sábado, 30 de agosto de 2025

Manizales: desafíos socioambientales y urbanos

Manizales: desafíos socioambientales y urbanos

Por: Gonzalo Duque-Escobar*

Repensar a Manizales es un ejercicio casi ininterrumpido que hace nuestra benemérita SMP como entidad de carácter privado y sin ánimo de lucro desde el 28 de junio de 1912, por quienes cultivamos el civismo como valor supremo de la cultura urbana. Si bien tras la fundación de la ciudad en 1849 el poblado inicialmente no contaba con alcantarillado ni acueducto y las calles no estaban empedradas, desde 1880 gracias al café y sobre todo al concluir la Guerra de los Mil días (1903) todo cambia ya que cuando Manizales ya que empieza a pensar en educación, cultura y comercio, tras crearse el Departamento de Caldas (1905), puesto que llegan La Normal (1910), el Instituto Universitario (1914), la SMP (1912), y la Cámara de Comercio (1914), y se construyen el cable aéreo Manizales-Mariquita (1922) y el Ferrocarril de Caldas (1927).

Igualmente, después de llegar los pavorosos incendios de 1922, 1925 y 1926 y de la reconstrucción donde el bahareque evoluciona en formas y contenidos hacia una arquitectura ecléctica republicana, al crearse la Federación de Cafeteros (1927), gracias a los Comités de Cafeteros, se da la irrigación de los beneficios de la caficultura para dotar el medio rural de acueductos, escuelas y puestos de salud, y más adelante de vías rurales y la electrificación del campo en la jurisdicción del actual Gran Caldas.

Pero al irrumpir la revolución verde con el monocultivo de base química además de desmantelarse el sombrío que le dará soporte a la declaratoria del Paisaje Cultural Cafetero (2011), para darle paso al caficultura con la caturra (1970), los campesinos que no pueden asimilar ese modelo por las exigencias tecnológicas y financieras, migran a la ciudad donde se ocupan las frágiles laderas para generar los pasivos ambientales que explican la creación de Cramsa (1974), que se convertirá en Corpocaldas gracias a la Constitución de 1991.

Y también con la apertura económica (1991), además de cerrarse empresas tras la implementación de un modelo de crecimiento económico a costa del medio ambiente, además de la informalidad y la corrupción, empieza la odisea del cambio climático incidiendo en un territorio deforestado, y sobre todo social y espacialmente fragmentado, así se le haya reconocido a Manizales no solo el haber alcanzado el top en el Índice de Progreso Social del país, sino también el reconocimiento ONU-Hábitat LATAM 2025.

1- Anotaciones al perfil socioambiental de Manizales

Manizales, una ciudad intermedia que para 2028 se acercará a 500 mil habitantes y que actualmente muestra un Índice de Pobreza Multidimensional del 13,9% con una brecha entre lo urbano (12,7%) y rural (31,2%), y una tasa demográfica que tiende al 0,67% anual, mostrará para entonces una población más envejecida por cambios en la estructura etaria, ya que mientras el 14% tendrá menos de 15 años, el 55% de la población será mayor de 35 años; además si en la zona rural del municipio habita sólo el 10% de la población y en la urbana se concentra el 90% distribuido en 11 comunas, actualmente la ciudad cuenta con 95.690 adultos mayores equivalentes al 20,9% de su población.

Dado que su territorio, donde las áreas protegidas cubren 31.700 Ha, se extiende desde el paisaje de páramo vecino al PNN Los Nevados, y pasa por los bosques altoandinos de nuestras reservas forestales, después de continuar por la urbe con sus seis áreas de interés ambiental donde la temperatura promedio es 16°C, se entra a las zonas cafetaleras de El Tablazo y La Cabaña para descender hasta el clima cálido en Santágueda y el Kilómetro 41, razón por la cual son múltiples los paisajes y variados como biodiversos sus ecosistemas. Al respecto en la actualidad Colombia encabeza el top mundial de aves con 1.876 especies, en el que Manizales cuenta con 535.

Aunque erróneamente creemos que nuestra identidad va más con toros y con reinas que con el paisaje tropical andino montañoso, a pesar de que históricamente la ciudad se ha caracterizado por los pasivos ambientales que pasan factura con desastres invernales, al estarse convirtiendo el hábitat en guetos conforme se ha fragmentado y tugurizado, durante el último medio siglo estamos presionando las fuentes hídricas y su estructura ecológica generando un problema al que se suma la invasión del espacio público y la congestión vehicular que expresa el crecimiento del parque automotor 10 veces por encima de la población, lo que se agrava por la carencia de un sistema integrado de transporte público.

