domingo, 18 de abril de 2010
Mockus da una lección de decencia y honestidad a los colombianos
El Espectador / Antanas Mockus (a la izquierda) y Sergio Fajardo, los dos ex alcaldes que han revolucionado la campaña electoral colombiana.
La Vanguardia Joaquim Ibarz / Corresponsal en América Latina | 17/04/2010.
Al presidente colombiano Álvaro Uribe se le ve inquieto, turbado, con nervios a flor de piel. Motivos no le faltan para ese desasosiego. Desde que las encuestas muestran un día sí y al otro también que sus candidatos pueden ser derrotados en las elecciones del 30 de mayo, el mandatario se muestra desabrido, irritable. Las descalificaciones que de manera tan intempestiva como ilegal ha hecho en los últimos días en contra de Antanas Mockus, ex alcalde de Bogotá y candidato emergente del Partido Verde, son prueba de que teme por el futuro de Juan Manuel Santos y… por su propio destino. El ex ministro de Defensa que hasta hace apenas 15 días parecía tener asegurada la presidencia, ya no tiene ninguna certeza que vaya a llegar al poder.
El periodista colombiano Juan Restrepo comenta a La Vanguardia que el presidente colombiano que condecoró a Mockus por su eficacia al lograr rebajar sustancialmente los índices de homicidios y violencia en la capital, dice ahora que descuidó la seguridad durante sus dos mandatos de alcalde. "Uribe no solo miente y se contradice sino que incurre en delito. La Constitución colombiana le prohíbe hacer propaganda política en campaña electoral", señala Restrepo. El ex corresponsal de Televisión Española en Bogotá recalca que "no es ningún disparate pensar que a Uribe le espera en lontananza el banquillo de los acusados por los crímenes y desafueros cometidos por su gobierno".
Máxima alerta en la Casa de Nariño
En la residencia presidencial Casa de Nariño han sonado todas las alarmas. El presidente Uribe ha declarado el estado de máxima alerta. Hace tan sólo un mes, en los círculos oficiales había total confianza en que a estas alturas de la campaña, el uribismo, encarnado al menos en tres candidatos, arrasaría en las encuestas de intención de voto. Ante el fenómeno Mockus, el propio presidente Uribe insta a la unidad de sus partidarios para asegurar la victoria en la primera vuelta.
Aunque Uribe tiene prohibido participar en política, reunió en privado a más de 90 congresistas afines al Gobierno para encontrar mecanismos urgentes que propicien que un candidato de unidad gane el 30 de mayo.
Uribe está inquieto porque se juega mucho en estas elecciones. La continuidad de su proyecto de seguridad democrática puede ser lo de menos. Lo que más debe preocupar al presidente es que puede acabar en la cárcel como le sucedió a Alberto Fujimori. El ex presidente peruano fue condenado a 25 años de cárcel –sentencia ratificada por el Tribunal Supremo- por su responsabilidad en el asesinato por militares de ocho estudiantes y dos profesores universitarios. En Colombia son más de dos mil los jóvenes inocentes muertos a sangre fría por el Ejército, a los que luego les colocaban uniformes de guerrilleros para hacerlos pasar por terroristas.
Motivos pueden haber muchos para enjuiciar al actual mandatario colombiano, desde el soborno comprobado –hay sentencias judiciales por en medio- de congresistas para lograr una reelección que la Carta Magna le prohibía, a su presunta responsabilidad en los crímenes de los militares contra jóvenes de barrios pobres, a los que luego se identificaba como guerrilleros muertos en combate. Siendo ministro de Defensa de Uribe, Camilo Ospina aprobó una directiva que otorgaba recompensas en metálico o con ascensos por cada presunto guerrillero abatido. Resulta difícil de creer que Uribe, que controlaba todos los pasos y resortes del Gobierno, no hubiera sido consultado con anterioridad por Ospina del documento que iba a hacer llegar a los cuartos de banderas de los cuarteles.
