viernes, 8 de julio de 2011

Con o sin permiso

El Andino/ Por Enrique Arbeláez Mutis/ Manizales, 06/07/2011/

El centro histórico de Manizales tiene tres dimensiones de acuerdo con el tiempo: En la madrugada es un dormitorio de gente de la calle, pordioseros y borrachos que convierten la ciudad en hotel de mala muerte; durante el día es el caminar de los zombis, de los rebuscadores, de los vendedores de ilusiones, de los pensionados sin nada que hacer y el despertar de los ladrones; en la noche viene el reino de la prostitución, los bingos, el "bazuco eléctrónico", las pandillas y los atracos.

Durante todo el día es basurero. Buena parte de todo el tiempo es el licor y de la venta del amor callejero. “Calle de la penicilina” se les vino encima, está a un lado de todo el patrimonio cultural, lo rodea y lo amenaza. Es la toma de la degradación total, una invasión de máscaras que tratan de vivir de cualquier forma.

No hay esquina que no tenga una queja. Pueden montar Palacios de justicia, Policía por todas partes y, nunca lograrán la estética y la recuperación del principal patrimonio de la ciudad, porque la invasión es total. La culpa la tiene la propia administración por no saber controlar, por ganar votos con permisos, por tratar de cobrar más impuestos generando contracultura. Eso es lo que pasa; por eso, se habla de la calle del mercado persa, del corredor del "tontódromo" donde se vende comidas viejas y contaminadas, se arroja el papel de los ilusionistas: "conozca la cara de su enemigo por solo cinco mil pesos", "le adivinamos el futuro".

Todo ese sucio comercio tiene sedes, tiene "sueño de las escalinatas". Es toda la pobreza que se les vino encima como una avalancha de invierno que se lo lleva todo. En este caso se les llevó la poca cultura de la ciudad. La intencionalidad del gobierno, loca y bien perversa: declarar en ruina los bienes de interés cultural, abandonar los ecoparques, hacer del patrimonio histórico y cultural unos nichos de lotería y tragamonedas. Los bares y cantinas espantan con su música a cualquier persona de buen gusto, pero llena de lumpen el lugar, que es lo que importa para generar venta.

Llevamos mucho tiempo en la queja y en audiencias para recuperar la ciudad, no se trata de eso, hay es que refundarla. Ese documento de la realidad de la carrera 23 y centro histórico está en la Universidad de Caldas, es necesario que aflore, que la gente que está en este conato de "proyecto de ciudad", llame a todos los actores para que intervengan, pero eso sí, con claridad en el asunto; porque cuando se hizo una audiencia por la recuperación de la carrera 23, la policía presentó un documental que hacía ver lo contrario, como dando a conocer que no pasaba nada, que en este pueblo no hay ladrones, que todo se vigila y que Manizales segura, es absolutamente segura. Sin embargo, todos vemos “una loca” que lanza discursos en un puesto metálico de la policía al frente del Club Manizales, se sube allí durante varias horas, echa un discurso y luego se baja de ese lugar. Amerita promoverla a la Alcaldía de la ciudad, ahora que no tenemos candidatos serios y consecuentes con lo que ocurre. Es mejor que nos gobierne “una loca”, a que nos gobierne una momia. Invito para comprender mejor las máscaras de la ciudad, a la lectura del libro "El animal público", de Manuel Delgado.

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Comentario:
El fenómeno que se advierte en el Centro de la ciudad, no es más que la consecuencia de una compleja, profunda y preocupanrte problemática social, ambiental y económica, que se relaciona con una nueva sociedad fragmentada, donde pocos acceden a las oportunidades y recursos, y las grandes masas de pobres urbanos sin preparación ni recursos, al quedar excluidos, se ven obligados a cosechar residuos de las diferentes texturas de la ciudad o a generar entropia como medio de subsistencia...

Gonzalo Duque-Escobar

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