AMENAZA HIDROGEOLÓGICA EN EL RÍO OTÚN
Por: GONZALO DUQUE ESCOBAR
Después de visitar el martes pasado el talud de la bocatoma del río Otún en la planta de Nuevo Libaré, en compañía suya y en la de los ingenieros Jaime Botero y Carlos Enrique Escobar, por solicitud de su oficina a la Universidad Nacional Sede Manizales, me permito presentar un informe preliminar derivado de esta misión. En el lugar señalado se observa un talud en movimiento, de ciento treinta (130) metros de desnivel y de más de hectárea y media de superficie, cuya longitud cercana a los ciento ochenta (180) metros parece albergar unos ochenta mil (80.000) metros cúbicos de tierra y roca con importante capacidad de daño, teniendo en consideración la energía del sistema y la exposición de vidas y bienes en el escenario.
La masa de suelo a lo largo y de abajo a arriba se muestra convexa hacia la superficie, con dos ángulos de pendiente fuerte que superan la fricción típica de los materiales constitutivos del movimiento. Las grietas de tensión por encima de la cota 70, en la zona activa del movimiento, muestran dinámicas de desplazamientos que llegan a los cinco (5) centímetros por día, mientras en la parte inferior más baja y por el medio de dos macizos rocosos estables, intenta fluir y amenaza deslizarse la zona pasiva del movimiento empujada desde atrás, según se deduce por el estrujamiento fresco que exhiben las diaclasas del regolito fracturado. En el cuerpo medio del talud, donde la pendiente se hace más abrupta, los deslizamientos superficiales y la extensión de las grietas de tensión progresando en dirección transversal y hacia abajo, son frecuentes en los actuales momentos.
Debo empezar por reconocer el esfuerzo de su oficina por tener en consideración el asunto, la idoneidad del ingeniero Escobar quien adelanta obras en el talud y el buen juicio y dedicación de la interventoría para el manejo que la empresa del acueducto de Pereira le presta al asunto en el presente. Gracias a ellos y a usted he podido obtener la información que sirve de soporte para este informe. La sensación que se tiene en el lugar, bajo las manifestaciones y dinámicas del movimiento, es la de alta susceptibilidad a la falla, la que parece casi inminente. Por lo tanto, no existiendo argumento favorable cierto y siendo precavido debo advertir lo siguiente: si se pregunta cuándo podría colapsar el talud, respondería que aunque esta clase de amenazas no se pueden predecir sino pronosticar, sólo falta la contribución de un detonante como una fuerte lluvia que sería el evento más probable, o un sismo de magnitud moderada que tendría probabilidad de ocurrencia baja, razón por la cual, la observación de la red de pluviómetros para tener día a día el valor de las lluvias acumuladas del mes, como estrategia de alerta temprana que se aplicaría cuando el nivel alcanzado duplique la media mensual del lugar.
Aunque gestión actual debe centrarse en resolver la vulnerabilidad estructural según la condición socioeconómica de las personas expuestas, también en caso de que se requiere mitigar la alta susceptibilidad de falla del talud, la respuesta inequívoca es que, lo único posible mientras se avanza en la implementación de un sistema de alertas tempranas, es el control de la escorrentía como medida inmediata para evitar la infiltración del agua en la masa de terreno inestable, intensificando dos acciones: el monitoreo y la observación calificada del problema en tiempo real, de donde eventualmente se puede obtener información anticipada para un mejor manejo de una eventual emergencia. Si se logra estabilizar la masa sorteando con éxito las dificultades del invierno actual, la estabilización definitiva del talud demandará un estudio más profundo, con el cual se puedan establecer de manera exacta las condiciones de estabilidad antes y después de cualquier movimiento de tierras y operación de drenaje.