Siendo nuestras Reservas Forestales Protectoras Río Blanco y Quebrada Olivares, Sabina, Planalto, y Torre 4, al igual de lo que ocurre con el PNN Los Nevados y el Distrito de Suelos Guacas el Rosario, en estas áreas de interés ambiental vitales para Manizales por sus servicios ambientales, no se han implementado sus Zonas con Función Amortiguadora definidas en el Estudio de la Fundación HTM (2014), con lo cual no estarían blindados dichos ecosistemas de presiones antrópicas como las de Tierraviva, e incluso en Toldafría por la minería, ya que de haberse establecido al interior del anillo de contención no podrían tener lugar nuevos aprovechamientos, fraccionamientos prediales, o construcciones.

En 2023 Manizales se destacó no sólo por su bajo nivel de pobreza monetaria (4%) y extrema (0,8%), también brilló por la generación de empleo ya que la tasa de desempleo se situó en un 9,7%; y respecto a la tasa de informalidad en 2023 se llegó al 32,3%, mostrando una leve disminución con respecto al 2022 que llegó a 35,7%.  No obstante, en el primer trimestre del 2024 tanto el desempleo como la informalidad aumentaron en Manizales ubicándose en 11,9% y en 35% respectivamente. Además, en el mercado laboral de Manizales la tasa global de participación ha experimentado disminución, pasando del 60,4% en 2022 al 59,9% en 2023, y simultáneamente la tasa de ocupación también ha experimentado una ligera caída descendiendo de un 54,3% a un 54,1%.

También preocupa el que los escolares en 2022 sólo fueron 51.331 según Manizales Cómo Vamos, que recomienda investigar si esto se explica por pérdida de cobertura o por menor edad escolar, ya que según la Secretaría de Educación la caída sistemática de las matrículas durante la última década a niveles del 60% que contrastan con los 83.140 matriculados de 2002, lleva a preguntarnos qué pasará con la población universitaria estimada hoy en 46.500 alumnos.

2- Acceso al suelo y segregación urbana

En esta ciudad, donde las invasiones prosperan, se debe intervenir el mercado de tierras para garantizar el acceso al suelo urbano cuando de vivienda se trate, entendiendo que dicho derecho puede reivindicarse para que todos los ciudadanos puedan gozar de las ventajas y beneficios de la ciudad, ya que también esa demanda abarca otros propósitos como negocios y diversas actividades culturales, máxime cuando los actuales instrumentos normativos no logran integrar las dinámicas de autoproducción de vivienda, sino que tienden a generar acciones represivas desde el Estado.

Todo porque el costo de la tierra para los sectores de bajos ingresos, es el factor detonante de las invasiones en los extramuros de la urbe y sobre áreas inadecuadas o inviables, como consecuencia de no garantizar un hábitat inclusivo mediante el acceso equitativo a la tierra pese a ser fundamental para evitar la segregación espacial de la ciudad; una consideración que debe mirar ahora el Área Metropolitana pensando en una política pública explícita para los distintos mercados de suelo urbano.

Entre los científicos sociales y otros actores que conocen del problema a fondo, se dan coincidencias al identificar la acción del Estado neoliberal como principal causa de los citados problemas urbanos: en primer lugar, anotan la falta de voluntad política a lo que se suma la corrupción e ineficiencia, como obstáculos reiterados; y en segundo lugar, reconocen el rol de los especuladores inmobiliarios, quienes -entre sus pingües negocios- también cuentan los vinculados a la construcción de vivienda social.

Siendo así, cuando sectores importantes de la población se ven imposibilitados para acceder a viviendas y servicios urbanos básicos bajo condiciones dignas, la pregunta es cómo prevenir la “toma” de tierras, si no es mediante instrumentos que beneficien a las familias carentes de recursos permitiéndoles recurrir al mercado inmobiliario formal, y que igualmente faciliten la transformación y articulación de los asentamientos irregulares, para que éstos formen parte integral de la ciudad, ya que la informalidad además de costosa no es la mejor alternativa para combatir la pobreza.

