miércoles, 5 de agosto de 2015

Clara, la mejor opción para Bogotá

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Alfonso Gómez Méndez

Alfonso Gómez Méndez


Clara López tiene la mejor hoja de vida para medírseles a los inmensos problemas de la capital; entre muchos, los de seguridad y movilidad. Su formación académica es impecable.
Por múltiples razones ideológicas, políticas y administrativas, a mi juicio Clara López es la mejor entre las opciones hoy planteadas a los bogotanos para su próxima alcaldía. Ella tiene una condición que, aun en desuso, debería ser la que más confianza generara en un elector: coherencia y consistencia ideológicas.

Nunca ha dado descaradas volteretas, ahora tan premiadas en la vida pública. Ante todo, siempre ha representado esa tendencia de izquierda democrática liberal venida de Uribe Uribe, Gaitán, López Pumarejo y López Michelsen, primera razón para apoyarla desde mi orilla de liberal de izquierda. Nada sabe de bandazos.

La conocí como secretaria económica del “compañero jefe”, desempeñando yo una secretaría de la Presidencia. Cuando estimó que el liberalismo se había anquilosado y en cierta forma era cómplice de actos de corrupción, militó en las filas del Nuevo Liberalismo, si bien le hubiera sido más cómodo quedarse en el oficialismo.

En 1988 fue candidata a la alcaldía de Bogotá por un sector del Nuevo Liberalismo, apoyada, además, por la Unión Patriótica, partido que surgió de los acuerdos con Betancur y cuya criminal extinción es bien conocida en nuestros anales de barbarie.

En algún momento tuvo que irse al exilio. Como no padece del mal de los conversos, es políticamente confiable. Todo el mundo sabe cómo piensa y actúa. A diferencia de otros, no se ha pasado la vida yendo de partido en partido, sin consistencia alguna y movidos solo por oportunismo.

Clara López tiene la mejor hoja de vida para medírseles a los inmensos problemas de la capital; entre muchos, los de seguridad y movilidad.

Su formación académica es impecable. Graduada con honores en la Universidad de Harvard, después de amplio recorrido por la vida pública estudió Derecho en la Universidad de los Andes y se especializó en el exterior. Es densa y profunda expositora de temas económicos y sociales. En el terreno administrativo, sería la mejor gerente. Conoce la ciudad como pocos, desde cuando recibiera el impulso del ‘cofrade’ Palacio Rudas. Ha sido concejal y presidenta de la Corporación, Contralora del Distrito y combativa líder popular.

Nadie ha osado –no tendría cómo– cuestionar su pulcritud personal en el manejo de la cosa pública. Se le ha querido estigmatizar su paso como secretaria de Gobierno en la alcaldía de Samuel Moreno, pero cuanto se trata es de endilgarle responsabilidad política por su vinculación con ese gobierno, donde se dieron graves casos de corrupción.
No era ella la responsable de la contratación. Los hechos salieron a la luz pública mucho después. Si de responsabilidad política se trata, prácticamente todos los partidos de la Unidad Nacional que ahora quieren crucificarla participaron no solo en la administración de Samuel Moreno, sino en las otras del Polo. La gran mayoría de los concejales presos o investigados pertenecen, entre otros, a los partidos Liberal, Conservador o de ‘la U’. 
¿Responderán también sus candidatos por lo mismo?

Y entre la terna que envió el Polo para reemplazar a Samuel Moreno –cuando ya había sido secretaria de Gobierno–, el presidente Santos escogió a Clara por ser la mejor opción, como en seguida lo demostró con sus ejecutorias, habiendo terminado una gestión sin mácula y con aceptación ciudadana superior al 70 por ciento. No encontró el Jefe de Estado objeción moral alguna contra ella.

Por último, todos los partidos de la Unidad aceptaron complacidos que Clara López, después de que Óscar Iván Zuluaga (a quien deseo pronta recuperación) había ganado en primera vuelta, se la jugara toda por la paz, contra sectores de su propio partido, y fuera decisiva para el triunfo de Santos en la segunda vuelta.

¿Padecerán los partidos de ‘la U’ de alzhéimer generalizado? ¿Por qué no le cuestionaron entonces su paso por la secretaría de Gobierno? ¿Será imaginable prueba más elocuente de hipocresía política?
Alfonso Gómez Méndez

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