subterráneo, al llegar la gran minería industrializada, con las
perforaciones profundas penetrando la cuenca hidrogeológica, logrará alterar la
dinámica y dirección del flujo subterráneo conectando estructuras geológicas
permeables, y comprometer con ello fuentes de agua y ecosistemas de áreas
protegidas vitales en cuencas hidrológicas vecinas.
En las
microcuencas de la Q. Manizales y la Quebrada La María existe minería casi
desde la fundación de la ciudad. A pesar de la vecindad al Parque Nacional
Natural de los Nevados y a la primera fuente de agua de Manizales (Q.
Gallinazo), una pequeña minería, limpia y de carácter artesanal, puede resultar
viable en caso de incorporar prácticas amigables con el medio ambiente. Igual
ocurre con Marmato: donde cientos de familias de etnias mayoritariamente
negras, mulatas e indígenas cuya historia cruza páginas enteras de la historia
del oro en Colombia, podrían quedar sin pasado ni futuro en caso de perder sus
raíces ancestrales y culturales, para dar paso a la gran minería de cielo
abierto. Actualmente, con la prórroga de 30 años del contrato a la minera
Caldas Gold en este poblado que es el cuarto municipio más viejo de Colombia,
su producción anual de 24.000 onzas de oro se podrá doblar, y triplicar la de
plata que llega a 30.000 onzas al año. Soportados en la cultura del alto
occidente de Caldas, los marmateños pueden reconvertir su actividad
implementando una minería asociativa, limpia y con valor agregado.
Para
elevar el PIB del sector primario en el Eje Cafetero, transformando en
commodities estratégicos algunos minerales, entre otros las jaguas y fraguas
del oro, las calizas que afloran por Neira y en Victoria, o las arenas silíceas
y el manganeso del Eje Cafetero, se requiere hacer uso del importante potencial
hidroenergético de Caldas y Risaralda, implementar dos plataformas logísticas
equipadas de polígonos industriales y zonas francas en los nodos logísticos del
Magdalena Centro y del Corredor del Cauca, construir el ferrocarril Cafetero
entre La Dorada y el Km 41 para integrar ambos nodos logísticos, y detonar la
locomotora del carbón andino para financiar el desarrollo ferroviario y proveer
de carga la hidrovía del Magdalena.
Como
quiera que el Eje Cafetero cuenta con 220 explotaciones y depósitos metalíferos
y no metalíferos, y de minerales preciosos y no preciosos, dicho potencial -
cuyas reservas según el “Plan Minero-Industrial de Caldas 2006-2016” requieren
estudios de cuantificación y caracterización-, podría aprovecharse para obtener
commodities estratégicos que provendrían de varias plantas ubicadas en el
Magdalena Centro y Corredor del Cauca vecino al Eje Cafetero, de contarse con
el sistema ferroviario y la hidrovía del Magdalena como modos de transporte, y
del aprovechamiento responsable del potencial hidroenergético aún por explotar
con proyectos a filo de agua en la cuenca del San Juan (Risaralda) y el Oriente
Caldense, dos escenarios excedentarios en aguas superficiales y subterráneas.
Al respecto, debo añadir que, mientras las empresas manufactureras del país
encuentran opciones emplazadas en los puertos y no en las regiones
mediterráneas, las de transformación de materias agrícolas y mineras deben
quedar cerca de las fuentes proveedoras de la materia prima, por razones
logísticas.
***
El Plan Minero Energético de Caldas
Imagen: Extractivismo minero, biomas y usos del suelo, en Caldas.
Web Catastro Minero Colombiano y Corpocaldas. En Extractivismo y Corpocaldas.
El Plan
Minero Energético de Caldas 2006-2016, elaborado por el
eminente investigador Gabriel Poveda Ramos, rescata la existencia de filones de
oro interesantes en Manizales, Manzanares, Marmato, Riosucio y Supía, y agrega
que de las jaguas de los beneficios y de las gangas de las explotaciones de
estos y otros lugares -caso Pensilvania y Samaná-, se podría obtener
apreciables cantidades de sulfuros de zinc, de plomo, de hierro, de cobre, de
antimonio y de arsénico, o de zinc metálico y sus derivados. Y sobre el
manganeso de Apía y Viterbo, el investigador califica el yacimiento
minero-metálico como el más importante de Caldas, y considera su eventual
aprovechamiento. Similarmente, señala la existencia de arenas silíceas de alta
pureza en cuarzo (SiO2) en Pueblo Rico y el Valle del Cauca, y posiblemente en
el distrito minero Riosucio-Supía-Quinchía, a las que sumaría las de Cerro
Bravo, materiales que podrían explotarse y complementarse con otras de
Antioquia y Tolima para implementar industrias de transformación en silicato de
sodio, sílice-gel y carburo de silicio.