Pero si la regularización por más necesaria que sea, sólo representa una solución parcial, ya que blinda al beneficiario con la seguridad jurídica del derecho otorgado, también la dotación de servicios públicos esenciales debe entrar como parte de una solución integral, razón por la cual el ente responsable del proceso debe conocer a fondo la profunda mutación que actualmente experimentan las políticas de la vivienda urbana en general, y las políticas del uso del suelo en particular para lograr el cometido social.

Dicha política implica generar una reglamentación adecuada no sólo pensando en el mercado de tierras, sino también en las condiciones legales, económicas y sociales para el acceso equitativo a dicho mercado, en el que la tierra se compra, vende o alquila a través de contratos y transacciones legales, en condiciones de equidad y justicia social.

3- Requerimos urbanismo verde y sostenible

Manizales requiere obras de ornato y viales soportadas en diseños y acciones de regeneración, restauración o naturalización de carácter biocéntrico con buenas prácticas de paisaje urbano sostenible para dar respuesta a grandes carencias que pasan por la pérdida de paisajes verdes con la expansión de la jungla de concreto, por el déficit de un espacio público efectivo lejano a estándares internacionales, por la congestión vehicular con un parque automotor que crece 10 veces más que la población, y una red hídrica convertida en cloacas, entre otras problemáticas a resolver, si es que nos decidimos por un entorno urbano más resiliente y sustentable, y por el desarrollo integral de las áreas deprimidas.

Es bueno recordar que, surgida la aldea de bahareque en 1849, en las primeras, el poblado se desarrolló sobre una retícula ortogonal como modelo usual propio para ciudades predominantemente planas, lo que empieza a cambiar desde finales de la década de los años 30 cuando culmina la gran reconstrucción provocada por los incendios de 1925-1926, y sobre todo en el siglo XX al expandirse la ciudad con otro patrón urbano ajustado al contorno de una topografía fuerte al adoptar criterios alternativos como lo observamos por ambos costados de la Avenida Cervantes- hoy Santander- convertida en eje estructurante.

Pero los conflictos de asociados a su desarrollo, surgen entre 1960-1980, como consecuencia de los impactos de la revolución verde en esta tierra del café; cuando la población rural migra a la ciudad dándose una ocupación conflictiva de las laderas, no solo en Manizales sino y también en Salamina, Aranzazu y La Merced por mencionar las cabeceras más afectadas por procesos de erosión y desastres invernales, con lo cual Manizales debe abordar desde la diversidad los retos del trópico andino en sus vertientes, aunque sin abordar el tema de los ríos y arroyos urbanos.

Si con la llegada del automóvil el urbanismo lineal caracteriza esa expansión de la ciudad hasta los años 70 cuando aparecen La Sultana, Malabar y La Enea, a partir de los 90 con la nueva Constitución Política el tema ambiental gravita y Cramsa se transforma en Corpocaldas, para soportar una transformación del hábitat que empieza a reconocer las complejas relaciones entre el medio transformado y la estructura ecológica del territorio, aunque surgen dos nuevos problemas a resolver, como lo son la fragmentación social y espacial del territorio y el cambio climático que amenazan la estabilidad del hábitat.

Epílogo

Finalmente, si la base estructural de la informalidad en el caso de Manizales, donde la ciudad mantiene el primer lugar nacional con la menor tasa de informalidad laboral, se asocia más a la inequidad social y desigual distribución de la propiedad que a la transgresión de normas, se debe ratificar el compromiso con el trabajo digno y el desarrollo económico sostenible.  Y respecto al tema educativo, a pesar de lo señalado resulta alentador ver que, en Manizales donde la tasa de analfabetismo ha estado por más de 10 años debajo de un dígito, que la deserción escolar ha tendido a disminuir y que estamos 20 puntos sobre el promedio nacional en las pruebas ICFESE, pero así y todo el desafío es la implementación de un modelo educativo que, en lugar de apostarle a la sociedad industrial de ayer, le apueste a la sociedad del conocimiento.

Entonces, por qué no elaborar una guía no vinculante y flexible con ideas, recomendaciones y ejemplos que promuevan planeación ecológica para el diseño, recuperación y transformación del espacio público, como herramienta de ayuda para la administración pública, conteniendo las características y valores del paisaje manizalita, y además de esa herramienta generar procesos de participación ciudadana en las intervenciones del territorio buscando su adaptación al cambio climático para prevenir emergencia por la creciente amenaza, sabiendo que en esta ciudad los pasivos ambientales suman unas 4.000 viviendas en alto riesgo y las zonas de invasión presionando la estructura ecológica, avanzan.

