En las
estribaciones de la Cordillera Occidental y en la hoya del río Cauca, sobre un
paraje ondulado ubicado a 1800 msnm entre Anserma y Supía, en 1819 cuando se
salvaba la batalla del Puente de Boyacá, se funda Riosucio al lado del Ingrumá
su cerro tutelar, como un proyecto de integración de las poblaciones del
asentamiento minero Quiebralomo constituido por españoles dueños de minas, y negros
y mestizos que laboraban como mineros, y de la comunidad indígena de La Montaña
conformada fundamentalmente por grupos nativos dispersos e indígenas
cristianizados de Pueblo Viejo, su vereda más importante. La fundación de San Sebastián de Quiebralomo data de
1550, mientras la creación de los resguardos de La Montaña de finales del siglo
XVI y de Cañamomo y Lomaprieta del siglo XVII.
Cuando en el siglo
XVI España explotaba la mina aurífera más grande del orbe, localizada en el
cerro Quiebralomo por entonces jurisdicción de la Gobernación de Popayán, existían
dos parcialidades indígenas vecinas al lugar: Cañamomo y la Montaña. A mediados
del siglo XVIII por una carestía surge un conflicto entre ambas, cuando para
expandir sus cultivos la primera ocupa tierras de propiedad indígena en La
Montaña. La situación que lleva a la fundación de un poblado al pie del cerro
de Ingrumá en 1752 para atenuar tensiones, exacerba el conflicto durante seis
años más, hasta cuando don Lesmes de Espinosa con prudente sabiduría apacigua
los ánimos, para que las provincias prosperen.
Ya en 1813, llega
para establecerse en La Montaña el Padre José Bonifacio Bonafont, natural de
Socorro, quien al encontrar desacaecido el desarrollo de ambas parroquias y
haber asumido como Cura, con el apoyo del Padre José Ramón Bueno oriundo de Popayán
que ejercía en Quiebralomo, reúne en asamblea ambas comunidades para consolidar
la apuesta de hacer de sus poblados uno solo, , y que finalmente se decide
considerando entre las opciones hacer la ocupación en Tumbabarreto y un
asentamiento en Ingrumá, en favor del segundo sitio, apareciendo Riosucio en
jurisdicción del Cantón de Supía, aunque por las conmociones de la
independencia la fusión definitiva de ambos poblados y el traslado de sus parroquias
y la erección de sus respectivos templos, tarda hasta el 7 de agosto de 1819. Pero
como las diferencias no se salvaron, unos y otros separadamente iban a los
rituales cristianos vistiendo sus galas el día de mercado, para comprar
mercaderías y ofrecer sus productos.
Los más acomodados:
españoles y criollos con su servidumbre, habitaban viviendas pajizas que
construyeron en el entorno de la plaza fundacional; contrariamente los negros,
mulatos, zambos e indígenas vivían aislados en los desmontes de la selva y en
vecindades de sus primeras parroquias. Finalmente, los de La Montaña que fueron
tomando posesión en la parte baja para quedar en el entorno del templo que
consagraron a la Virgen de la Candelaria, terminaron separados por una cerca
divisoria de los venidos de Quiebralomo ubicados en la parte alta, donde el
templo consagrado a San Sebastián adornaba una segunda plaza. Sobre la cerca
divisoria, los dos curas acordaron poner la imagen de un demonio para que
recibiera las quejas y reclamos de la plebe, argumentando que sí Dios no había
podido unir al pueblo, que lo una el diablo. En 1850, las corrientes de la
colonización antioqueña, irrumpen ocupando tierras de resguardos y fundando a Oraida en este territorio.
Pero qué tenemos
hoy en Riosucio, esa población caldense de 57 mil habitantes que en un 74% se
reconoce amerindia: el legado cultural de esta comunidad cuya ancestral cultura
parte de la sabia actitud de respeto a la naturaleza, así su carácter indígena
aceptado para el poblado sólo en tiempos de la naciente República, se desconociera
luego por la excluyente élite de las primeras décadas del siglo XX que abogaba
por "blanquear" la raza. No obstante, sobre la segunda mitad del
siglo XX y en cada cita del Encuentro de la Palabra y del Carnaval bianual, en el
pensamiento de las comunidades de base y de la nueva intelectualidad se expresa
la grandeza de Riosucio, cuando a través de la danza, el disfraz y la palabra se reivindica el concepto más incluyente de una Riosucio mestiza cimiento
de la caldensidad.
* Profesor Universidad Nacional de Colombia http://galeon.com/cts-economia
[Ref.: La Patria. Manizales, 2014.02.17] Imagen: Resguardos de Riosucio, en www.carnavalriosucio.org
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