Los escándalos que salpican a Álvaro Uribe
En cualquier otro país no mediatizado por el pasado de violencia y por la polarización que ha fomentado el propio Gobierno, uno solo de los escándalos que han salpicado a Uribe en los cerca de ocho años que lleva en el poder habría sido suficiente para acabar con su presidencia. La lista de presuntos delitos es tan larga como grave: la compra del Congreso para cambiar la Constitución y hacerse reelegir en 2006; el asesinato por el Ejército de unos 2.000 jóvenes para cobrar recompensas o lograr ascensos; el espionaje ilegal de políticos, magistrados y periodistas por los servicios de inteligencia; la extradición a Estados Unidos de los cabecillas de los grupos paramilitares para impedir que se sepa la verdad sobre sus vínculos con políticos uribistas; el acoso y asedio para acabar con la independencia de los altos tribunales y amordazar a los periodistas críticos; el reparto del dinero público entre terratenientes del partido del presidente; la visita de presuntos criminales a la Casa de Nariño; el nepotismo que ha enriquecido a los hijos del presidente con prácticas que no siempre cumplen con la ley; el descrédito sistemático de la oposición, a la que se estigmatiza como colaboradora de la guerrilla...
Ante tal cúmulo de potenciales procesos (varias ONG defensoras de Derechos Humanos han anunciado que plantearán acusaciones contra Álvaro Uribe ante la Corte Penal internacional al día siguiente de abandonar la presidencia), no es de extrañar que la aparición de un fenómeno inesperado como el tándem Mockus-Fajardo ponga nervioso a un personaje mesiánico que, al igual que su denostado Hugo Chávez, aspiraba a perpetuarse en el poder.
Según el representante conservador Óscar Fernando Bravo, al reunir a sus congresistas en la casa presidencial Uribe pretendía encontrar fórmulas para descarrilar la candidatura de Mockus. No se encontró otra propuesta que la descalificación del candidato por parte del propio presidente. Pero los ataques de Uribe ya no paran la bola de nieve que catapulta a Mockus.
Mockus con visos de profesor, cura y profeta
Tal como señala la revista Semana, con un candidato que tiene a la vez visos de profesor, cura y profeta, ya la campaña cambió de tono, protagonistas y temas, y obligó a candidatos, analistas y electores a repensar el escenario.
La revolución verde no figuraba en ningún presupuesto. Nunca antes en Colombia, una candidatura presidencial que había despegado desde un extremo tan desconocido irradia confianza y despierta genuino entusiasmo en todos los sectores de la población. Jóvenes, antiguos abstencionistas, empresarios, industriales, comerciantes, amas de casa, y campesinos, ven en Antanas Mockus una esperanza de cambio. Un número cada vez mayor de colombianos confía en que el ex alcalde de Bogotá sacará al país adelante, rompiendo con el autoritarismo, las prácticas antidemocráticas y la política antisocial que encarna el presidente Álvaro Uribe.
"La ola verde", "la fiesta verde", "la marea verde", "la fiebre verde", son algunos de los calificativos con los que los internautas colombianos destacan el ascenso de Mockus en las encuestas. La adhesión de Sergio Fajardo a la candidatura del Partido Verde ha revolucionado la campaña presidencial, hasta el punto de que la ola verde ya se está transformando en tsunami.
Defender las instituciones y combatir la ilegalidad
Quienes creían que sufragar por Mockus era perder el voto ya habrán cambiado de opinión. El Verde le arrebató al Polo Democrático su sector más progresista y Mockus se convirtió en alternativa real para quienes quieren un rumbo distinto para Colombia, un cambio que esté fundado en valores distintos a los que pregona Uribe. Defender las instituciones y combatir la ilegalidad es la propuesta política más importante que se ha hecho en Colombia en los últimos treinta años; ninguna otra iniciativa sería tan beneficiosa para la vida de los ciudadanos. El fenómeno Mockus permite pensar que la supuesta altísima popularidad de Uribe, que desde hace años le daban todas las encuestas, pudo estar hinchada desde el propio poder; los sondeos de estas semanas evidencian que muchos colombianos sienten que el país no marcha bien y que es el momento de enderezar el rumbo.