* Profesor de la U.N. de Col., y Socio de la SMP Manizales. Web: https://sites.google.com/unal.edu.co/godues1 

Portada: Manizales, por @diegofernandofotografo

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Fuentes Bibliográficas:




viernes, 29 de agosto de 2025

PCC, cultura cafetera y cambio climático


PCC, cultura cafetera y cambio climático

Por Gonzalo Duque-Escobar;

Portada: Blog Hacienda Cafetera.

En la Ecorregión Cafetera, el modelo conflictivo de ocupación del territorio avanzando sobre ecosistemas estratégicos, con la deforestación y potrerización, y la minería ilegal e incluso las obras de urbanismo que igualmente presionan la estructura ecológica del territorio, generan graves consecuencias sociales, ambientales y económicas que se suman a las problemáticas del calentamiento global con sus eventos climáticos extremos.

Pero el desafío del cambio no sólo pasa por los impactos asociados a la menor producción de alimentos de la canasta familiar, sino también por la pérdida de la aptitud del suelo en la mitad de los actuales monocultivos de base química, razón por la cual se recomienda no sólo implementar la producción de bienes y servicios artesanales con denominación de origen que expresen el patrimonio natural y cultural del territorio, sino también estrategias de reconversión productiva soportadas en modelos agroforestales por los beneficios del sombrío y de la agricultura autárquica tradicional y orgánica para resarcir los derechos bioculturales del territorio haciendo honor con ello a los atributos de la Declaratoria de Patrimonio Cultural de la Humanidad para el Paisaje Cultural Cafetero (2011)..

El cambio climático y las causas

  

Imagen 01: Climas de Colombia según Köppen y Escenarios de Cambio Climático al 2100.

El cambio climático, es la teoría que predice el crecimiento futuro de las temperaturas a nivel global durante las próximas décadas, a partir del incremento en el valor medio de la temperatura observado en la atmósfera terrestre y en los océanos por causas antrópicas y naturales.

La teoría antropogénica predice que el calentamiento global se relaciona con emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), como el CO2. Y pese a que cerca del 18 % de los científicos ha disentido de la opinión consensuada, el 97% de los investigadores, coinciden en que el actual calentamiento, es el efecto de los gases de invernadero (GEI), en especial el del dióxido de carbono CO2 (85%) relacionado con los combustibles fósiles, seguido el Metano (8%), del Óxido de Nitrógeno (5%) y de los Fluoruros (2%).

Es que el actual calentamiento que ha surgido desde la Revolución Industrial, se puede observar a principios del siglo XX y en los últimos 50 años: basta mirar nuestros glaciares en retroceso, cuya superficie en el PNN de los Nevados ha pasado de 27 a 12 Km cuadrados de extensión entre 1970 y 2020. Para 2 °C de calentamiento, la fracción de precipitaciones extremas atribuibles a la influencia humana se eleva a cerca del 40 %”. .

Si en las próximas décadas podría duplicarse el nivel del dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, con respecto a los niveles que había antes de la Revolución Industrial, el mayor aporte del CO2 proviene de combustibles fósiles como el petróleo, donde Colombia entra como país con recursos energéticos como carbón e hidrocarburos. Esta teoría genera un debate social y político, pero también un consenso en la comunidad científica internacional. Las emisiones de CO2 en 2021 y en Colombia, han sido de 77,57 megatoneladas, con lo que el país ocupar el puesto número 137 del ranking entre 184 países.

Entre las causas del deterior ambiental que exacerban la amenaza del cambio climático, sobresalen la contaminación industrial en los medios naturales y paranaturales, la expansión urbana o minera, y la degradación del ecosistema por indebido uso o mal manejo no sólo de los recursos, sino también del agua, la biota y los suelos de cultivo que son bienes inalienables de interés general por tratarse de un patrimonio natural.

En lo anterior, que actúa como factor de descontrol hídrico y pluviométrico, lo que se expresa en sequías o inundaciones, y en procesos severos de erosión y de sedimentación, si bien los combustibles fósiles juegan un papel protagónico, también la deforestación gravita ya que, tras 200 años de constituida Colombia, de 12 millones de Ha de guadua resta el 4%, de 9 millones de Ha de bosques secos queda el 8% y de 9,7 millones de Ha de bosques de niebla tenemos el 25%.