Adicionalmente,
entre los principales prospectos para el Plan Minero de Caldas 2006-2016, se
consideran los materiales calcáreos al anunciar que parece inferirse una
inmensa cadena de yacimientos de calizas en el oriente caldense, que parte
desde el centro de Tolima y llega al nordeste de Antioquia, y cuyos mayores
prospectos requieren ser ubicados, al igual que los existentes en la otra
vertiente de la cordillera entre Manizales y Aguadas. De los yacimientos de
caliza y mármol de las dos franjas calcáreas que recorren a Caldas de Sur a
Norte: la de La Victoria-La Dorada-Río La Miel, y la de Neira-Aranzazu-Salamina,
aforando su calidad, dispersión y cantidad, podrían proveerse materias primas
para una industria de carburo y fosfatos fertilizantes, misma que en un plano
de mayor nivel de desarrollo daría origen a plantas de acetileno, cianamida,
cloruro químicamente puro y cemento.
En
Caldas, no existen zonas declaradas para comunidades étnicas, ni solicitudes en
trámite. Igualmente, en cuanto a áreas de Reserva Especial, aunque al 2017 no
se registraba ninguna declarada en el departamento, aparecían 11 áreas de Reserva
Especial en trámite.
***
Epílogo
Imagen: Exportaciones colombianas
de commodities y no commodities 2005-2018. Anif en https://gerente.com/co/
Entendido
el territorio como un sujeto de derechos, la ecorregión del Eje Cafetero, donde
persisten: 1- la amenaza por factores mineros tanto legales como informales; 2-
la sobreexplotación del patrimonio hídrico, en especial para el uso
hidroenergético o las dinámicas de la agroindustria – como el caso del
aguacate-; y 3- la expansión urbana tal cual se advierte en la ZFA de Río
Blanco, es un frágil territorio que, en el marco del cambio climático y de la
profunda crisis cafetera, requiere de políticas de especial protección, razón
por la cual se propone expandir las áreas de interés ambiental y declarar PNN
las cuencas altas del Río Quindío y del Chinchiná – Guacaica, al igual que la
declaratoria del PCC de Colombia como Sujeto de Derechos bioculturales.
El Eje
Cafetero como corredor ambiental con sus ecosistemas cafetero y de páramo, con
su vocación agropecuaria comprometida por conflictos del uso del suelo, y donde
su potencial bioturístico y ecológico se subraya por la biodiversidad y las
áreas de interés geológico y paisajístico, exige el aprovechamiento del amplio
marco constitucional para lograr protección de su patrimonio natural y
cultural, como factores fundamentales para la pervivencia de la vida y la
cultura, haciendo del medio ambiente un elemento estratégico para el desarrollo
humano, social y económico.
Al
examinar el alto impacto de la producción de oro y plata en el Eje Cafetero,
sobre la estructura ecológica de soporte para el desarrollo agroindustrial y
turístico del territorio, debe reclamarse no solo una mayor gestión de los entes
de controles de los organismos de inspección y vigilancia del Estado -ya que
parecen haber sido permisivos con las dinámicas y el desarrollo de las
actividades mineras-, sino también la participación de la comunidad académica
aportando pensamiento crítico para facilitar los procesos de apropiación social
y defensa del territorio por parte de las comunidades de base que lo habitan.
Para
esta situación conflictiva, habrá que subrayar la inconveniencia no solo de la
política ambiental del gobierno nacional materializada en el Plan Nacional de
Desarrollo, sino también de una legislación que se ha adaptado a los propósitos
de la economía extractiva, donde el crecimiento económico que prima sobre el
desarrollo, se soporta en la generación de ingresos y mayor rentabilidad de los
recursos mineros, a costa de los ecosistemas y de la cultura que caracteriza la
ecorregión cafetera.
Y en
cuanto a las consultas populares mineras, como instrumentos que deben garantizar
la autonomía territorial y la democracia participativa, la Sentencia SU-095 del
2018 de la Corte Constitucional, además de señalar que los títulos mineros no
dan un derecho ilimitado sobre el aprovechamiento de los recursos naturales,
también deja sin validez la participación ciudadana cuando se trate de la
prohibición o regulación de la actividad minero energética en los entes
territoriales, donde existen competencias concurrentes entre los municipios y
la Nación.
Al
respecto, el instrumento de coordinación entre las autoridades nacionales y
locales, es el plan de ordenamiento territorial POT, puesto que allí concurren
ambos niveles de autoridad, toda vez que para el sometimiento del POT ante los
concejos municipales, se debe contar con la autorización previa de la
respectiva corporación autónoma regional como autoridad con funciones delegadas
del Ministerio de Ambiente. Siendo así, para prevenir los mecanismos de
consulta sin base social representativa en procesos que temporalmente superan
un mandato, ¿por qué no exigir la institucionalidad del proceso de consulta
creando un órgano técnico de consulta departamental de carácter participativo y
permanente, donde concurran expertos representativos de los actores sociales
del territorio?
***
Gonzalo
Duque-Escobar, Profesor de la Universidad Nacional de Colombia Sede Manizales. http://godues.webs.com
Documento del Museo Interactivo Samoga; Manizales, Julio 20 de 2021.
***
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