La marea verde enfrenta la prueba de fuego de consolidarse en muy corto plazo como alternativa creíble y viable de gobierno. Para ello cuenta con la impronta ética que caracteriza a Mockus y con una sociedad que demanda como nunca antes la restitución de la moral y la decencia en la vida pública. Los verdes pueden mostrar con orgulloso la transformación urbana y social de Bogotá y Medellín cuando Mockus y Fajardo eran alcaldes de las dos grandes ciudades colombianas. También cuentan con una cadena de mensajes unitarios, afirmativos, novedosos y esperanzadores en una audaz campaña que se multiplica a través de las redes sociales.
El mayor reto de Mockus es demostrar que desde una apuesta ciudadana, independiente, con el voto limpio, se puede derrotar al candidato que representa la politiquería, la corrupción y un pasado con muchos puntos oscuros como ministro de Defensa.
La marea verde hace visible lo mejor de los colombianos
El analista Antonio Sanguino Páez señala que "esta marea verde de emociones está promoviendo y haciendo visible lo mejor de los colombianos; a diario, surgen y crecen acciones a favor de los principios-guía de esta acción por la transparencia, la decencia, la legalidad y el trabajo en equipo". Otros analistas destacan que Mockus, como eje de su política, regala a diario decencia, devolución de recursos electorales no gastados en la campaña, elogios a sus contrincantes, un halo de dignidad y construcción colectiva.
A medida que pasan los días, la candidatura de Mockus se hace más sólida. Se ha afianzado en segundo lugar en las encuestas, pisándole los talones al uribista Juan Manuel Santos. La aspirante conservadora Noemí Sanín está desconcertada al comprobar que se hundió en el tercer lugar. La intención de voto real puede que sea aún más favorable a Mockus que lo que indican los resultados de los sondeos. La revista Semana revela en su último número que la encuesta de Datexco, contratada por la emisora La W y el diario El Tiempo, "creó una conmoción por la disparada de Mockus". Según la revista, la encuesta era aún más favorable al ex alcalde bogotano. "Cuando se hizo la tabulación arrojó el desconcertante resultado de que Mockus estaba ligeramente por encima de Santos. Los directivos de la firma se sorprendieron tanto que pensaron que se podía tratar de un error metodológico o de trabajo de campo y, ante la duda, decidieron volverla a repetir. En la segunda versión del sondeo, Santos obtiene 29,5 % de intención de voto y Mockus 24,8 %. Datexco se exculpa diciendo que ambos resultados son compatibles y coherentes estadísticamente, pues en ambos casos hay empate técnico por el margen de error". Lo que no se aclara es cuántas veces Datexco repitió la encuesta, o si cambió la orientación de las preguntas, hasta que Santos apareció en primer lugar. La revelación de Semana siembra dudas sobre la honestidad de esta firma encuestadora.
Por su parte, el comentarista Rodolfo Arango asegura que el presidente Uribe ha resultado ser el mejor elector de Mockus. Cada ataque del mandatario aumenta el número de partidarios del ex alcalde.
"La indignación moral ante tanto abuso puede expresarse en las urnas. Existe hoy una opción que quiere apostarle al ejercicio del poder según principios, con la recuperación de la ética pública. La juventud tiene conciencia de la necesidad de un cambio en el modo de ejercer el poder para recuperar el Estado de derecho", resalta Arango.
"Vamos a demostrar que cuando dos matemáticos se suman, multiplican"
Al aceptar "construir un mismo camino" con Mockus, Fajardo hizo una apuesta ética que convierte al ex alcalde de Medellín más popular de la historia reciente en la fórmula vicepresidencial de uno de los ex alcaldes de Bogotá más aplaudidos de las últimas décadas. La unión de las dos candidaturas que representan el llamado voto de opinión abre nuevas perspectivas. Las encuestas confirman el vaticinio del propio Fajardo: "Vamos a demostrar que cuando dos matemáticos se suman, multiplican". Y así fue. La alianza despierta fervor en escépticos, soñadores y gente del común que nunca ha votado. Unos y otros asisten con entusiasmo a los mítines y participan en las redes sociales de apoyo que se multiplican día a día. "Cada momento histórico tiene un candidato que simboliza la necesidad", explica el analista Héctor Riveros, "Mockus podría simbolizar la reacción al relajamiento moral, a la parapolítica (alianza de políticos uribistas con los paramilitares), al espionaje político, al 'voten antes de irse a la cárcel' (frase que dijo Uribe al pedir el voto para su reelección a congresistas que iban a ser encerrados en un penal por sus vínculos con narcos y paramilitares).