Según el IDEAM, en Colombia las zonas de relieve montañoso como la Región Andina que es la más habitada se calentarían entre 2º a 3ºC, y las planicies y praderas de las regiones no montañosas, como la Costa norte, y en especial la Orinoquía y la Amazonía, se calentarán de 3º a 4ºC. Aún más, según ese pronóstico, para el periodo 2071 – 2100, se espera que la precipitación media en el país, disminuya entre 10 a 30% en cerca del 27% del territorio nacional (Regiones del oriente y del Caribe), y que se incremente entre 10 a 30% en cerca del 14% del territorio nacional (Regiones montañosas como la Andina y Sierra Nevada).

La problemática ambiental Escenarios de CC para Colombia.

Imagen 02: Colombia- Riesgos por Cambio Climático, Capacidad de adaptación al Cambio climático, por regiones. Ideam 2021. IDEAM-PNUD, y  Zonas de Estrés Hídrico- Ideam 2000.

El calentamiento global podría exterminar una fracción importante de las especies del planeta y propiciar el incremento de los desastres asociados al clima: huracanes, sequías e inundaciones, y pérdidas causadas en la economía mundial de hasta un 20% del crecimiento. Habrá que desarrollar estrategias para prevenir la erosión costera, como preservación y propagación de los manglares, también vitales en caso de tsunamis.

Los ecosistemas mediterráneos y del Caribe, van a ser los más perjudicados: se cuantifican impactos del calentamiento, que probablemente se empezarán a notar a partir de 2020. Concentraciones elevadas de CO2 podrían reducir la calidad del forraje; además el calentamiento global puede cambiar los rendimientos de semillas. Si no actuamos ahora, nuestros hijos heredarán un mundo más caluroso, aire más contaminado y agua más sucia, inundaciones y sequías más intensas y más fuegos arrasadores. En Colombia según el IDEAM, para el 2040, 2070 y 2100, habrá incrementos de Temperatura promedio en las áreas continentales y en su orden, de 0,9°C; 1,6°C y 1,4°C. Dichas cuantías se duplicarán en las zonas costeras, Orinoquia y Amazonia, mientras que en las zonas montañosas sólo alcanzarán a la mitad. También, en los mares y para los tres períodos, la temperatura se incrementaría en promedio y en su orden 0,6°C; 1°C y 1,5°C.

Las lluvias, que se incrementarán en las zonas de montaña entre un 10 y 40%, también se reducirán entre un 10 y 40% en la costa norte, en el archipiélago de San Andrés y en la Amazonía y Orinoquía. El mayor incremento de precipitaciones que se podrá presentar, con un aumento promedio del 28% respecto a los valores actuales, se dará para el fin de siglo en los departamentos de Risaralda y de Caldas. Una situación similar, deberá esperarse en el Nor-Occidente del Quindío y en la vertiente Oriental del Tatamá. Similarmente, los mayores incrementos de temperatura, se darán en el Valle del Magdalena (Más de 2°C) y en el Corredor del río Cauca (cerca de 1,5°C), comprometiendo poblados vecinos.

Sin duda alguna la investigación científica de nuestros principales centros relacionados con esta temática – el caso El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales IDEAM como entidad del gobierno de Colombia dependiente del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible responsable de la información científica, hidrológica, meteorológica-, además de universidades y de dependencias de instituciones con funciones afines, es la mejor forma de contribuir al desarrollo de un objetivo común de protección climática a largo plazo, como el que se propone.

¿Y la Ecorregión Cafetera qué?

Imagen 03: Usos potenciales y actuales del suelo al año 2000, en la Ecorregión Cafetera. SIR – Alma Mater (2002).

La Ecorregión Cafetera, tiene en el cambio climático uno de los mayores desafíos socioambientales para su desarrollo. No obstante, para comprender los conflictos socioambientales de este territorio y orientar la gestión del hábitat, resulta fundamental partir de una declaratoria que le reconozca sus derechos bioculturales para amparan tanto a sus comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes, como a los ecosistemas del territorio, para cerrar las brechas estructurales de este territorio fundamentalmente rural en el que los ingresos rurales son la cuarta parte de los ingresos urbanos.

El Sistema Regional de Áreas de Protegidas, SIRAP de la Ecorregión Cafetera en jurisdicción de 92 municipios de cinco departamentos – Eje Cafetero, N de del Valle del Cauca y NW de Tolima-, es un proceso de planeación participativa que desde el año 2000 incorpora conceptos de ordenamiento territorial para la gestión ambiental y un modelo de desarrollo sostenible.  