Debe agregarse que los actuales niveles de información geotécnica son deficitarios. El movimiento de tierras de la parte alta, para quitarle peso a la masa, no puede ser una operación improvisada, pues la resistencia al corte de la masa en movimiento habrá de disminuirse simultáneamente con la despresurización del sistema. Posiblemente un corte de tierras en lo alto, manteniendo en el justo balance la pérdida de peso con la reducción de la resistencia de la masa, deberá ser ejecutado después de drenar el talud en su conjunto, para proceder a su perfilado y a la construcción de obras de captación de aguas definitivas que ahora son improcedentes. Con base en lo anterior y habiendo establecido que la amenaza es importante, procedo a describir los elementos vulnerables, que permiten inferir una situación de riesgo calificado con los argumentos que aquí se presentan, situación que puede ser discutible.
La vulnerabilidad alude a la exposición de vidas y bienes, en condiciones frágiles, a los efectos de la amenaza ya presentada. Los usuarios de la vía y operadores de la bocatoma tienen un alto riesgo, pues la amenaza para ellos se puede constituir en un movimiento con un volumen de tierra y rocas de cualquier magnitud. La probabilidad de un desprendimiento pequeño es enormemente superior a la de un movimiento total de la masa, y la ocurrencia de ese evento pequeño pero suficiente, escapa prácticamente a las medidas geotécnicas de emergencia que buscan mantener estable el gran volumen de tierras. Los habitantes de las márgenes del río Otún, en los primeros kilómetros aguas abajo de la bocatoma también tienen un nivel de riesgo significativo que, siendo substancialmente inferior al anterior, no puede ser desestimado. Un movimiento súbito con un volumen significativo de masas debe represar al río Otún y eventualmente puede desencadenar un flujo de lodos, afectando los primeros asentamientos aguas abajo de la bocatoma, afectando varios cientos de viviendas, cuya cota está próxima a la vaguada.
Sugiero mapear en planchas 1:2000 los primeros 5 y 7 metros de elevación en las zonas habitadas hasta el puente Mosquera, aunque un flujo de la magnitud probable esperada puede disiparse en la mitad del recorrido, gracias a los playones que se observan en ese recorrido. Los tiempos de recorrido y llegada a los poblados, para activar alarmas y obtener respuestas oportunas, se pueden calcular por encima de los 15 minutos, con base en una velocidad de 10 kilómetros por hora. El volumen de flujo asumido para el evento de trabajo, se puede tomar en 80.000 metros cúbicos (50% agua y 50% sólidos), suponiendo que sólo se moviliza la mitad de la masa en el deslizamiento, lo que resulta más probable que un movimiento de la masa total.
Como el sistema de agua potable de Pereira depende de esta bocatoma en el río Otún se trata de una línea vital que merece atención inmediata, por lo que el plan de contingencia debe ser iniciado de inmediato en caso de no tenerse y prolongarse hasta que termine la fase de emergencia. El comité de emergencia debe verificar, monitorear y potenciar de manera permanente esta acción, independiente de si se ha reportado como acción en curso por parte de la empresa del acueducto. De asumirse esta recomendación sugiero que la comunidad toda sea informada de la situación, pues en caso de desastre ella antes que objeto es sujeto de prevención. La instrucción debe ser diferenciada para los diferentes casos aquí estimados y en particular para los que decida el comité entre todos estos: los usuarios de la vía (que podrían limitar sus desplazamientos a las horas diurnas y restringirlos mientras llueve), los operadores de la bocatoma (que deben ser relocalizados al otro lado de la vía), los obreros del talud (que deben ser personas preferiblemente sin obligación familiar directa), los habitantes ribereños del Otún (que deben ser alertados, organizados y adiestrados) y los usuarios del acueducto de Pereira que deben empezar a practicar tareas como la reserva cotidiana de agua previendo la eventual emergencia.
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*Profesor Universidad Nacional Sede Manizales. http://godues.webs.com
REF: Informe preliminar de evaluación de una situación riesgosa, asociada a un talud que amenaza la bocatoma del acueducto de Pereira. Destinataria Dra. LUZ MARINA OCHOA, Coordinadora Comité Local de Emergencias Pereira. Imagen: Río El Otún. U. Nacional.
Fecha Manizales, 5 de diciembre de 1998.
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