La historia de la Unión Europea es la de la construcción paulatina de un mercado único en el que personas, bienes, servicios y capitales puedan circular libremente. Esta construcción requiere de un trabajo permanente, porque las barreras que fragmentan el mercado único cambian o surgen conforme la economía se transforma.
Por: Columnista invitado
Ya sea en el comercio electrónico, en los nuevos modelos de distribución de contenidos, en las plataformas de la llamada “economía colaborativa” o en los servicios de cloud computing y big data, existen obstáculos regulatorios, técnicos o administrativos que imposibilitan o dificultan el desarrollo transfronterizo de estas actividades dentro de la Unión Europea. Esta fragmentación del mercado limita el potencial de la economía digital en Europa y supone una desventaja, en comparación con Estados Unidos, para el desarrollo de nuevos negocios digitales.
Consciente de esta situación, la Comisión Europea presentó el pasado mes de mayo la Estrategia para el Mercado Único Digital, con iniciativas para eliminar barreras transfronterizas en el comercio electrónico, los derechos de autor, el espectro radioeléctrico o el procesamiento de datos. Otras iniciativas están encaminadas a garantizar la competencia en igualdad de condiciones de los proveedores tradicionales y los nuevos en sectores como las telecomunicaciones o los medios audiovisuales. Además, dado el creciente poder de mercado de algunas plataformas de Internet (como buscadores, redes sociales o sitios de comercio electrónico), la Comisión Europea quiere evaluar su impacto en la competencia.
La Comisión estima que derribar las barreras al mercado único digital podría aumentar en 415 mil millones de euros el PIB europeo. No obstante, habrá que esperar a que la batería de iniciativas se materialice en acciones, planes y propuestas legislativas concretas a lo largo de 2015 y 2016. De la oportunidad de esas medidas, y de la coherencia y las sinérgicas con el próximo libro verde sobre integración de la banca minorista, dependerá que la UE sea capaz de aprovechar el enorme potencial de un mercado de más de 500 millones de personas. En la economía digital, que hace prácticamente irrelevantes las distancias físicas, las fronteras administrativas no deberían ser obstáculos a la innovación y el desarrollo económico.
Pablo Urbiola *Economista de la Unidad de Inclusión Financiera de BBVA Research.
Pablo Urbiola* | Elespectador.com
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