No obstante, a pesar de la Ley 99 de 1993, cuyo Art.1. N4 dice: “Las zonas de páramos, subpáramos, los nacimientos de agua y las zonas de recarga de acuíferos, serán objeto de protección especial”, este valioso patrimonio está amenazado, no sólo por el cambio climático, sino también por los históricos pasivos ambientales y presiones actuales de naturaleza antropogénica, también urge ampliar la figura de PNN en el Parque Los nevados, dado que actualmente solo se cubre el 42% del páramo existente en ese territorio.

Imagen 04: Escenarios de Cambio Climático en El Eje Cafetero al 2100. IDEAM.

 

Para el Eje Cafetero según el IDEAM (2015), los escenarios 2011-2100 muestran que, entre las amenazas ambientales que se deberán enfrentar a futuro, no solo en la Ecorregión Cafetera sino también a nivel global, está la del cambio climático. Este es nuestro panorama: En precipitaciones, lloverá entre un 10% y un 40% más en el centro y occidente de Caldas, occidente de Risaralda y noroeste de Quindío, al tiempo que dichos cambios serán despreciables en el oriente caldense y cuencas medias del Otún y San Eugenio. Y en temperaturas, dichos pronósticos muestran que los incrementos que en ese lapso estarían entre 1°C y 3°C, serían mayores en el valle del Magdalena, medianos en el corredor del Cauca, cuencas medias de La Miel y Guarinó, y valles de La Vieja y Risaralda, y menores en páramos y subpáramos de ambas cordilleras. A modo de ejemplo, zonas bajas como el Sur Oeste del Quindío, que dejarán de ser aptas para el café con el clima futuro más cálido y más húmedo, enfrentarán problemas fitosanitarios.

Para el IDEAM, los principales efectos podrían presentarse en los sectores de infraestructura vial y cuencas deforestadas en zonas de alta pendiente, debido al aumento de los porcentajes de precipitación y precaria regulación hídrica. Además, las coberturas nivales hoy en retroceso, seguirán disminuyendo en volumen debido al incremento de la temperatura, al tiempo que el sector agrícola podría afectarse por plagas sostenidas en el tiempo y enfermedades fitosanitarias relacionadas con una mayor humedad relativa, lo que podría afectar severamente el rendimiento en cultivos de importancia para la alimentación y la industria.

Si quisiéramos mitigar los impactos del Cambio Climático en el territorio del PCCC, la clave estaría en los bosques, ya que de cara al clima ellos tienen una doble función: retienen humedad y descargan las nubes: de la primera función, el resultado es la existencia de las aguas subterráneas y manantiales, y por lo tanto la regulación hídrica; y de la segunda, además de la regulación climática, también las lluvias resultan moderadas y bien distribuidas.

Pero la amenaza para el agua y la biodiversidad en la ecorregión cafetera, es la excesiva potrerización y falta de coberturas boscosas y conectividad biológica: según Alma Mater (2002), al tiempo que la superficie apta para potreros que es del 4 % alcanzó el 49%, el potencial forestal que es del 54%, bajó al 19%, lo que expresa graves conflictos de uso del suelo que aún persisten y reclaman modelos agroforestales, rondas hídricas y preservación de ecosistemas.

Café y cambio climático.

Imagen 05: Cambio Climático en Colombia - a pasar del Monocultivo de base química al café Orgánico con Sombrío- Villegas Editores, Quecafe.info y Perfect Daily Grind. 

Con el actual calentamiento global en el que se incrementan simultáneamente la temperatura y la precipitación tal cual lo estamos advirtiendo en las zonas cafetaleras de la región andina de Colombia, dada la sensibilidad del cafeto a las variaciones extremas del clima, no sólo podemos esperar una producción más baja y problemas fitosanitarios por el incremento de la humedad relativa, sino también menos zonas aptas para este cultivo. No olvidemos que Colombia, donde el café arábigo ha sido la principal especie cultivada para la producción de café, es uno de los países más vulnerables al cambio climático en el mundo, ya que debido a su ubicación geográfica podría ver afectados su recurso hídrico y sus cultivos.