La confluencia de ideas y de proyectos no es nada fácil en Colombia. El analista León Valencia recuerda en las páginas del diario El Colombiano que "quienes nos atrevimos a llamar a la unidad de Mockus y Fajardo recibimos muchas manifestaciones de escepticismo, nos decían ilusos, ingenuos, gente que pensaba con el deseo. Pero Fajardo les ha dado una lección a las personas incrédulas y lo ha hecho invocando al país, diciendo que ha recorrido palmo a palmo a Colombia y siente sus tragedias en el alma y anhela un cambio profundo para superar las terribles desigualdades que afligen a sus conciudadanos".
El escritor Héctor Abad Faciolince, uno de los columnistas que pidió la alianza entre los ex alcaldes, señala que "la candidatura de Mockus crecerá como espuma, como una gran marea verde, en la segunda vuelta sorprenderá a cualquiera que sea su contrincante". Mockus y Fajardo no son dos profesores despistados sino dos ciudadanos ejemplares que se hastiaron de la política corrupta. Abad destaca que los dos ex alcaldes no son dos soñadores con la cabeza en las nubes sino dos hombres con los pies en la tierra que han demostrado (cuando fueron elegidos en las dos alcaldías más importantes del país) que saben administrar con eficiencia y pulcritud los recursos públicos. Ambos tienen experiencia administrativa y ya demostraron que son honestos y capaces de llevar a la práctica sus ideas de educación, civismo y no violencia. Medellín y Bogotá eran dos de las ciudades más desprestigiadas de la tierra y hoy son un ejemplo para América Latina, gracias a ellos.
Entusiasmado con la candidatura independiente, Héctor Abad Faciolince hizo una ferviente exhortación para que los electores "se unan al sueño de esta Colombia nueva, al sueño de un país donde sea más importante la educación que la guerra. En el que lo primero sean la salud y el agua y no el odio y las trincheras. Por un país seguro y decente, pero no plegado a los paramilitares o a los falsos positivos (los asesinatos de jóvenes por el Ejército) por el bien de una seguridad mal entendida. Mockus y Fajardo no claudicarán ante la guerrilla, pero eliminarán los caldos de cultivo de miseria donde crecen el descontento y la apatía.
Figuras como el cantante Juanes y actrices de telenovelas se han adherido a una campaña que, según la revista Semana, se ha convertido en fenómeno mediático.
La irrupción de una alianza con alto perfil intelectual que atrae al voto de opinión y a sectores urbanos, plantea nuevas estrategias a los otros candidatos. El sufragio independiente con peso propio obliga a que en los debates se aborden los problemas reales del país. Santos y Noemí Sanín, que han sido estrechos colaboradores de Álvaro Uribe, no tenían interés ni necesidad de elaborar nuevas propuestas; les bastaba con repetir que seguirían los pasos del actual presidente. Confiaban que con ese discurso bastaría para pasar los dos a la segunda vuelta y, luego, uno de ellos dos ganar la presidencia.
El analista Germán Vallejo comenta a La Vanguardia que los sectores urbanos no uribistas vieron la unión de Mockus-Fajardo como una iniciativa que cambió de plano el panorama electoral.
"Por fin, quienes no comparten la continuidad derechista de Uribe a través de otros candidatos, ven una opción de centro con posibilidades de triunfo. Incluso muchos simpatizantes de izquierda están dispuestos a unir fuerzas en torno a Mockus", señala Vallejo. El comentarista destaca que otro elemento a considerar es que Mockus es el candidato con menor imagen negativa. "En política, la potencialidad de crecer en intención de voto está demarcada en gran medida por la resta de imagen favorable menos imagen desfavorable. Mockus tiene todo el potencial para crecer", dice Vallejo.
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