De conformidad con la organización de investigación australiana CSIRO, en las últimas décadas no solo se han reducido cada vez más las cosechas por hectárea cultivada, sino que también para el año 2050 la superficie apta para el cultivo del café disminuiría en más de un 50%, afectándose con ello a muchos caficultores, no solo de países como Brasil y Vietnam que son los dos mayores productores mundiales, sino también de Colombia. Además, si en este país, se vería afectada la seguridad alimentaria por la alta exposición y sensibilidad de cultivos como yuca, arroz, plátano, papa, caña, maíz y frijol a los efectos del clima, igualmente las zonas cafetaleras también estarían en un alto riesgo.

Este año en Colombia, mientras la producción acumulada de 12 meses se situó en 10.6 millones de sacos mostrando una caída del 12% respecto al año anterior, se espera que el 2023 cierre con una producción de 11,4 millones de sacos, para la Federación Nacional de Cafeteros, la discusión de si producir robusta en Colombia o no, para sustituir las importaciones de café, aunque resulta hoy accesoria ya que el centro del debate debería ser el consumo interno en el país, máxime que la caficultura colombiana atraviesa un año volátil y convulso por cuenta de la caída del precio del grano y de las exportaciones, también se ha puesto en el debate la necesidad de recurrir a la siembra de robustas para cumplir con los compromisos de exportación en los mercados tradicionales.

Todo esto, porque si la crisis ocurre en este país y en particular en el Eje Cafetero, también en otros países tropicales el clima ya no será tan estable como antes. De conformidad con los pronósticos actuales, progresivamente se dará una reducción de la oferta, y por lo tanto igualmente de la demanda ya que para los consumidores la emblemática bebida que ha sido una de las más populares en todo el mundo, podría costar más. Como curiosidad, aunque existen unas 130 variedades silvestres de café algunas seguramente más resistentes al calor o a determinadas plagas, pero que si quisiéramos desarrollarlas lleva tiempo, el mercado mundial ha estado dominado por dos variedades: arábiga y robusta.

Reconversión cafetera

Imagen 06: Mapa oficial del PCC y Paisaje cafetero del Maestro Luis Guillermo Vallejo.

El café arábico originario de Etiopía y que con sombrío cubría ayer nuestras montañas hasta que llegaron los monocultivos de la caturra, llegó a Colombia tras extenderse por el planeta a partir del siglo XI. Actualmente, el café tipo arábica que es el más cultivado, representa un 60% de la producción mundial mientras que el robusta contribuye con el 40%. Pero si el cafeto arábico, la mejor entre 100 especias de dicha planta, tradicionalmente se plantaba a la sombra de árboles que contribuían a la seguridad alimentaria y a la biodiversidad, ahora al igual que el té negro y verde se cultiva en gran medida en enormes plantaciones expuestas al sol, como monocultivos que además de la deforestación, requieren uso intensivo de agua y agroquímicos, con enorme impacto y huella ambiental, lo que reducirá sus posibilidades en el mercado mundial.

Y en cuanto a la caturra, es una variedad que proviene de la familia de la variedad borbón y del grupo bourbon-typica, tras haberse logrado una mutación natural de un solo gen, la que se descubrió en el Estado de Minas de Gerais en Brasil y lo que hace que la planta crezca más pequeña. Además, pese a que los caturrales por el enanismo del árbol admiten más plantas por hectárea y facilitan la recolección manual, con la amenaza del cambio climático aportando unos 2ºC y 10% de precipitación de más, deberá replantearse la caficultura para mantenerla entre los 600 y los 2300 metros de altitud, garantizando con el sombrío el actual rango apto de temperaturas suaves y constantes, aunque no se podrá reducir la mayor precipitación pero si incidir en la humedad relativa para prevenir impactos fitosanitarios.

Ahora, dado el empobrecimiento cafetero, porque hace medio siglo con 6 millones de sacos de café el cultivo cafetero le aporto el 9% al PIB de Colombia contra el 9% de ahora a pesar de haberse duplicado la producción cafetera colombiana, a lo que se suma otro impacto, si ya que además la Unión Europea castiga los cafés y tés no orgánicos por su impacto ecológico, entonces, siendo la caficultura sustento de 500 mil familias colombianas, la pregunta es: qué pasará si añadimos a dicha hecatombe la pérdida de aptitud en la mitad de los suelos cafeteros al 2050, si es que persistimos en modelos agroindustriales con monocultivos de base química.

La respuesta parece fácil: prendámonos del ecoturismo comunitario a la luz de los atributos que le reconoció al Paisaje Cultural Cafetero la UNESCO (2011) con la Declaratoria de Patrimonio de la Humanidad, reorientando la caficultura a la producción de cafés especiales orgánicos, certificados y con sombrío, antes que apostarles a 14 millones de sacos de café anuales y persistir en un modelo agroindustrial de enclave económico. Como referente, 1- a nivel mundial el turismo representa el 10,5% del PIB y 1 de cada 8 empleos. 2- Si en 1962 Colombia producía 7,1 millones de sacos de 60 kilos de café verde, en 1991 la producción superó los 16.

Epílogo

Imagen 07: Colombia- Ecosistemas Amenazados, IAvH - Vulnerabilidad al Cambio Climático, PMA- Amenaza por Remoción en Masa, SGC

Como consecuencia de la deforestación asociada a la potrerización y a los monocultivos, la erosión de los causes amenaza los suelos cafeteros; llegó la caturra y salió el sombrío. Si las socas y resiembras de café suministran leña, también desaparecimos los bosques de galería y desnudamos los nacimientos de aguas. Finalmente, para remplazar al azadón con químicos, dimos muerte a la microflora y microfauna dejando expuesto el suelo de estas vertientes a la acción erosiva de las aguas de arroyamiento.

Urge un nuevo modelo de ocupación del territorio que además de corregir un uso conflictivo del suelo y expansionista en la ocupación del territorio, tal cual lo padecemos al ver cómo presionamos la estructura ecológica del departamento y la capital caldense, para favorecer la especulación con la plusvalía urbana o extraer el oro contaminado nuestras fuentes hídricas, también logre prevenir: 1- el deterioro ambiental, 2- El incremento de la vulnerabilidad al cambio climático, y 3- la fragmentación de los frágiles ecosistemas de nuestros biomas del trópico andino.

Las acciones necesarias son la gestión ambiental territorial, la participación comunitaria, la incorporación de información útil y suficiente para el análisis de los problemas ambientales, y su relación con las administraciones municipales, con la planificación urbana y con el mercado, sobre todo el inmobiliario y el minero que presionan nuestras reservas forestales en Río Blanco y en Toldafría. Recuperar rondas hídricas y cuencas degradadas además de proteger la estructura ecológica, y de garantizar el agua para las fuentes energéticas, sistemas agrícolas y abastecimiento humano, beneficia las especies endémicas vulnerables y en riesgo de extinción, al resolver la fragmentación de su hábitat.

En Colombia, al igual que las demás ciudades, Manizales, fundada el 12 de octubre de 1849 sobre un ramal cordillerano y a 2150 m s.n.m. en la cuenca media del Chinchiná, lugar que hasta el siglo XVI fuera habitado por indígenas Quimbayas, ha sido una ciudad donde las debacles asociadas a procesos naturales y a otros de origen antrópico, exigen una adaptación ambiental mediada por la cultura. Lo anterior, ya que son muchos y variados los pasivos ambientales de Manizales, relacionados con el uso conflictivo del suelo rural en un paisaje gravemente deforestado, sino también en el medio urbano por un modelo de ocupación expansionista que presiona la estructura ecológica del territorio.

La planificación para un desarrollo sustentable, en la que los usos del suelo garanticen la funciones social y ecológica de la propiedad, además de la prevalencia del interés general, debe empezar por una adaptación a las dinámicas del clima, cuyo fin sea proteger los derechos bioculturales de este territorio caldense como constructo cultural, y por lo tanto los frágiles ecosistemas con su biodiversidad y los servicios ambientales para las comunidades de base que lo habitan, en especial el suministro confiable de agua de calidad y la regulación hídrica y climática, previendo sus impactos.

Finalmente, para el plan de adaptación al cambio climático y las acciones estructurales propuestas en las múltiples dimensiones del desarrollo, se requerirá implementar estrategias de gobernanza que faciliten la apropiación social de los procesos de ordenamiento y planificación, entendiendo el territorio como una construcción social e histórica, dado que en él es donde surge la cultura como el resultado de las complejas relaciones dialécticas entre la naturaleza y la sociedad. No olvidemos que la Constitución Política de 1991, que establece el desarrollo sostenible como meta social, le asigna una función ecológica a la propiedad, señala inequívocos deberes al Estado la materia, y precisa los derechos y obligaciones ambientales de los ciudadanos.

* Documento para el Observatorio para la Sostenibilidad del Patrimonio en Paisajes OPP de la Cátedra UNESCO en la Universidad Nacional de Colombia. Manizales, septiembre 1 de 2025.

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